Capítulo 3

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El semáforo aún no cambia a rojo y decides cruzar y evitar la espera en la intersección. Vas tarde a aquella invitación que te realizó aquellas chica deportista, una ventana de distracción a tu mente, que últimamente no para de torturarte a tiempo completo.

Pero, lo que ocurre los siguientes segundos te hace ver en cámara lenta, lo que ha sido tu vida hasta este punto.

Un fuerte impacto te hace estremecer y sientes que estás mareada, giras y giras y te quedas paralizada, a tu mente vienen imágenes sueltas de algunos momentos alegres de tu vida.

Una reunión familiar para celebrar el cumpleaños de tu madre, o cuando tú padre te levantaba en el aire y te hacía reír hasta dolerte el estómago.

Cuando tú hermano te hacía alguna travesura y lo seguías por toda la casa en busca de venganza.

El primer abrazo que te dió tu mejor amiga en el colegio, el consuelo sincero luego de un reto de tu maestra.

El primer amor, aquella chica senior que hacía latir tú corazón con fuerza, y la que te motivaba a levantarte cada mañana para quizás poder verla de lejos.

Tu primer beso con aquel chico guapo, el que te presento tu mejor amiga en aquella fiesta de despedida de la secundaria.

La alegria de tu madre cuando le dijiste que querías seguir sus pasos como actriz, nunca olvidarás sus lágrimas de felicidad.

El día en que la conociste en el piso nueve del canal, ella te robó el aliento solo de mirarla, ese día llegaste tarde al taller, y al entrar todos te observaron, pero cuando tus ojos se encontraron con los suyos, fue como si todo se congelará.

Algo contundente te presiona y el aire ha dejado de entrar en tus pulmones, tu cabeza se sacude y ahí todo termina. Tú último pensamiento va para ella, al final de tu existencia, solo su imágen sonriente queda impregnada en tu alma.





**


OOK


Maniobras hacia el orillo de la autopista y sueltas el cinto de seguridad, después que detienes tú auto. Junji te grita pero no escuchas lo que dice. Tus ojos siguen fijos en aquel desastre.

Un camión que venía del otro lado de la intersección no freno, y golpeó la parte trasera del auto de Orm. Lo siguiente fue otro auto en sentido contrario impactando al culpable inicial del choque, seguido de un estruendo de metal contra el pavimento, vidrios rotos cayendo en todas direcciones, y el golpe final contra la valla de seguridad vial de ambos vehículos.

Comienzas a correr en dirección al caos, una vez todo se ha detenido. Junji habla con alguien por teléfono, pero en este momento, lo menos que deseas es hablar. Tu corazón late frenético y el miedo se filtra por cada fibra nerviosa de tu cuerpo.

— Orm — gritas con todas tus fuerzas, aunque sabes que tú voz, no te ayudará. Sorteando los trozos de vidrio en el asfalto y tras pasar aquel auto dado vuelta, ves el de ella.

No se ha volcado y una rayo de esperanza cruza tu maltrecho estado emocional.

— Orm — vuelves a llamar una vez alcanzas el lado del conductor. Ella está apoyada contra el airbag y puedes notar una cantidad profusa de sangre corriendo por su mejilla. Está inconsciente.

Tratas de abrir la puerta, pero está trabada. El otro lado del auto está parcialmente destrozado, descartas tratar de ingresar por ese lado, a cambio, vuelves a la puerta del conductor y tiras de ella frenéticamente, no logras nada.

La adrenalina del momento, te hace golpear el vidrio con tu mano con frustración. Terminas lastimandote. Buscas algo, lo que sea en el asfalto con que romper esa ventana, pero no hallas nada.

No hay reloj que dé vuelta hacia atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora