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i. MALAS DECISIONES.
UNA SEMANA DESPUÉS DE QUE SATORU ESTUVIERA EN EL HOSPITAL su abogado había llegado con malas noticias acerca del caso de Megumi. El muchacho ya se encontraba mejor pero aún así no lo habían dejado salir del hospital y dos policías cuidan de la puerta. No dejan pasar a nadie que no sea familiar directo del pelinegro y en esa semana Satoru había estado al pendiente de todo lo que sucedía el caso seguía en investigación y aun no habían dicho de que modo procederían. De igual forma Nanami también había logrado sacar varias opciones para el pupilo del albino.
Nanami solito a Gojo en su oficina ahí mismo le explicaría lo que sucedería y como podrían proceder en caso de las diferentes maneras en que todo se daría.
A Gojo lo único que le importaba era que su pupilo estuviera bien y no fuera a terminar en la cárcel.
El auto del albino se detiene frente al bufete de abogados, lugar en el que trabaja Nanami. Estaciona cerca y baja de su lujoso auto Gojo no se preocupaba por el dinero al final de cuentas sus padres le habían dejado una gran herencia. Dentro del estacionamiento la elegancia se puede ver por todos los rincones hay silencio y hay un dulce aroma a lavanda.
El albino se dirige a la recepción donde se encuentra la secretaría. Antes de que hable está le hace una seña de que aguardé un momento.
──lamento la espera.── habla tras haber terminado lo que hacia.── pero dígame ¿en qué puedo ayudarle? es un gusto atenderle.
──vengo a buscar a Kento Nanami.── responde dejando de ver los cuadros que habían en las paredes.
──perfecto ¿puede darme su nombre? por favor.── le pide amablemente.
──Satoru Gojo.
La secretaria comienza a buscar el nombre del albino en la computadora y tras una pequeña búsqueda da con el nombre del susodicho.
──muy bien señor Gojo, el señor Kento lo espera en su oficina. Es la número treinta.── le explica dándole una sonrisa.── adelante puede pasar.
Gojo asiente con la cabeza y se retira de la recepción e ingresa en el establecimiento.
El lugar no es muy grande pero podría perderse fácilmente sin indicaciones.
Va contando los números que hay en las puertas para no perderse hasta que llega a la número treinta. Frente a la puerta que es toca un par de veces y luego ingresa.
