ꜱʜᴀᴅᴇꜱ ᴏꜰ ᴄᴏᴏʟ

capítulo I

Los penetrantes rayos del sol que se filtraban a través de la ventana terminaron por despertar a Seo Changbin. Con el peso del cansancio llenando su cuerpo comenzó a incorporarse en el incómodo sillón, de nuevo, se había quedado hasta tarde esperando. paseó la mirada por la estancia, pero no había señales de que Hyunjin hubiera llegado durante la madrugada.

Con la desilusión invadiendo cada rincón de su alma, se levantó. El reloj que se encontraba al lado del viejo librero marcaba las ocho en punto; si no se apresuraba, llegaría tarde al estudio, y no se encontraba de ánimos para recibir una llamada de atención.

Rápidamente comenzó a alistarse, pero su mente seguía ocupada pensando en lo que habría pasado con Hyunjin esa noche. Su preocupación era genuina, tanta que su parte racional solo la calmaba al concluir que, en ese momento, probablemente estaba despertando entre los brazos de alguien más. Era casi un pecado pensar esas cosas de la persona que amas, pero conociéndolo sabía que todo era posible.

Tomó las llaves del coche y salió de casa a las ocho y media. No podía quedarse más tiempo allí; le enfermaba seguir pensando en el paradero del azabache mientras se hundía en ese horrible sillón.

No tardó mucho en llegar a la empresa. Hizo su registro de entrada y se dirigió a su pequeño estudio. Tenía trabajo por hacer; hoy se suponía que comenzaría la grabación y producción del nuevo álbum de Hyunjin. Trataba de mantener su mente ocupada para no pensar, pero el hecho de que ambos fueran compañeros de trabajo complicaba las cosas. Si Hwang no regresaba a él por amor, al menos lo haría por el trabajo, ¿verdad?

Alistó el lugar para la llegada del artista; de su artista. Su teléfono marcaba las nueve y cuarto, probablemente se le había hecho tarde. Para hacer más llevadera la espera, decidió comenzar a trabajar en las pistas del resto de las canciones que había compuesto.

El trabajo era una de las cosas que Seo Changbin más valoraba en el mundo. Crear melodías y letras le permitía explorar y divertirse, entregando en cada una de ellas una parte de su alma. Para él, la música lo era todo. Había comenzado a trabajar como productor hace siete años en su compañía actual, donde conoció a Hwang Hyunjin, el chico más atractivo y amable que jamás había visto. Desde su llegada, comenzaron a trabajar juntos: Changbin como productor y letrista de múltiples melodías, y Hyunjin como el intérprete y voz de todas las palabras que Seo expresaba en sus canciones.

Ambos habían sido un dúo dinámico durante años. Las divertidas tardes de grabación, la creación de nuevas letras y la composición de melodías que compartían los convirtieron en amigos muy íntimos en poco tiempo. Dos años después de empezar a trabajar juntos, iniciaron una relación, que decidieron mantener en secreto debido a los contratos y a la creciente cantidad de los fanáticos de Hyunjin. Para Changbin, era una relación de ensueño, y aún no lograba entender qué había cambiado entre ellos.

Cuando trabajas en algo que amas, el tiempo vuela sin que te des cuenta. El reloj en la pequeña sala marcaba las doce con cuarenta minutos, y para ese punto los ánimos de Changbin estaban por los suelos. No tenía otro remedio más que llamarlo. Pudo haberlo hecho hace horas, pero su orgullo se lo impedía. Todavía quería creer que su hombre tenía salvación alguna.

Un tono, dos tonos; el tercero y el cuarto llegaron. Estaba a punto de desistir e irse a casa de vuelta, sin embargo la familiar voz de su novio sonó a través del parlante.

-Cariño, ya estoy cerca de la empresa, espera un poco más ¿Si? - Para Changbin le fue inevitable no notar el apuro en su voz.

Estuvo por responder, pero la llamada fue cortada.

Sin más esperó, como usualmente lo hacía, solo que ahora tenía la certeza de que él sí llegaría.

Pasaron díez minutos cuando el ruido de los apresurados y torpes pasos de su novio se hicieron presentes en la habitación. Junto a ellos la imagen de un trasnochado Hyunjin se hizo presente, Seo podía sentir el olor a alcohol y cigarrillo en la ropa del pelinegro que estaba frente a él, pero el solo hecho de verle le alegraba el corazón. Una sonrisa se escapó de sus labios mientras se acercaba al pelinegro.

Con cada paso que daba, sentía cómo el enojo acumulado en su cuerpo se desvanecía. Hwang Hyunjin era su vida entera, no podía molestarse con él, no ahora que, por fin, lo tenía frente a sus ojos. No en ese momento, cuando toda la atención del pelinegro estaba centrada en él.

Sin poder evitarlo, se acurrucó en el pecho del pelinegro. El aroma a diversas sustancias y perfumes distintos invadió su nariz, pero su mente estaba más ocupada en disfrutar la presencia de su novio.

-Hyunnie, cariño, te extrañé. Anoche no llegaste a casa...

-Lo sé, cielo, pero ya sabes que no puedo posponer los eventos con los demás artistas. No puedo dejar que piensen que sucede algo con alguien más; sabes que esto es secreto. -La crudeza de sus palabras hacía que la habitación se sintiera fría, una realidad que Changbin no había querido afrontar. - Pero no te preocupes, cielo, sabes que al final siempre estaré para ti -susurró, antes de dejar un tierno y suave beso en los labios del más bajo.

Esas simples palabras bastaron para acallar los gritos y súplicas de amor que el corazón de Seo Changbin clamaba. Después de todo, siempre habían sido ellos dos contra el mundo. Todo lo que alguna vez deseó lo había encontrado en los cálidos brazos de Hwang: un amigo, un confidente, su más grande amor. Sabía que su chico no era perfecto, pero ¿quién lo es en este mundo?

-Te amo Hyunnie, sé que lo sabes. - Se separó de su pecho para mirar a sus bellos ojos negros y poder dejar un casto beso en su mejilla. -Vamos, tenemos cosas por grabar hoy. -

Y así, la tarde se desvaneció con ambos chicos sumergidos en su trabajo. La sala se llenaba de la melodiosa voz de Hyunjin y de las precisas indicaciones de Changbin. Mientras el castaño se mantenía absorto en su teclado, ajustando cada detalle, el pelinegro se concentraba en su canto, dando una interpretación tan angelical que hacía que Changbin cayera rendido a sus pies.

El regreso a casa fue encantador. Disfrutar de un paseo en auto con Hyunjin era uno de esos raros placeres que más le encantaban a Changbin. A pesar de todo, sentía que su día había terminado de una manera agradable; tener a su novio a su lado le hacía sentirse amado. Sabía que ese momento no duraría mucho, así que lo apreciaba al máximo. La compañía del dueño de sus pensamientos era un privilegio que no siempre podía disfrutar.

Las pequeñas charlas triviales calentaban el corazón de Changbin. Escuchar la encantadora risa de Hyunjin y observar su perfil mientras conducía parecía un sueño hecho realidad.

Entrar a su hogar y sentir que estaba completo era una sensación indescriptible para Seo. Su hogar, lejos de sentirse vacío y silencioso, estaba lleno de una nueva energía cálida y reconfortante. La luz de la luna se filtraba suavemente a través de la ventana del salón, bañando la habitación en un resplandor plateado que reemplazaba la necesidad de encender las luces. El brillo del astro en el cielo les ofrecía una compañía silenciosa.

Ambos se prepararon para descansar, conscientes de que había sido un día largo y cargado de emociones. Para Changbin, el día había estado lleno de sorpresas pequeñas y grandes, y la mayor de ellas era la presencia de Hyunjin a su lado. El simple hecho de no estar solo, de compartir estos momentos de tranquilidad, era algo que no ocurría con frecuencia y que valoraba profundamente.

Esa noche, Seo Changbin podría dormir con una paz inusual. Sabía que la atención y el amor de Hwang Hyunjin serían exclusivamente para él. No habría intrusos ni distracciones que interrumpieran. En el silencio de la noche, con la luna como testigo silencioso, se entregaba a la inusual sensación de sentirse amado. Esta noche, al menos, podría descansar tranquilo y sin preocupaciones, sabiendo que su corazón y alma estaban en una paz inquietante.

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