DOCE.

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  Era un domingo claro, de esos donde el sol, en su esplendor, no deja lugar para las sombras. Taemin despertó antes del amanecer, con el deseo de sentir la brisa marina acariciando su rostro. Habían pasado tres días desde que él y Minho se habían convertido en novios, y todo parecía diferente, como si una puerta a una nueva vida se hubiese abierto. Se sentía más ligero, más libre, como si todas las heridas del pasado fueran meros fantasmas que ya no tenían poder sobre él. En su corazón, sabía que por fin estaba comenzando a vivir de verdad.

Al bajar a la cocina, un aroma familiar lo recibió, y ahí estaba Minho, con su espalda fuerte y sus brazos largos moviéndose con habilidad mientras cortaba las verduras. Taemin se detuvo en la puerta por un momento, observándolo, admirando la tranquilidad que su sola presencia le brindaba. Se acercó silenciosamente y lo rodeó con los brazos, apoyando su cabeza en aquella espalda amplia que lo hacía sentir seguro.

—Buenos días, Min —susurró contra él.

Minho, con una sonrisa que no necesitaba palabras, inclinó ligeramente la cabeza hacia él, disfrutando de la intimidad del momento. —Hermoso, ¿cómo amaneciste? ¿Pudiste dormir bien?

Taemin, aún medio abrazado a él, sonrió suavemente. —Creo que sí. Las pesadillas... siento que ya no están. Es extraño, pero me parece que se han ido.

Minho dejó el cuchillo a un lado y se giró, mirándolo con una mezcla de alivio y ternura. Le tomó el rostro entre las manos y lo besó lentamente, un beso que no necesitaba ser apasionado, sino lleno de dulzura, como si en ese gesto prometiera cuidarlo siempre.

—Me alegra que así sea —dijo tranquilamente. Desde que se habían hecho novios, Minho había decidido dejar de velar por él en las noches. No quería que Taemin se sintiera invadido, por más que ambos extrañaran aquella cercanía silenciosa y en penumbras. Era un acuerdo ridículo, pero ambos sabían que estaban construyendo algo especial, paso a paso, sin prisas.

El sonido de una taza siendo colocada sobre la mesa los interrumpió. Siwon había entrado en la cocina con una taza de café, observándolos con una mirada que mezclaba curiosidad y algo más, algo que a Taemin no se le escapaba. Durante el desayuno, Taemin apenas podía concentrarse, sintiendo las miradas de Siwon, cada vez más inquisitivas. Su rostro se había encendido de un rubor suave, incapaz de evitar la incomodidad al pensar en lo que Siwon podría estar deduciendo.

—¿Irás a la playa hoy? —preguntó Minho, cambiando de tema y aliviando momentáneamente la tensión.

—Sí, quiero aprovechar el día. Comeré en el pueblo, pero regresaré antes del anochecer —respondió Taemin mientras recogía su bolso.

—¿Señor Siwon, necesita hablar conmigo antes de que me vaya? —preguntó con una ligera duda.

—No, ve tranquilo. Que tengas un buen día —respondió Siwon, dándole una mirada que lo dejó con la sensación de que algo más había quedado pendiente, pero sin más palabras, lo dejó partir.

Taemin fue por la bicicleta, acomodando sus cosas cuando de pronto recordó que había olvidado su cartera. Con un suspiro, volvió a la casa y, mientras subía las escaleras, las voces de los hermanos Choi le llegaron con claridad.

—El miércoles es tu cumpleaños, Minho —decía Siwon con su tono habitual.

—Ya lo sé, no hace falta que me lo recuerdes. Para mí, es un día maldito —respondió Minho con frialdad.

Taemin se detuvo, agudizando el oído involuntariamente.

—Estaré aquí temprano, sin falta —insistió Siwon.

—No quiero que vengas. Esta vez tengo a Taemin —replicó Minho, tajante.

—¿Ya hablaste con él? Porque esas miradas que se dieron durante el desayuno no eran precisamente de amigos, ¿o me equivoco?

TAEMIN Y LA BESTIA. (2MIN)🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora