Capítulo 1

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NENA

— Yo sé que ella no te invitó — confiesa mi mejor amigo con tono apenado.

Enarco las cejas a pesar de que no puede verme.

— Ya. No voy a negar que tiene sus razones para hacerlo  pero me parece una falta de respeto por su parte hacia tí.

Escucho como al otro lado de la línea Caleb suelta el aire pesadamente.

Estoy molesta con él, a pesar de que no fué el quién no me invitó a la boda, me molesta que siempre se deja mangonear y hace todo lo que ella diga como si su opinión no fuera nada en absoluto.

Caleb es buena persona, demasiado y por esa razón es presa fácil para las malas e intencionadas personas como lo es su futura esposa Karen y ni hablar de la víbora de su suegra que vive soltando veneno a diestra y siniestra.

Por si fuera poco Caleb es rico y es de conocimiento general que el dinero atrae a los buitres y por ello atrajo a Karen que lo engatusó al punto de hacer que mi amigo le pidiera matrimonio cinco meses después de conocerse.

¿Quién jodidos se casa tan rápido y prácticamente sin conocerse?

Es una completa locura, un rotundo error, la peor decisión y... mi amigo lo cometió.

Me masajeo las sienes que comienzan a punsarme, éste tema me viene trayendo malestares desde que me presentó a la perra de Karen.

— No, no tiene razones, ella no debería no haberte invitado y además tampoco me habló de su desición — hace un silencio tras ésto como si no creyera aún lo que hizo "la santa" como el cree de su futura esposa. Hay amigo si supieras.— Tienes que estar aquí conmigo, hoy es mi día y tenerte a mi lado en este momento tan importante lo es todo para mí. No somos amigos, somos hermanos y te prometo que éso ni ella ni nadie lo va a cambiar.

Trago el nudo que se me forma en la garganta. Aunque sus palabras son bonitas y me conmueven por desgracia, para mí están vacías, porque creo fuertemente que en algún momento ella va a separarnos por completo y él no va hacer nada por impedirlo.

— ¿Qué quieres?

— Que estés aquí— responde y siento el cariño y el anhelo en su voz.

— Por favor— agrega luego de unos segundos vacilantes.

No sé si es lo mejor, pero sé lo que tengo que hacer y haré.

— ¿Dime la dirección?

Entro con rapidez en el bar donde trabaja mi hermana y al pasar por una mesa me llevo una servilleta manchada de labial que había encima.

— Repite.

Le pido algo con que escribir a mi hermana y con un lapicero en la mano escribo lo que más o menos pude entender por culpa de la música.

— Oye ¿cuál es el número de...?

Me interrumpo cuando al otro lado de la línea se comienza a escuchar una discusión y además de un no la quiero aquí y un te pone en mi contra, no escucho más nada hasta que el pitido de la llamada me taladra el oído. La maldita cortó la llamada y me coso el coño si no es así.

Miro la dirección que tengo en la servilleta sucia y entrecierro los ojos hacia ella, no estoy muy segura con la última parte de la dirección pero ya lo resolveré.

Me retoco el pintalabios como puedo en la barra y me aliso el moño con las manos llamando la atención de mi hermana que se acerca a mí a pesar de tener un montón de gente llamando su atención para que los atienda.

¡Yo me opongo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora