❣-Una canción contada a través del tiempo-❣

Capitulo 2: -Daemon-

~Daemon~

—Hay informes de que hay un jinete de dragón en Braavos —le dijo Daemon a su esposa mientras desayunaban juntos.

—¿Quién? —preguntó mientras le pasaba el plato de mantequilla.

—Esa es la cuestión, dicen que el jinete no es Targaryen. —Ésa era una de las principales razones por las que le preocupaba el jinete del dragón braavosi. Quería investigar las afirmaciones en persona, pero acababan de confirmar que Laena estaba embarazada de nuevo, por lo que esperaba que la intriga del asunto condujera a un acuerdo fácil sobre su partida.

—Dicen que el dragón es Balerion renacido y su jinete una niña loca —hizo una pausa para lamerse una mancha de mantequilla en el pulgar—. Una niña de no más de tres años y diez años.

—¿Un bastardo? —propuso Laena con las cejas levantadas. Él emitió un sonido de acuerdo mientras mordía un bollo caliente. Eso era exactamente lo que estaba pensando, pero eso no explicaba al dragón. Conocía a todos los dragones conocidos que existían. Y el descrito no solo era una anomalía, sino una imposibilidad.

—Se dice que el dragón es más grande que Caraxes pero más pequeño que Vhagar. —Su esposa sonrió con sorna y una sonrisa irónica se dibujó en sus labios. La diferencia de tamaño entre sus dos dragones era en sí misma divertida, pero también dejaba el tamaño real estimado de este nuevo dragón sin definir. Era como describir una colina como más grande que un guijarro pero más pequeña que una montaña. Todo lo que se podía determinar con certeza era que, supuestamente, este nuevo dragón no era un eclosión. Lo cual, en realidad, sería la única explicación que tendría sentido, y de ahí la intriga.

“Dicen que sus escamas son negras como la noche, surcadas por vetas de un intenso color rojo sangre. Que sus alas de color rojo escarlata, sus cuernos y sus ojos rojos como el carbón le dan el aspecto de un demonio”. Su esposa soltó una risita.

"Esa es una descripción bastante buena."

Él le dedicó una de sus sonrisas atrevidas. “Interesante, ¿no?”

—Mmm —asintió ella mientras le daba un mordisco a su huevo. Una vez que terminó de masticar, preguntó—: ¿Y qué dicen de la jinete? ¿Una jovencita, dijiste?

Hizo una pausa para beber un trago y pensar en cómo quería decir sus próximas palabras. “Dicen que llegó un día a lomos de un dragón, sin montura. Al parecer, afirmó que solo estaba buscando trabajo”.

—¿Trabajar? —repitió Laena. Él asintió en señal de confirmación.

—Se dice que la chica loca se ha unido a una compañía de mimos —hizo una pausa y disfrutó de la forma en que los ojos de Laena se abrieron de par en par—. Y ha incorporado a su dragón al espectáculo.

—¡¿Qué?! —exclamó Laena riéndose y al instante él se llenó de desprecio. Para él, la idea no era ridícula, sino exasperante. Incluso insultante. Su esposa continuó riéndose—: ¿Qué? ¿Tiene a su dragón haciendo trucos para divertirse?

Daemon frunció el ceño; esperaba que la noticia le hiciera sentir más desdén que él. Los dragones no estaban hechos para dar espectáculo. Hacer el ridículo de uno era hacer el ridículo de todos, y eso no podía tolerarse. Le dijo a su esposa con franqueza: —Me gustaría conocer a esta chica y a su dragón.

La luz de la risa se apagó en los ojos de su esposa, y su mano cayó sobre su vientre aún plano. —¿Quieres ir a Braavos?

—Hoy —le informó con frialdad.

—¡Hoy! —repitió su esposa con voz estridente. Luego pronunció su nombre con ese tono de reproche que tanto odiaba, como si fuera un niño audaz y Laena, quince años menor que él, su madre regañona—. Daemon.