"Detroit, 2038. Una ciudad donde la línea entre humano y máquina se ha vuelto borrosa. Trasladada desde las sombras de una metrópoli distante, te ves envuelta en un caso que sacude los cimientos de la sociedad. Divergentes, así llaman a los androide...
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Carta hallada en el cuerto de la victima; " Mi nombre es Cora. Las noches en mi hogar se han convertido en un laberinto de sombras y susurros. Mi padre, otrora un faro de estabilidad en mi vida, ahora es una tormenta que amenaza con arrastrarme. Sus llegadas tardías, cargado por el peso del alcohol y las drogad, han transformado nuestra casa en un campo de batalla silencioso. Su voz, antes cálida y reconfortante, ahora resuena como un trueno distante, amenazante. Se ha vuelto más agresivo con el tiempo, sus torturas son cada vez peores. Cura mis heridas y luego inflige otras nuevas. Durante este tiempo, madre también ha estado de mal humor. Ni siquiera se con quién quiero estar. Por lo menos, Daniel está conmigo en casa de padre... antes ir con madre era un alivio. Pero, luego que empezará a cortarme las uñas y bañarme con agua helada tampoco me siento segura allí. Daniel, mi androide, es mi único refugio en esta tormenta. Su presencia constante me brinda una sensación de seguridad que a veces se tambalea. Lo observo mientras recorre la casa con movimientos precisos, reparando los desperfectos que mi padre deja a su paso. A veces, me pregunto si realmente comprende la profundidad de mi soledad. Es más fuerte que mi padre, podría detenerlo si quisiera, pero ¿por qué no lo hace? ¿Acaso no ve el miedo que habita en mis ojos? Los recuerdos de Molly, mi media hermana, son como cicatrices que no sanan. Su partida, precipitada por los avances inapropiados de mi padre, dejó una herida abierta en mi corazón. A veces, me pregunto si estoy destinada a repetir su historia. El miedo se ha convertido en mi compañero inseparable. El miedo a la oscuridad, al silencio, al sonido de sus pasos en la escalera. El miedo a lo que pueda hacerme. Una noche, mientras dormía, desperté con la fría boca del cañón de su pistola rozando mi sien. "¿Y si fuera yo quien estuviera en tú lugar, padre?", me preguntó recurrentemente a misma con una voz que no reconozco. ¿Me tendría lástima? ¿Me castigaría? ¿O simplemente se desharía de mí como de un objeto? Estoy sola, verdaderamente sola. No tengo a nadie a quien recurrir, a nadie que me escuche. La idea de la muerte me aterra, pero también me ofrece un extraño consuelo. Al menos, si él me hace daño, las marcas que dejará en mí serán una acusación eterna. Serán la prueba de su crueldad, de su fracaso como padre y las pruebas que alguien necesitará. ¿Le mentirias a un oficial, padre?. Daniel, es lo único que me queda. Lo necesito, a pesar de sus limitaciones. No quiero que sufra las consecuencias de padre. Deseo con todas mis fuerzas que pueda escapar. Pero, por ahora, seguimos juntos, atrapados en esta pesadilla compartida. Será que mi final será morir, simplemente. ¿Así de facil?. Realmente, ¿a nadie le importo?.
