—Papi.
—¿Qué es, estrellita?Murmuró Charlie mientras la alzaba en sus brazos. Iba a despertarla para la escuela, pero se dio cuenta de que estaba ardiendo en fiebre. Estaba asustado, pero ya tenía experiencia; mostrar sus nervios solo lograría que su bebé empezara a llorar.
—No me siento tan bien y no quiero ir a la escuela.
—No iremos a la escuela hoy. Papi te llevará con el mago que te curará, y así podrás sentirte muy bien.El "mago" era el pediatra de Altair. Charlie se quedó sentado junto a la cama, observando el rostro de su hija mientras dormía. La fiebre le había dado un tono sonrojado en las mejillas, pero a pesar de eso, había una paz en su expresión. Su mente daba vueltas, lidiando con la preocupación de ser padre de una niña mágica en un mundo donde él no compartía esa habilidad.
Las burbujas... No era solo un juego inocente; era un recordatorio de la herencia que Altair había recibido, una conexión a su madre que Charlie había perdido. Se levantó, sintiendo la impotencia crecer en su pecho. No podía permitir que su hija se sintiera sola en este mundo, pero tampoco sabía cómo protegerla de los peligros que la magia podría traer.
Al día siguiente, después de que Altair se despertara sintiéndose un poco mejor, Charlie decidió llevarla a dar un paseo. Necesitaba aclarar sus pensamientos, y un poco de aire fresco podría ayudar. Al salir, sintió la calidez del sol en su piel y vio cómo Altair sonreía al ver las flores que comenzaban a florecer en el jardín.
—Mira, papi, ¡flores! —exclamó, acercándose a un ramo de margaritas.
—Sí, son hermosas —respondió Charlie, agachándose para estar a su altura—. ¿Sabes qué? Cada una de ellas es especial, como tú.
—¿Como yo? —preguntó Altair, con curiosidad.
—Exactamente. Tú tienes una magia única dentro de ti, una que te hace especial —dijo, eligiendo sus palabras con cuidado—. Pero también debes ser cuidadosa. Hay cosas que aún no entiendes sobre eso.Altair lo miró, confusa.
—¿Por qué no puedo hacer burbujas con otras personas?
Charlie respiró hondo, sintiéndose abrumado. Sabía que no podía esconderle la verdad a su hija, pero temía que el mundo no estuviera preparado para ella.
—Es complicado, cariño. No quiero que te lastimen. A veces, las personas no entienden la magia, y pueden asustarse. Solo quiero protegerte.
—Pero me hace feliz —replicó Altair, apretando las manos—. ¿No puedo hacer burbujas cuando quiera?
—Puedes hacerlo, pero solo en casa, donde estés segura. Prometo que te ayudaré a entender tu magia, pero tenemos que tener cuidado —respondió Charlie, sintiéndose más seguro de sus palabras.Altair asintió, aunque la decepción era evidente en su mirada. La pequeña quería explorar, disfrutar de su magia, pero entendía que su padre solo quería protegerla.
—¿Puedes enseñarme a hacer otras cosas? —preguntó con esperanza, intentando cambiar el ambiente.
—Claro que sí. Pero primero, hay que asegurarnos de que estés completamente sana. Después, te prometo que encontraremos un lugar donde podamos practicar.La niña sonrió, y por un momento, la tristeza en el corazón de Charlie se desvaneció.
En los días que siguieron, Charlie dedicó tiempo a investigar sobre la magia. Habló con viejos amigos, brujas y magos que conocía, intentando aprender cómo ayudar a Altair a entender su don. A medida que pasaban las semanas, descubrió que, aunque la magia podía ser peligrosa, también era maravillosa y hermosa.
Cuando Altair finalmente se recuperó, Charlie la llevó al bosque cercano.
—Aquí es donde comenzaremos —dijo Charlie, mirando a su hija con determinación—. Pero recuerda, siempre debemos tener cuidado y ser responsables con nuestra magia.
Altair asintió, la emoción brillando en sus ojos.
—¿Vamos a hacer burbujas? —preguntó, su voz llena de entusiasmo.
—Empezaremos con eso, pero también aprenderemos a controlar lo que creamos —dijo Charlie, sintiendo que el camino a seguir era claro—. Esto es solo el comienzo, estrellita..
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Altair It's a star
RandomDesde que aprendí a razonar me hacia la misma pregunta ¿Qué sentido tiene la vida si la muerte es inevitable?... Nunca supe la respuesta y creo que a pesar de lo que me está pasando mi cerebro sigue sin comprender lo que es el sentido de la vida. Pe...