DOS.

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 El imponente edificio de Choi Company se alzaba majestuoso contra el cielo, con sus sesenta pisos de cristal y acero reflejando el brillo del sol. A la entrada, el vasto lobby, decorado con mármol pulido y columnas que se extendían hacia el techo, estaba dominado por una pantalla gigante que proyectaba en bucle un video promocional del corporativo. Las imágenes mostraban las vastas operaciones de la empresa, y cada ciclo de dos minutos comenzaba con la figura imponente de Choi Siwon, el director general. Un hombre de unos cuarenta años, de mirada penetrante y ojos oscuros que irradiaban una autoridad incuestionable. Su voz grave y resonante llenaba el espacio, envolviendo a todos los presentes mientras decía: 

"Bienvenidos al corporativo Choi, donde nos especializamos en el ramo de las importaciones y exportaciones. Somos los únicos que pueden poner el mundo a sus pies..."

El sonido de una voz interrumpió el ensimismamiento de Taemin, desviando su atención de la pantalla. Un empleado con expresión impaciente lo miraba fijamente.

—Si viene a solicitar el empleo de asistente, tiene que formarse en aquella fila como todos los demás —dijo, señalando con un dedo una larga hilera de hombres elegantemente vestidos.

Fue en ese momento cuando Taemin se percató de algo que había pasado por alto. Todos los hombres en la fila lucían sus mejores trajes, algunos incluso de marcas reconocidas. En contraste, él vestía un modesto pantalón de gabardina color crema, una camisa blanca que había perdido su frescura, y su único suéter, que alguna vez fue azul marino, ahora lucía gastado. No tenía nada mejor; todo lo que poseía, que no era mucho, estaba pasado de moda y en mal estado. 

Apenas podía recordar la última vez que había tenido un traje de vestir decente, quizá desde su graduación del bachillerato. Estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse, sabiendo que no podía competir para ese puesto. "Seguro todos tienen una carrera universitaria, o al menos un título en enfermería o terapia" —pensó con amargura. "¿Qué demonios hago aquí? Si no el ridículo, será mejor que me vaya..."

Pero justo cuando estaba por retirarse, las palabras de Lily resonaron en su mente: "Consigue ese trabajo." —Respiró hondo y se dijo a sí mismo: "Tengo que intentarlo. Ella no durmió toda la noche para hacerme los papeles de referencia, no puedo ser tan desagradecido." —Su sentido de responsabilidad, una de sus características más fuertes, lo empujó a formar parte de la fila. Mientras lo hacía, sintió las miradas de los demás candidatos, recorriéndolo de arriba abajo, evaluándolo, y sin duda, juzgándolo. Pasó media hora antes de que un hombre de rostro severo se acercara directamente a él.

—Usted, salga de la fila y sígame —ordenó con tono imperativo.

Taemin sintió un nudo en el estómago. "Eso es todo para mí," pensó avergonzado, obedeciendo la orden. Mientras caminaba detrás del hombre, alcanzó a escuchar las risas burlonas de algunos de los otros candidatos.

—Jiji, mira cómo se presenta, con esas ropas. Qué bueno que ya lo saquen, afea el lugar, parece un pordiosero —fueron solo algunos de los comentarios malintencionados que llegaron a sus oídos.

Esperaba que lo sacaran por alguna de las puertas de servicio del edificio, pero lo que sucedió a continuación fue completamente inesperado. El hombre le indicó que subiera al elevador privado y que presionara el botón del último piso. Taemin, confundido, apretó el número 60, y cuando las puertas del ascensor se cerraron, comenzó a sudar. No entendía nada. Según sabía, los últimos pisos estaban reservados para los directores generales. "Quizás hubo un error" —pensó, tratando de tranquilizarse. "Seguramente pedían al tipo que estaba detrás de mí, y el chico de la recepción se confundió. En cuanto llegue allá arriba, lo aclararé." —Esos pensamientos pesimistas siempre lo acompañaban, eran una sombra constante en su vida, algo que le debía a su jodido hermano gemelo.

 Las puertas del ascensor se deslizaron suavemente, revelando ante los ojos de Taemin un mundo completamente ajeno a su realidad. Lo primero que notó fue el departamento que se desplegaba ante él, un lujoso penthouse que parecía sacado de una revista de arquitectura. Cada rincón destilaba opulencia; desde el brillante mármol de las superficies hasta las obras de arte que adornaban las paredes. Era evidente que en ese lugar el dinero no era un problema, y el buen gusto se había asegurado de no dejar espacio para la vulgaridad.

Taemin recorrió el lugar con la mirada, admirando cada detalle. La decoración era moderna, con líneas limpias y colores sobrios, pero cálidos, que ofrecían una atmósfera de elegancia sin esfuerzo. Muebles de diseño, cuidadosamente seleccionados, ocupaban los espacios de manera estratégica, creando un ambiente acogedor pero majestuoso. Taemin suspiró internamente, imaginando lo que sería vivir allí. Se veía a sí mismo sentado en uno de esos sofás, disfrutando de una vista panorámica de la ciudad desde las ventanas de suelo a techo. Pero pronto su propia voz interna lo sacó de su ensoñación. "Otra vez soñando, Taemin... ya despierta de tus sueños tontos, jamás podrás tener algo así".

Antes de que pudiera seguir sumido en sus pensamientos, una voz suave pero firme lo sacó de su trance.

—Buenos días, señor —dijo una joven con un impecable uniforme de empleada de servicio , saludándolo cortésmente.

Taemin forzó una sonrisa mientras respondía al saludo, aunque su mente todavía intentaba entender qué hacía allí. Con una leve inclinación de cabeza, habló, intentando explicar la situación.

—Señorita, creo que ha habido un error. Yo no soy la persona que solicitaron. Me parece que...

Pero antes de que pudiera terminar, la chica lo interrumpió con la misma suavidad, pero con una seguridad que lo descolocó.

—¿Un error? No lo creo. Mi jefe, el señor Choi, lo señaló a usted en la cámara de vigilancia. Yo misma hablé con la recepción para pedir que lo enviaran aquí.

Taemin se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Todo esto le parecía surrealista, como si fuera parte de una broma elaborada, una especie de cámara oculta.

—Ah, ya entiendo. Esto es una broma, ¿verdad? —dijo, intentando convencerse de que no podía ser real.

Una voz grave y autoritaria, que reconoció al instante, respondió desde detrás de él.

—¿Una broma? —Era la misma voz que había escuchado durante media hora en la recepción, pero ahora, frente a él, estaba el propio Choi Siwon, el dueño de todo ese esplendor.

Taemin se quedó congelado, incapaz de articular palabra al tener frente a él al mismísimo Choi. El aire en la habitación pareció volverse más denso, y el lujo que lo rodeaba ahora le pesaba como una carga sobre sus hombros.

—Jovencito, yo no acostumbro a hacer bromas, o ¿cree usted que me prestaría a algo semejante? —La voz de Choi estaba cargada de impaciencia y una ligera molestia—. Tengo cosas mejores y más importantes que hacer.

La vergüenza inundó a Taemin, y apenas pudo balbucear un torpe "lo siento". El rostro de Choi se mantuvo inmutable, esperando una respuesta clara.

—Dígame, ¿quiere o no el empleo? —La pregunta fue directa, sin dejar espacio para la duda.

—Sí, sí lo quiero, señor Choi —respondió Taemin de inmediato, su voz apenas un susurro, pero cargada de determinación.

—Bien. Entonces vamos a mi oficina para que firme el contrato —dijo Choi, girándose con una autoridad natural y dirigiéndose hacia el interior del penthouse. Sin detenerse, ordenó a su empleada—. Liz, tráenos café.

—Sí, señor. Enseguida —respondió la joven, desapareciendo en dirección a la cocina.

Taemin lo siguió, su corazón latiendo con fuerza mientras cruzaba el umbral de la oficina de Choi. Era un espacio tan imponente como el resto del lugar, una mezcla de poder y riqueza que intimidaba. Los muebles, de madera oscura y cuero, contrastaban con los detalles metálicos que brillaban bajo la luz suave, mientras una gran ventana detrás del escritorio permitía una vista espectacular de la ciudad. Todo en la oficina gritaba cuán costosa había sido, desde la alfombra mullida que amortiguaba sus pasos hasta el escritorio que dominaba la habitación. Allí, Taemin entendió que estaba a punto de entrar en un mundo que nunca había soñado siquiera tocar.

CONTINUARÁ...

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TAEMIN Y LA BESTIA. (2MIN)🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora