Pesos Invisibles

13 1 0
                                    

Elena respiró profundamente, sintiendo el sabor agrio del metal en su boca, una mezcla del aire frío del laboratorio y su propia ansiedad reprimida. Los ataques de pánico ya no eran novedad, pero cada uno la debilitaba un poco más, erosionando la fachada de seguridad que intentaba mantener.

Sentía la presión constante de su entorno.

**el equipo depende de mi, los inversionistas me miraban como una promesa que lentamente se volvía humo, y mis padres...**

"No pienses en ellos ahora." se dijo, cerrando los ojos.

Mientras intentaba reponerse, la imagen de su padre, apareció en su mente. Elena había abandonado esa vida por el laboratorio, por el V.I.T.A., como si la ciencia pudiera redimir la impotencia que sentía hacia su propia familia.

**Debo hacerlo funcionar.**

Volviendo a aquella sala, a su regreso, parecía otra vez un espacio alienante. Su tacto contra las superficies frías era un recordatorio constante de lo lejos que se encontraba de sentir algo real, algo que no fuera la desesperación que crecía dentro de ella. Caminó hacia el dispositivo que estaba en el centro de la habitación, el V.I.T.A. brillando con una luz casi irreal bajo los focos del laboratorio. El proyecto era su todo, su creación, y sin embargo, empezaba a odiarlo, a sentir que cada intento fallido era una bofetada directa a su valor como ser humano.

**Esto no es lo que soñaba.** pensó mientras deslizaba los dedos por el metal frío del dispositivo.

**El V.I.T.A. debía ser la respuesta a los problemas energéticos del mundo, una forma de utilizar la propia energía humana para alimentar nuestras necesidades.** Pero ahora, más que una solución, era un reflejo de su propio fracaso.

Tomás la observaba desde el otro lado de la sala, midiendo sus movimientos. La relación entre ambos era tensa, cargada de silencios incómodos y miradas furtivas. Había noches en que Elena deseaba el contacto físico, pero siempre retrocedía en el último segundo. Sabía que cruzar esa línea no resolvería sus problemas. Aún así, a veces, en medio del agotamiento y el estrés, el deseo físico era tan abrumador que temía perder el control.

**No puedo permitírmelo. No debo usar a nadie para calmar esta angustia.**

"Doctora, ¿va a estar bien?" La voz de Tomás interrumpió su línea de pensamiento, trayéndola de vuelta al presente.

Elena lo miró, intentando que su rostro no delatara la batalla interna que libraba.

"Sí. Continúa con las calibraciones. Quiero ver los resultados antes del final del día."

Tomás asintió y volvió a su estación. A pesar de su competencia técnica, había en él una inseguridad palpable. Elena lo sentía en cada interacción. Es como mirarme a un espejo roto, pensó. La industriosidad de Tomás chocaba con su constante autoevaluación, su sensación de no ser suficiente. Lo entendía demasiado bien, como si él también cargara con un miedo profundo a ser rechazado, a no cumplir con las expectativas.

Los minutos pasaron y las pantallas comenzaron a reflejar los ajustes de los sensores. Elena volvió a su oficina, se sentó en su escritorio, revisando los datos con precisión clínica, pero su mente seguía divagando. Las comparaciones con otros líderes científicos, con viejos colegas que habían logrado cosas monumentales, pesaban en su conciencia.

**¿Por qué ellos sí y yo no?**

**¿Por qué siento que nunca es suficiente?**

La envidia se arrastraba por su pecho como una serpiente, silenciosa y venenosa.

De repente, sintió una opresión en el pecho, el temor a fallar una vez más era como una soga alrededor de su cuello. ¿Y si todo esto acaba en nada? La posibilidad de que el proyecto fuera un fracaso total no era solo una cuestión profesional, era una condena personal. El V.I.T.A. era su vida, su única manera de sentir que tenía control sobre algo, de alcanzar una unión completa entre mente y materia, entre lo tangible y lo intangible, como su deseo más profundo: una armonía perfecta entre sus múltiples facetas. Pero, ¿podía realmente lograrlo, o el fracaso la esperaría, como siempre, al final del camino?

Caída de los Nuevos Ícaros: El Pecado de Redefinir la CarneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora