❣-Una canción contada a través del tiempo-❣

Capítulo 14 - Arya-

Punto de vista de Arya.

Se tragó el pánico. El dolor en su mano era aleccionador, pero no suficiente. Su cabeza todavía estaba llena de confusión. Todo había salido mal tan rápido. Se maldijo a sí misma por permitirse el lujo de sufrir.

—No te muevas —repetía una y otra vez al niño que sangraba. Sus ojos recorrieron a los demás niños. Baela y Rhaena estaban acurrucadas juntas y parecían ilesas, salvo por algunos hematomas. El pequeño tenía la nariz rota. El niño mayor...

—¡Ah! —soltó un grito cuando el cuchillo que tenía en la mano fue levantado bruscamente.

Aemond estaba intentando sacar el cuchillo, como un idiota. “¡NO!”

“¡Lo quiero fuera!”

—¡Detente! —le agarró la mano y trató de apartarla, pero él solo usó su mano libre para retenerla. Volvió a agarrar el cuchillo. Ella le gritó en el oído porque no tenía otra mano libre como él—: ¡Lo empeorarás!

Aemond no escuchó, siguió tirando y finalmente se liberó de su rostro. Solo que había tirado demasiado fuerte hacia arriba y había cortado una línea justo encima de su ceja. Lo que a su vez lo hizo gritar y estremecerse, pero el cuchillo todavía estaba incrustado en su mano, y su mano todavía estaba suspendida sobre su rostro, así que cuando intentó escapar, se cortó más. Ahora también había un corte recto a lo largo de su rostro, debajo de su ojo también.

El instinto le hizo agarrarse la cara y acurrucarse como una bola.

—Mierda —exclamó en voz baja, mientras su mano libre se extendía hacia el chico y lo acunaba contra su propio cuerpo, pero sus ojos estaban fijos en su propia mano destrozada. El cuchillo que habían usado contra ellos no era largo, gracias a los dioses, pero estaba afilado. Y todavía estaba alojado en su mano—. Mierda.

Se volvió hacia el hijo mayor de Rhaenyra y le dijo: "Ve a buscar ayuda. ¡Ahora!".

Sintió un dolor que se acumulaba detrás de los ojos. No era comparable con el latido de su mano, pero ciertamente no era bienvenido. Bajó la cabeza y cerró los ojos, concentrándose en su respiración. Inhalación y exhalación. Inhalación y exhalación. Había tantas cosas en la situación que no podía controlar ni evitar, solo necesitaba tratar de mantener la calma tanto como fuera posible.

Baela dijo su nombre en voz baja: “Arya…”

Se acercaban hombres de la Guardia Real. Escuchó el sonido metálico de la armadura, pero solo abrió los ojos cuando ya casi estaban sobre ellos. Un hombre mayor se acercó a ella y al chico herido. Intentó que Aemond apartara la mano de su rostro, pero no pudo.

—Mi príncipe, mi príncipe. Déjame ver.

Aemond respiraba con dificultad y trataba de sacudirse las suaves manos del hombre, que estaba decidido a aferrarse a ella como si ella pudiera salvarlo. Al diablo con todas las pruebas que demostraban lo contrario.

—Siéntate, Aemond —le ordenó suavemente—. Muéstranos tu cara.

Lentamente, el chico se desenrolló hasta quedar sentado. La mano que cubría su ojo estaba tan ensangrentada como la de ella, tal vez más. El ojo que le quedaba estaba húmedo de lágrimas, pero al menos pudo enfocarlo en el rostro de ella.

Intentó sonreír para tranquilizarlo, pero no sabía si su intento había tenido éxito. "Déjame ver".

Mantuvo la cara congelada mientras miraba la herida sangrante. Era jodidamente espantoso. El niño estaría medio ciego con toda seguridad y tendría una horrible herida abierta en la cara por el resto de su vida.