Capitulo 4: El Eco de la Vulnerabilidad

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Ambientación: En el pueblo "valle del roble", fuera de la cabaña de Arturo y Antonella

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-Kuro se encontraba de pie frente a Arturo y Rocko, su figura destacaba bajo la luz del amanecer, cargando una mochila que le pesaba más por los recuerdos que por su contenido. Aún llevaba las vendas sobre su rostro, pero su tono, lleno de emoción, no dejaba dudas sobre su ánimo-.
-Yo... ya es hora de partir. De verdad, gracias por todo lo que han hecho por mí... pero esto no es un adiós. ¡Volveré a visitarlos siempre que pueda! -dijo con una sonrisa amplia, tratando de ocultar cualquier atisbo de melancolía-.


-Arturo lo observaba con una mezcla de orgullo y tristeza. Sabía que Kuro debía seguir su propio camino, aunque en su corazón algo se oprimía al verlo partir-.
-Ese día llegará antes de lo que crees. Antonella y yo siempre estaremos orando por tu bienestar, por un viaje sin sobresaltos... o al menos, no demasiados -respondió Arturo, esbozando una leve sonrisa, intentando que su voz no traicionara la ligera tristeza que sentía.


-Rocko, el fiel compañero, se frotaba contra la pierna de Kuro, como si entendiera que su amigo estaba por marcharse. Kuro, al sentir el contacto, se agachó para acariciarlo suavemente, sintiendo el peso de la despedida en su pecho, aunque no dejaba que lo viera-. -Gracias, Rocko... Siempre has estado ahí, incluso cuando Arturo y Antonella no podían. En los momentos más duros, cuando pensé que no podría seguir, tu compañía me dio fuerzas. Has sido más que un amigo para mí. -Kuro sonrió con tristeza-. Pero ahora... mientras yo no esté, será tu turno de cuidarlos a ellos, ¿eh? Confío en ti, amigo.


-Después de que Kuro terminara su despedida, Rocko ladró con alegría, saltando enérgicamente alrededor de él. Kuro no pudo evitar sonreír ante la energía inagotable de su compañero-. -Tu siempre tan enérgico... -dijo Kuro con una ligera risa-. Creo que eso es algo que compartimos tú y yo... Me hace feliz verte así. -Le acarició la cabeza con cariño-. Por favor, cuida bien de Arturo y Antonella. -Kuro detuvo las caricias hacia Rocko y levantó la vista hacia Arturo, con una ligera preocupación en su rostro-. -Hablando de Antonella... -preguntó, haciendo una pausa mientras su mirada se volvía más seria-. No la he visto desde esta mañana. ¿Dónde está?


-Antes de que Arturo pudiera responder, un grito resonó a lo lejos. Era Antonella, quien corría apresurada hacia donde estaban Kuro y Arturo-. -¡Kuro, espera! ¡Tengo algo para ti! -exclamó, agitada pero sonriendo-.

-Cuando por fin llegó junto a ellos, le extendió una bolsa de plástico que sostenía con ambas manos. Su rostro irradiaba felicidad, aunque una ligera tristeza se asomaba en sus ojos-.

-Tómalo, Kuro. -Le entregó la bolsa con un tono cálido y suave-. No es mucho, pero es lo que pude conseguirte... Quizá te sea útil en tu viaje -. La ternura en su voz hacía eco de su sincero afecto-.


-Kuro, al tomar la bolsa de plástico, sintió curiosidad por lo que había dentro-. -¿Qué es esto? -preguntó mientras abría la bolsa lentamente. Al ver su contenido, descubrió unas cuantas botellas de agua, comida enlatada y algunos refrigerios-. -Ay... muchas gracias, Antonella, pero... -su tono se volvió más suave, reflejando una mezcla de pena y gratitud-. No puedo aceptarlo... ya me han ayudado tanto mientras estuve aquí. Además, deben cuidar su dinero por las cuotas... es mejor que lo guarden ustedes.

Uchū ni taisuru dākudoragon (El dragón oscuro contra el universo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora