Triste y Nada más

10 2 0
                                    

Pensando en mis emociones y la razón de mis lágrimas, buscando por qué me siento como me siento y por qué mi alma está tan desanimada, orando y chequeando que ataque es que me está debilitando, me di cuenta de que lo que tengo no es algo misterioso que hay que descifrar, solo estoy triste, triste y nada más.

No estoy triste por lo que pasó, estoy triste por lo que no pasó.

Por en donde pensé que estaría hoy pero no estoy.

Por lo que pensé que tendría hoy pero no tengo.

Por quienes pensé que estarían hoy pero no están.

No estoy triste por la vida que tengo, estoy triste por la vida que pensaba tener.

Y no, no es el futuro que me preocupa, lo que me preocupa es pensar en que quizás el futuro que quiero tampoco llegue.

Por eso mi mente se apega a lo negativo, porque si espero lo peor y pasa algo bueno, me sorprendo. Pero si espero lo peor y pasa lo peor me afecta menos.

Pero, al final, esa misma forma de pensar es que me mantiene en un presente bueno pero no emocionante.
Un presente estable pero sin pasión.

Porque estoy enfocada en mi, en lo que puedo y no puedo hacer. En lo que quiero pero no puedo tener, en lo incierto que quizás nunca llegue a suceder.

Es esa forma de pensar que me limita a mis propias fuerzas en vez de confiar.
En confiar en quien puede cambiar mi futuro y enriquecer mi presente.
En quien puede emocionar mi vida y darme una pasión que perseguir.
En quien puede quitar el velo de mis ojos y darme una aventura para ver y vivir.

Esa forma de pensar es que me limita a sobrevivir por mi misma en vez de vivir y brillar en lo ilimitado de Dios para mí.

Por eso cada día tengo que remind myself de llevar todo pensamiento a Cristo porque si los dejo vagar en mi mente serán mi propia destrucción.

No, no es el mundo lo que me está entristeciendo ni los ataques del enemigo que ya son repetitivos, es mi propia mente y corazón a veces alejados del plan de Cristo que me llevan a desilusión.

Por eso hoy decido hacer un cambio, uno pequeño pero significativo.
Qué tal si en vez de ponder en estos pensamientos decido hacer algo al respecto?

Qué tal si en vez de quedarme derrotada decido tomar mi espada (la Palabra) y utilizarla?

Qué tal si en vez de seguir auto saboteándome la vida, decido dejar de escucharme a mí misma y le doy las riendas de mi presente, futuro y de mi mente a Jesús?

Ya yo sé que yo haciendo las cosas por mi cuenta no me sale bien, so quizás es hora de soltarme en manos de quien si me puede sostener.

Qué tal si dejo esta monotonía y me muevo?
Solo un poco hoy
Y luego mañana y luego también?

Se verá diferente mi futuro, tal vez?

Más papel y más tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora