CUARTO DÍA.

286 37 1
                                    

006.


Ese día Jungkook no acató órdenes. Seguía enojado por lo de la noche anterior, pese a que después hubo una segunda ronda muchísimo más salvaje e intensa. No podía creer que Vim hubiera tenido el descaro de contestarle a su novia y, peor todavía, llamarlo "puta" y ofenderlo de tal manera. Simplemente no iba a olvidarlo nunca. Kook siempre fue rencoroso; tal vez, demasiado para su gusto.

—Buenas noches, cariño —como era usual, Vim entró a la habitación y lo primero que hizo fue quitarse la chaqueta. Suponía que Jungkook estaría con la lencería que le ordenó ponerse antes de irse a trabajar, pero su sorpresa fue grande tras hallar al pelinegro en la cama, completamente vestido y observando la televisión con simulado interés—. ¿Qué se supone que estás haciendo?

No obstante, el menor no respondió. En cambio, tomó el control remoto del aparato, empezando a cambiar rápidamente los canales. No miró al pelirrojo ni de reojo.

—Tenemos un maldito trato, Jungkook —reprochó, deshaciéndose con patente ira de su camiseta, dejando en exposición su torso repleto de tatuajes—. Me importa una mierda que sigas enojado, aquí las cosas...

El volumen del televisor lo interrumpió. Jungkook había elevado el sonido con la intención de que la voz del otro pasara desapercibida. Sencillamente no estaba de humor.

Y Vim tampoco.

—¡Te metiste en esto porque lo quisiste, joder! —Vociferó en cuanto desenchufó el mecanismo. Kook resopló.

—¡Hoy no quiero hacer nada contigo!

—¿Y crees que tienes elección o algo así? —cuestionó con burla, desprendiéndose de su cinturón—. Pactamos que en toda esta semana no tendrías derecho a opinar. Tú fuiste quien perdió la apuesta, por ende... —dobló la correa en su mano, acercándose rápidamente a la cama. Kook retrocedió en seguida—. Me vas a dar lo que quiero gustes o no.

En medio de un ajetreo impresionante, Vim amarró las manos del azabache con su cinturón por detrás, lo volteó en la cama, dejándolo boca abajo y tomó con indudable brusquedad aquellas caderas, alzándolas.

—¡Que hoy no, joder! —insistió Jeon cuando su pantalón fue violentamente bajado junto a la ropa interior.

—Cállate y disfruta, cariño —y dicho aquello, bajó sus propias prendas inferiores, liberando su erección, la cual entró violentamente en el agujero de Kook, quien gritó adolorido. Vim en ningún momento había sido amable con él. Las penetraciones que le daba fueron salvajes desde un principio. Ni siquiera en su primera vez tuvo la cortesía de ser más delicado y, de cierto modo, Jungkook ya estaba acostumbrado.

—Ah... ah... —inclinando su torso, mordió la almohada que se hallaba a unos cuantos centímetros. Trataba de zafarse del agarre; sin embargo, este era lo suficientemente resistente como para que todos sus esfuerzos fueran en vano—. Ah... joder... —gimió, también mordiendo su labio inferior en el proceso—. ¡Ah! —una sólida nalgada fue dejada en su glúteo izquierdo, que rebotó ante el impacto.

Por curioso que sonara, fue víctima de una erección alrededor de minutos. Cada dolorosa embestida era... extraña, pero placentera. Una singular emoción abarcaba su cuerpo, dándole ese tipo de reacciones inoportunas.

—Muy bien, cariño... —gruñó Vim, halando de aquellas hebras negruzcas con su mano libre. La otra la estaba empleando en masturbar a Jungkook, quien gemía como gatita en celo—. Ya casi... —con su tono de voz más ronco de lo habitual, terminó por correrse en el culo del menor, que llegó al clímax en la mano que lo tocaba—. Mañana quiero verte con lencería sí o sí —Susurró en el oído adverso tras inclinar su torso. Sintió perfectamente la anatomía de Jeon tensarse bajo su roce—. No me hagas enojar, primor.

Y como un buen sumiso, Kook asintió.

VIM © vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora