PRÓLOGO

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PRÓLOGO

La plaza del pequeño pueblo estaba abarrotada de gente. El viento soplaba con fuerza, arrastrando las hojas secas y levantando el polvo del suelo, mientras los aldeanos murmuraban inquietos. Todos sus ojos estaban fijos en la joven que se encontraba en el centro, de pie, con las manos atadas y el rostro pálido pero sereno. Las sombras de las nubes cruzaban el cielo, y las antorchas que portaban algunos aldeanos iluminaban la escena con un resplandor tembloroso.

- ¡Basta! ¡Por favor!

Las sogas en sus muñecas atadas tan fuertemente que pareciera que iban a romperles sus huesos y tornando sus manos de un fuerte color carmesí.

El pastor, un hombre alto y delgado, con una túnica negra que parecía absorber la luz, se adelantó. Sus ojos, enrojecidos por el fervor, estaban clavados en la muchacha. Levantó las manos al cielo y exclamó con voz potente:

- ¡Hermanos! Estamos ante la presencia de la oscuridad, de una criatura que ha traído maldad y corrupción a nuestro pueblo. ¡El Señor nos muestra el camino para purgar la oscuridad de nuestro hogar! Y esa oscuridad es esta joven, ¡una bruja!-gritó, su rostro enrojecido por el fervor de la acusación- ¡Esta joven ha sido vista caminando por los bosques en la noche, bajo la luna llena, y las pruebas son claras! ¡Está vinculado con un ser del inframundo, un vampiro que se alimenta de nuestras almas y vidas!

Los murmullos del pueblo se convirtieron en gritos de aprobación. Algunos levantaron sus manos al cielo en señal de apoyo a las palabras del pastor, mientras otros miraban a la muchacha con miedo y repulsión.

- ¡Confiesa! -gritó el pastor, acercándose a ella- confiesa tu pacto con las fuerzas del mal ¡Sabemos que has dado tu sangre a la bestia!

La joven de cabello largo y oscuro, respiraba con dificultad, pero mantenía la mirada fija en el pastor. Había algo en sus ojos que no era miedo, sino una mezcla de tristeza y desafío.

-No hay pacto -dijo en un susurro apenas audible- no he hecho daño a nadie.

El pastor soltó una risa amarga, cargada de desprecio y con un gesto dramático, alzó la cruz hacia el cielo.

- ¡Mentiras de una bruja! -vociferó-. ¡El vampiro ha venido por ti, y juntos han condenado a este pueblo! ¡Los niños enferman, las cosechas mueren, y todo por tu culpa!

-Solo estaba salvándoles la vida.

Algunos aldeanos comenzaron a acercarse más, blandiendo palos y piedras. Una mujer mayor gritó:

- ¡Mi hijo enfermó tras verte en el bosque, maldita! ¡Bruja!

-Mi esposa enfermó tras verla cerca de nuestra casa -gimió-. ¡Es su culpa! ¡Ella la maldijo!

El pastor levantó una antorcha y señaló la estaca que estaba preparada en el centro de la plaza. Las cuerdas ya colgaban de ella, listas para atar a la joven.

Always - Carlisle CullenWhere stories live. Discover now