El murmurar tranquilo de la gente alrededor no debería importarle tanto, en lo absoluto. Sin emabargo eso, combinado con el chasquido molesto de los tenedores al chocar con los platos, era exasperante, ¡no podía concentrarse! Apenas lograba mantener el hilo de lo que UK estaba diciendo, y eso junto a los irracionales nervios de intentar parecer un tipo interesante estaban acabando con su poca cordura lentamente.
Argentina bebió del vino con suavidad, un sorbo delicado mientras su mirada seguía clavada en los labios del británico. A veces solía mirarlos con el reflejo inesperado y sutil de besarlo, ahora, lo hacía para poder distinguir las palabras que se perdían en el aire, aunque la tentación estaba.
-Do you come to places like this often?
La pregunta lo tomó ligeramente de improvisto. Dejó la copa sobre la mesa en su lugar y titubeó ligeramente al hablar, tal vez delatando sus nervios.
-Not really... -respondió, de forma sincera. Más allá de disfrutar la compañía del británico, se sentía fuera de su zona. Londres era una ciudad inesperadamente cálida y encantadora, pero definitivamente no era para él.
Tanto inglés ya le estaba atrofiando la mente.
Reino Unido, con sus encantadores ojos rojizos mirandolo con interés, lejos de ofenderse por su respuesta pareció reír con diversión, aunque también le sonrió con entendimiento.
-Lo noto -habló, en un español que a Argentina le resultaba sumamente cautivador -estos tipos de restaurante no deben ser lo tuyo. Estas tenso, Arge.
El argentino sintió sus mejillas colorearse ligeramente al ser como un libro abierto frente al británico: siempre vislumbraba sus inseguridades con demasiada facilidad. ¿Cómo le explicaba que, más allá de que el sitio si lo desesperara, sus verdaderos nervios eran porque aquella era su primera cita en plan romántico y no quería cagarla?
Ningún libro sobre consejos románticos podría amoldarse a su situación, porque UK era un rompecabezas difícil de armar que, más que abstracto, podía ser una obra cubista como esas de Picasso: un mosaico de formas que aún así tenían sentido, cada una con un aspecto único y diferente. Muchas perspectivas, demasiados colores.
Lo único que le había servido de ese libro de cien hojas a unos seis australes en la feria de su casa, fue ese consejo de decir algo serio y después algo chistoso para romper el hielo. El problema ahí era que el no era ni chistoso ni tampoco tenía la mas remota idea de que decir. Estaba en blanco.
Tocaba improvisar, o iba a quedar como un pelotudo.
-No pero... me gustan estos lugares, lo que pasa es que nunca vine a uno fuera de mi territorio, je -respondió, ocultando sus nervios mientras la copa bailaba entre sus manos -el menú está en inglés, la gente habla inglés...
-Tu también hablas inglés, y bastante bien. -UK se acomodó llevando una mano a su mentón, recargando su codo en la mesa para escuchar mejor al argentino -Pronuncias bien para ser un latino muy apegado a su acento.
Argentina rió ligeramente.
-Voy a tomar eso último como un halago -dijo, terminando de beber el vino en su copa, sin atreverse a servirse más. Necesitaba mantenerse cuerdo hasta al menos el postre, y aunque era de buen beber, no quería hacer ninguna escena en ebriedad, al menos no en la primera cita.
La puerta del lugar se abrió con algo de brusquedad que pasó desapercibida, el sitio tenía una impronta tan cálida y encantadora que era sencillo dejar pasar distracciones como aquellas. Argentina, ignorado el ruido, se perdió en la brillante mirada de UK, que lo observaba con un interés en cualquier cosa que pudiera decir: por momentos, el argentino se sentía indigno de esa atención. Él ni siquiera hablaba cosas interesantes, que el británico le prestara tanta atención era increíble.
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Ecos De Historias | Countryhumans
FanfictionUna colección de one-shots de countryhumans, con temáticas variadas y una longitud generalmente larga. -Actualizaciones MUY lentas (escribo cuando se me ocurre algo que, según yo, vale la pena) -¡Se aceptan pedidos!