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Después de semanas de búsqueda infructuosa, Will encontró una posible solución, pero decidió mantenerla en secreto. Había descubierto un viejo libro en el archivo más oscuro de la biblioteca que mencionaba el uso de una luciérnaga para revertir el efecto de olvido. Sin embargo, el texto era vago y ambiguo, y no daba garantías de éxito. A pesar de la incertidumbre, Will decidió intentar esta solución por sí mismo.
Una noche, mientras Allison dormía, Will se dirigió al lugar donde ella guardaba las luciérnagas que había recolectado. Con cuidado y sin hacer ruido, tomó una de las luciérnagas más brillantes de la caja. Sabía que esto era arriesgado, pero sentía que era su única oportunidad para ayudar a Allison.
A la mañana siguiente, Will se acercó a Allison con una expresión de esperanza en el rostro.
—¡Allison! —dijo, intentando sonar entusiasta—. ¡Creo que he encontrado una solución!
Allison, emocionada y aliviada, miró a Will con esperanza en sus ojos.
—¿En serio? ¿Qué es? ¡Dime ya!
Will mantuvo su sonrisa mientras le mostraba la luciérnaga que había robado, tratando de ocultar su verdadera intención. La luz de la luciérnaga parpadeaba suavemente en su mano.
—Es una luciérnaga. El libro decía que puede revertir el efecto de olvido —dijo Will—. Solo tenemos que probarlo.
Allison, radiante de alegría, no notó nada extraño. Sus ojos brillaban con esperanza mientras se acercaba para ver la luciérnaga. Pero la mirada en los ojos de Will, cargada de una tristeza contenida, no pasaba desapercibida para ella. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que algo no estaba bien.
De repente, el miedo y la desesperación la invadieron al ver que Will se acercaba con la luciérnaga. Su corazón se hundió al entender la verdad detrás de su gesto. Con lágrimas en los ojos, intentó detenerlo, pero Will se alejó rápidamente, la desesperación en su rostro.
—¡No, Will! —gritó Allison, extendiendo la mano hacia él—. ¡No! ¡Por favor, no te vayas!
Will no se detuvo. Salió corriendo, dejando atrás a Allison, que se desplomó en el suelo, sollozando. Sus lágrimas caían sin cesar mientras comprendía que el último rayo de esperanza también se había desvanecido.
La luciérnaga en la mano de Will brillaba con una luz fría y distante.
Con el corazón acelerado y las lágrimas en los ojos, Allison miró cómo Will se alejaba con la luciérnaga en la mano. Sabía que no había tiempo que perder; si la solución no funcionaba, se quedaría sola y con el peso de la traición. Desesperada, se levantó y siguió a Will, temerosa del resultado.
Will, con la luciérnaga en la mano, llegó a un lugar apartado en el bosque, lejos de cualquier mirada curiosa. Sabía que el tiempo era crucial. En el libro antiguo, se mencionaba que la luciérnaga tenía que ser liberada bajo un cierto tipo de influencia mágica para que su efecto se transfiriera adecuadamente. Con un suspiro de resignación, Will dejó que la luciérnaga volara libre y se sentó en el suelo, esperando el resultado.
Poco a poco, la luciérnaga comenzó a emitir una luz brillante que envolvió a Will en un resplandor etéreo. La luz se intensificó hasta que todo se volvió un torbellino de luminosidad. A medida que el resplandor se desvanecía, Will se levantó, sintiendo una mezcla de alivio y vacío. Observó alrededor, sintiendo un cambio en el ambiente.
Mientras tanto, Allison, al llegar al lugar, vio cómo la luciérnaga se desvanecía en el aire. Su corazón latía con esperanza, esperando que todo saliera bien. Pero cuando intentó acercarse a Will, notó algo extraño. A pesar de sus intentos de llamar su atención, Will no parecía reconocerla. Se le acercó y le habló, pero él seguía sin responder.
—¡Will! —llamó Allison, desesperada—. ¡Soy yo, Allison! ¡Recuerda!
Will la miró, pero su expresión era vacía. Miró a su alrededor, confundido, como si acabara de despertar de un sueño profundo. A medida que pasaban los minutos, la realidad se volvía cada vez más clara: la solución había funcionado, pero con un alto precio.
A partir de ese momento, Will se dio cuenta de que el efecto de las luciérnagas se había transferido a él. Las personas alrededor lo miraban con indiferencia. Cuando intentaba acercarse a conocidos, se daba cuenta de que nadie parecía recordar quién era o por qué estaba allí. Su nombre, su rostro, su presencia, todo se desvanecía en la mente de las personas.
Allison, al ver la desesperación en los ojos de Will, comprendió la magnitud de la situación. Ella había obtenido una segunda oportunidad, pero a un costo desgarrador: Will se había convertido en una figura olvidada, atrapada en un ciclo de invisibilidad. El peso de la decisión que había tomado la aplastaba mientras observaba a Will alejarse, completamente ajeno a su presencia.
Con el tiempo, Will se encontró cada vez más aislado. La luciérnaga había hecho su trabajo; ahora era un extraño en un mundo que lo había olvidado por completo. Caminaba entre la gente, observando cómo Allison continuaba con su vida. Desde la distancia, veía cómo se rodeaba de nuevos amigos, disfrutaba de pequeños momentos de felicidad y encontraba un nuevo propósito en su vida.
Cada vez que Will la veía, sentía una mezcla de dolor y resignación. Se mantenía en las sombras, invisible para todos, pero incapaz de apartar la vista de Allison. La veía reír, compartir, y vivir una vida que él había soñado para ellos. A pesar de su felicidad, el vacío de no poder ser parte de su vida lo carcomía lentamente.
Con el paso de los meses, la transformación comenzó a tomar su curso. Will notó cambios físicos que se asemejaban a las criaturas de la foto que había visto en el diario. Su piel se volvía más pálida, sus rasgos se volvían cada vez más indefinidos. El proceso era gradual, pero implacable. La esencia de las luciérnagas parecía afectarlo cada vez más, llevándolo hacia la condición de aquellos niños olvidados.
En su búsqueda de respuestas y una posible cura, Will se adentró en el bosque una vez más. Recordaba las referencias al pozo en el diario y, con la esperanza de encontrar algo que pudiera revertir su transformación, siguió los viejos mapas y las pistas que había recogido.
Finalmente, encontró el pozo, un lugar oscuro y olvidado, cubierto de maleza y silencio. El pozo, profundo y sombrío, parecía guardar secretos que el tiempo había ocultado. Will, a pesar de su creciente desesperación, trató de explorar alrededor, buscando cualquier indicio de una solución que pudiera salvarlo. Pero cada intento era en vano; la magia de las luciérnagas era demasiado poderosa y su destino ya estaba sellado.
Con el corazón pesado y sin esperanzas, Will aceptó su destino. Se sentó al borde del pozo, mirando hacia el vacío profundo. A medida que su forma se desvanecía y se volvía cada vez más difusa, un sentimiento de paz lo invadió. Sabía que no había más caminos por recorrer ni respuestas que encontrar.
—Si esto es mi destino, entonces lo aceptaré —murmuró para sí mismo, con la voz temblando—. Al menos sé que Allison está bien y que su vida sigue adelante.
En sus últimos momentos de consciencia, Will permitió que la transformación tomara su curso. Mientras su forma se fundía con las sombras y se convertía en una de las criaturas que había temido, su mente se llenó de una tranquila resignación. El mundo seguía sin él, y, en algún lugar, Allison vivía una vida plena y feliz, y eso era suficiente para él.

Pozo De LuciernagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora