Capítulo 1

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Capítulo 1

Sanemi Shinazugawa siempre había sido un misterio para todos. No solo por su carácter explosivo y su fuerza intimidante, sino porque, a pesar de ser un omega, nadie lo sabía. Desde muy joven, había aprendido a ocultar su verdadera naturaleza, a luchar como un alfa, a oler como uno, y a jamás mostrar señales de debilidad. Para él, ser descubierto sería una humillación, una marca de debilidad en un mundo donde los omegas eran percibidos como los más vulnerables.

Por eso, cuando recibió la orden de trabajar en una misión con Giyuu Tomioka, el alfa que más detestaba, sintió una mezcla de rabia y nervios. A Giyuu no le importaban las jerarquías o el orgullo; siempre actuaba como si estuviera por encima de todo, tan frío y distante. Sanemi no podía soportar esa indiferencia, esa tranquilidad que irradiaba. Y ahora tendría que compartir varios días con él, en la soledad del bosque, cumpliendo una misión de alto riesgo.

La luna llena iluminaba el camino mientras se dirigían hacia su destino. El silencio entre ellos era denso, casi tangible. Sanemi no podía dejar de tensarse, sintiendo una creciente incomodidad. Sabía que su celo estaba cerca, aunque había hecho todo lo posible para retrasarlo, pero había algo en la presencia de Giyuu que lo desestabilizaba, que rompía sus defensas.

—¿Por qué siempre eres tan insoportable?—Giyuu rompió el silencio de repente, con su voz baja y directa, sin siquiera mirarlo.

Sanemi apretó los puños, sintiendo un nudo de ira en su estómago. —¿Y a ti qué te importa? Solo haz tu parte de la maldita misión y déjame en paz.

Pero lo que ninguno de los dos esperaba era lo que estaba por venir. El destino iba a forzarlos a descubrir secretos que ambos habían guardado por demasiado tiempo.

Al no encontraron ningún demonio, Sanemi y Giyuu se dirigieron al hotel más cercano para descansar. Al llegar, Sanemi decidió tomar una ducha primero. Sin embargo, al entrar en el baño, sintió una oleada de calor que recorrió su cuerpo, una sensación que conocía demasiado bien: su celo había comenzado.

Sanemi se apoyó contra la pared de la ducha, tratando de controlar su respiración y los impulsos que amenazaban con desbordarse. Sabía que Giyuu estaba en la habitación contigua y que cualquier ruido podría delatar su situación. Pero el deseo era intenso, y cada vez le resultaba más difícil mantener el control.

Mientras el agua caía sobre él, Sanemi cerró los ojos y dejó que su mente divagara. Imaginó a Giyuu entrando en el baño, acercándose a él, sus manos recorriendo su cuerpo... Sacudió la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. No podía permitirse perder el control, especialmente no frente a Giyuu.

Después de lo que pareció una eternidad, Sanemi logró calmarse lo suficiente como para salir de la ducha. Se secó rápidamente y se vistió, tratando de ocultar cualquier rastro de su celo. Al salir del baño, Giyuu lo miró con una expresión neutral, como siempre.

—¿Todo bien?—preguntó Giyuu, su voz suave y calmada.

Sanemi asintió, evitando la mirada de Giyuu. —Sí, todo bien. Tu turno para la ducha.

Giyuu lo observó por un momento antes de levantarse y dirigirse al baño. Sanemi se dejó caer en la cama, exhalando un suspiro de alivio. Había logrado mantener su secreto una vez más, pero sabía que no podría seguir ocultándolo para siempre. El deseo que sentía por Giyuu era demasiado fuerte, y tarde o temprano, tendría que enfrentarlo.

Giyuu entró al baño tras Sanemi, buscando relajarse después de la misión fallida. Encendió el agua caliente y dejó que el vapor llenara el pequeño espacio. Cerró los ojos, disfrutando del sonido del agua cayendo, pero algo diferente lo golpeó de inmediato.

Un aroma denso, embriagador, flotaba en el aire. Giyuu lo reconoció al instante, aunque no entendía por qué lo sentía con tanta intensidad. Era el olor de un omega en celo, y provenía de Sanemi. Al principio, pensó que estaba equivocado, pero conforme respiraba más profundo, su instinto alfa comenzó a despertarse, reclamando la fuente de ese aroma tan poderoso.

Salió de la ducha de inmediato, su mente nublada por el deseo. Sin siquiera pensar, abrió la puerta del baño y caminó hacia la habitación donde estaba Sanemi. El instinto lo guiaba, el lado alfa que tanto había reprimido ahora estaba en control. Todo lo que importaba en ese momento era llegar a Sanemi, su omega.

Sanemi, aún tumbado en la cama, intentaba calmar su cuerpo agitado, pero el olor que liberaba era imposible de ocultar. Sabía que su celo estaba en pleno apogeo, y no podía permitirse perder el control. Escuchó pasos, y cuando levantó la mirada, vio a Giyuu acercándose, con una expresión que nunca antes había visto en él.

—¿Tomioka?—Sanemi se incorporó, el tono de su voz mostrando una mezcla de alerta y sorpresa. Pero antes de que pudiera reaccionar, Giyuu ya estaba frente a él.

El alfa lo miraba con una intensidad abrumadora, sus ojos oscuros clavándose en los de Sanemi. El olor de omega en celo lo había tomado por completo. Acorraló a Sanemi contra la pared, sin dejar espacio para escapar.

—¿Por qué no me lo dijiste?—la voz de Giyuu era baja, casi un gruñido, mientras sus manos se apoyaban firmemente a cada lado del cuerpo de Sanemi, encerrándolo.

Sanemi tragó saliva, intentando mantener la compostura, pero el lado omega en su interior también empezaba a ceder. El instinto que tanto había reprimido comenzó a despertar. Por más que quisiera negarlo, su cuerpo respondía al llamado del alfa frente a él. Sintió una mezcla de rabia y necesidad quemándole por dentro. El orgullo que siempre lo había mantenido firme ahora tambaleaba ante la presencia dominante de Giyuu.

—No tienes que hacer esto...—murmuró Sanemi, aunque su propia voz traicionaba el deseo que empezaba a crecer.

Pero Giyuu no se movió. El alfa en él había despertado por completo, y no iba a retroceder. Sanemi intentó empujarlo, pero cada vez que sus manos tocaban el pecho de Giyuu, sentía una corriente de calor que lo debilitaba más.

—Lo sabía desde que entré al baño—susurró Giyuu, inclinándose para respirar más profundamente el aroma de Sanemi. —Tu olor... lo escondiste muy bien todo este tiempo, pero ya no puedes hacerlo más.

Sanemi tembló, no de miedo, sino de la batalla interna entre su orgullo y su deseo. Su lado omega reclamaba a Giyuu, pidiéndole algo que su mente no quería admitir. Pero ahí estaban, solos, en medio de una tormenta de emociones reprimidas, ambos atrapados en un deseo que los consumía lentamente.

Giyuu lo miró a los ojos una vez más, y en ese instante, algo en Sanemi cedió por completo. Sabía que, por mucho que quisiera resistirse, ya no podía negar lo que era.

Omega {giyusane}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora