4. Jueves

242 15 0
                                    

Los días posteriores al evento en el museo pasaron relativamente tranquilos para Chiara. Aunque el recuerdo de su conversación con Violeta seguía presente, había optado por dejar que las cosas fluyeran sin forzar la situación. No quería parecer que estaba buscando algo que aún no entendía del todo. De todas formas, sabía que si el destino lo quería, volverían a cruzarse. Por ahora, su vida seguía ocupada entre sus proyectos artísticos y las salidas con sus amigos más cercanos.

Aquella tarde, había quedado con Martin y Ruslana para tomar algo en una pequeña cafetería escondida en una esquina del barrio de Malasaña. Amaba ese lugar, con su decoración retro y las sillas desvencijadas que, a pesar de todo, mantenían su encanto.

—¿Y entonces? —preguntó Martin con curiosidad, mientras daba un sorbo a su café—. ¿Has vuelto a saber algo de Violeta?

Chiara negó con la cabeza, esbozando una leve sonrisa.

—No, nada. Tampoco es que esté esperando un mensaje ni nada por el estilo —respondió, tratando de restarle importancia a la situación—. Si tiene que pasar, pasará. Además, tampoco la conozco lo suficiente como para estar dándole vueltas.

Ruslana arqueó una ceja, incrédula.

—Ya, claro. Pero no me engañas, Chiara. Desde que volvimos de esa exposición has estado un poco más... no sé, distraída.

—¿Distraída? —replicó la pelinegra con una risa ligera—. Creo que estás exagerando.

—Tal vez, pero te conozco bien. De todos modos, lo que diga el destino. Aunque si dependiera de mí, ya estarías buscándola —añadió Ruslana con una sonrisa cómplice—. Si no te animas pronto, capaz que la pierdes de vista.

—Ruslana siempre tan directa —bromeó Martin, haciéndola reír—. Pero tiene un punto, Chiara. No te cuesta nada pedirle su contacto a Alex.

Chiara se encogió de hombros.

—Ya lo sé, pero no quiero parecer desesperada ni hacer que algo tan natural se vuelva forzado.

Martin y Ruslana intercambiaron miradas, sabiendo que no iban a poder cambiar de inmediato la opinión de su amiga.

En otro punto de la ciudad, Violeta caminaba por una de las galerías de arte que tanto le gustaban. A pesar de que se encontraba rodeada de pinturas y esculturas que normalmente lograban cautivar su atención, su mente seguía volviendo una y otra vez a la figura de Daniela.

Daniela había sido parte de su vida en un momento muy importante, y su reaparición inesperada la había dejado un tanto descolocada. Aquella relación, aunque no había llegado a concretarse de manera profunda, había sido lo suficientemente significativa como para quedarse con una sensación agridulce cuando terminó.

Mientras recorría la exposición, el sonido de su teléfono la sacó de su ensueño. Al mirar la pantalla, reconoció el nombre de Denna.

—¡Hola, Denna! ¿Qué tal?

—¡Violeta! ¿Te apetece tomar algo esta tarde? Alex también va a venir, y podría ser divertido que nos juntáramos los tres. De hecho, pensé que podríamos invitar a Juanjo también, para que nos acompañe.

Violeta dudó un momento. Por una parte, no tenía nada en contra de la idea de salir con sus amigos, pero la mención de Alex trajo de nuevo a su mente la posibilidad de obtener el contacto de Chiara. No quería parecer que estaba utilizando a Alex para eso, pero al mismo tiempo, la idea de acercarse un poco más a Chiara a través de esa oportunidad empezaba a tentarla.

—Claro, me parece bien —respondió finalmente—. ¿A qué hora nos vemos?

—¿Te parece a las siete? —sugirió Denna—. Podemos quedar en el bar de siempre.

El Arte del Destino - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora