CAPITULO 3

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CAPITULO 3




El accidente que llevó a Catherine al hospital había sido un incidente desafortunado y lleno de tensión. El hombre que la había atropellado, visiblemente angustiado, había llegado al hospital poco después, pidiendo disculpas sin cesar. Era un hombre joven, con el rostro pálido y las manos temblorosas. Su explicación era sincera: había estado manejando a gran velocidad porque su esposa estaba a punto de dar a luz en el mismo hospital. No había estado prestando suficiente atención al camino, y en su desesperación por llegar rápido, no había visto a los tres amigos caminando por la acera.

El padre de Catherine, James, lo escuchaba con el ceño fruncido, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y enojo. Aunque el hombre se disculpaba una y otra vez, James mantenía su postura rígida, sin soltar palabra. Su mirada severa transmitía claramente el enojo y el miedo que había sentido al saber que su hija había sido atropellada.

—Lo siento de verdad, no vi... estaba demasiado concentrado en llegar —decía el hombre, casi al borde de las lágrimas—. Mi esposa está dando a luz, y... lo siento, no quería hacerle daño a nadie.

Sara, en cambio, aunque también preocupada por su hija, intervino antes de que su esposo pudiera decir algo. Con una expresión mucho más suave, interceptó las disculpas del hombre y le dedicó una sonrisa comprensiva.

—Entiendo que estabas nervioso —dijo Sara, tocando suavemente el brazo de James como señal para que se relajara—. Lo importante es que Catherine está bien. Todos cometemos errores cuando estamos bajo presión. Espero que todo salga bien con el nacimiento de tu bebé.

El hombre asintió, agradecido por la comprensión de Sara. James, aunque aún molesto, cedió ante el gesto de su esposa, asintiendo con una mirada más relajada, aunque claramente no estaba del todo convencido.

Las horas siguientes en el hospital transcurrieron de manera más tranquila. Tras las revisiones finales y asegurarse de que no había mayores complicaciones, Catherine fue dada de alta por una amable enfermera. Pero algo la dejó intrigada: el doctor Carlisle Cullen, quien la había atendido inicialmente, no volvió aparecer. A lo largo de esas horas, Catherine había esperado volver a verlo, quizás para agradecerle o simplemente porque sentía una extraña curiosidad por él, pero no ocurrió. El médico había desaparecido de su vista sin despedirse.

Cuando llegó el momento de irse, aún algo adolorida, sintió un alivio al salir del hospital y respirar el aire fresco del invierno. La nieve que caía ligeramente sobre Forks, aunque leve, cubría el suelo con una capa blanca y suave. Al llegar a casa, James y Maxwell la ayudaron con cuidado a subir las escaleras hasta su habitación, mientras Ana y Sara les seguía de cerca.

Always - Carlisle CullenWhere stories live. Discover now