Emiliano adora los días soleados y el café.
Valentín adora verlo feliz durante esos días.
Puede que para el resto del mundo sean solo dos Countryhumans del montón, pero para ellos dos, el uno es muy importante para el otro. Son amigos, casi hermanos...
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Arauca, Colombia - 9/07/1923
Muchos experimentos conocidos se llevaron a cabo gracias a la práctica, a la interrogante planteada en esas creativas y curiosas mentes: «¿qué pasaría sí...?». Es entonces cuando el venezolano toma a una de las gallinas que reposaba tranquila en el corral, con el fin de llevar a cabo su idea.
Emiliano sabe que tan solo cinco minutos alejado de él, estando en aquella finca que le heredó su padre, podría significar que algo estaba tramando. Más cuando el silencio reina en la sala, a las cuatro de la tarde que es cuando se pone a ver televisión. Por lo que irlo a buscar no es una idea tan descabellada, si no involucrara dejar su café recién hecho a un lado para hacerlo.
Igual, ya es un Country adulto, ¿no? No haría cosas tan irracionales. O eso se diría si no se tratara de Valentín.
Soltando un pesado suspiro, se apoyó en el mesón antes de dejar su calentito café reposando en el mismo, levantándose en el proceso de la silla que posaba frente a la ventana y daba vista a la inmensa llanura. Claro, dejar todo ese ambiente por un «joven próximo a ser adulto» incapaz de mantenerse quieto y sin vigilancia por un rato.
Sin embargo, el cacareo y el sonido de algo inflándose empezaron a captar su total atención. Dejó de lado sus pensamientos de ignorar aquella creciente preocupación, para ir rumbo a dónde provenía ese ruido. No pudiendo crearse una imagen mental de lo que podría encontrarse apenas llegue a ese lugar. Quizá no se trataba del venezolano, todo es posible cuando eres alguien de suma importancia para un país, más si son dos.
──¡Pero quédate quieta, Vainilla! Te estoy ayudando ──O, en efecto, se trataba de su compañero.
──Valen, ¿qué ha..., ces? ──Su voz se cortó apenas salió al patio.
Cuando el rubio se dió cuenta de su presencia, sonrió como si amagarrar una gallina a un montón de globos inflados con helio no fuera raro. De hecho, para él no era raro, solo estaba dejando fluir su imaginación y curiosidad, tal cual le dijeron apenas unas semanas atrás. Por eso mismo, planeaba decirle al colombiano apenas terminara de lograr su cometido:
──¡Haré volar una gallina!
Emiliano no supo si su determinación era admirable o estúpida, así que su respuesta se tardó en llegar para poder analizar bien la situación.
La pobre gallina de plumas tan blancas y esponjosas como las mismas nubes no les decía nada, pero en su interior sabía que estaba pidiendo auxilio. No quiso retar al contrario tampoco, ya que estaba consciente de que no lo hacía con la maldad que otros se atreverían a pensar. Sin embargo, en su opinión, no dejaba de ser una decisión bastante absurda e incluso peligrosa para el pobre animal.
──Vainilla podrá cumplir sus sueños──continuó──, podrá volar como las demás aves y..., y las demás aves ya no se reirán de ella por no tener su misma capacidad.
──Valen ──Lo llama con calma──, Valen, por favor.
Su mirada lo dijo todo, no hizo falta alzar la voz o sonar grotesco. La mirada de reproche que esos ojos esmeraldas le daban fue suficiente para darle a entender que lo que estaba haciendo no era correcto. En respuesta, hizo una mueca, empezando a explotar los globos hasta dejar caer la gallina.
──Ya, ya, mamá Emi ──Rodó los ojos ──. No me dejas divertirme.
┉┅━━━━━━━━━━━┅┉ ❝ Valentínes diferente, Emiliano lo sabe y no lo quiere menos por eso ❞
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