Daia Bridgerton era una joven doncella encantadora, era perfecta, su único defecto fue ser la otra D, vivió bajo la sombra de Daphne todas su vida, tanto que en su debut haría lo posible por destacar más que daphne, consiguiendolo todo por cuenta pr...
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Daia
La lluvia había llegado de sorpresa al baile de Daphne, pero había dejado una hermosa escena, a los duques de hastings bailando enamorados como si fuera la primera vez.
—El amor siempre termina venciendo, ¿no lo crees hermano?—dije a mi hermano Anthony que estaba a mi costado.
—bueno, hay excepciones—menciono desinteresado a lo que sonrei.
—algún día llegará tu vizcondeza—dije con una sonrisa.
—y será por deber—dijo el disuadiendo mis ideas.
—ya veremos—dije divertida, sentía una fuerte mirada en mi, gire mi cabeza pero no había nadie.
Me aleje de toda la escena porque quería un poco de limonada, tome un vaso pero a través de una tela que estaba de decoracion vi la silueta de un hombre.
—¿quien es?-—regunte alerta de que se haya metido un loco.
—tranquila señorita, no soy un monstruo—dijo el hombre con un acento raro.
—claramente, porque no existen—dije con ironía—pero ningún hombre honorable se esconde tras una manta—dije.
—es porque no soy cualquier hombre—dijo el.
—me esta estresando, soy la hermana de la duquesa y si quiero ahora mismo le tiro mi vaso de limonada—dije ya con poca paciencia al ver que el hombre no revelaba su identidad.
—porfavor señorita bridgerton, tampoco hay que tomar el camino de la violencia—dijo el hombre en un tono burlon.
—¿como sabe que soy una bridgerton?—pregunte con el ceño fruncido.
—todos saben que la duquesa es hermana del vizconde bridgerton así que sería extraño que usted no lo fuera—dijo.
—bueno tiene un punto—dije entrando en razón—al menos podría mostrarme sus ojos, soy buena para adivinar—dije para después beber un sorbo de mi limonada.
—no me ha visto nunca en su vida, no soy aquí, soy de Portugal—dijo el hombre, ahora concordaba su acento.
—eso explica mucho, ¿pero que hace aqui? —pregunte con el ceño fruncido.
—Soy un buen amigo del duque y de hecho también de su hermano, estudiamos juntos la universidad—explico el hombre.
—El unico portugués qué mi hermano conocio fue un príncipe, pero supongo que el príncipe no es tan cobarde como para esconderse tras una tela—dije y observé como el hombre dejó ver sus ojos, era de una azul muy bonito.
—Entonces ¿usted piensa que soy un cobarde?—pregunto divertido.
—cualquiera lo haría si lo viera—dije sin apartar mi mirada de sus ojos—pero no voy a perder lo que queda de noche con usted señor, me retiro—dije despidiendome con asentimiento.
—El gusto es solo suyo—dije y me aleje de ese lugar, ese hombre no ha de ser muy honorable si se escondía tras una tela.
Al terminar la noche y estar de vuelta en casa, no pude evitar pensar en sus ojos oceanicos. No eran como los míos, ni como los de Benedict, ni los de Eloise, ni los de mi madre y menos como los de daphne, sentía que ya había visto esos ojos, supongo que estaré loca, ¿como unos ojos me podían tener tan obsesionada?.
