Ecos de Vidas Pasadas

7 4 0
                                    


Al cerrar la puerta detrás de él, Martín sintió una leve vibración en el aire, como si el Umbral mismo respondiera a su presencia. Avanzó por el pasillo iluminado con una luz dorada que emanaba de las paredes, pero a medida que se acercaba a la siguiente puerta, algo cambió. La atmósfera se volvió densa, como si una sombra invisible cubriera sus pensamientos.

Frente a él, una puerta más alta que las anteriores tenía grabada una inscripción que lo estremeció: "Recuerdos de un amor perdido"

Con un profundo suspiro, empujó la puerta. Al cruzar el umbral, el paisaje se transformó completamente. Ya no estaba en la torre, sino en un bosque sereno. A lo lejos, una figura femenina estaba sentada en una roca, cantando una melodía suave que parecía familiar, pero el recuerdo exacto siempre se le escapaba.

La mujer era de apariencia etérea, envuelta en una luz que no parecía de este mundo. Su voz tenía un tono cálido y melancólico, resonando a través del bosque como un eco de tiempos pasados. Martín sintió una conexión instantánea con ella, aunque no podía entender del todo por qué.

—¿Quién eres? —preguntó Martín, su voz temblando entre la curiosidad y el desconcierto.

La mujer levantó la vista y le sonrió con una mezcla de tristeza y comprensión. Había algo en su mirada que le resultaba vagamente familiar, pero su identidad seguía envuelta en misterio.

—Soy una guía en este lugar —dijo ella con suavidad—. Estoy aquí para ayudarte a entender lo que has traído contigo a este Umbral.

El mundo alrededor de ellos comenzó a desmoronarse, y Martín se encontró de nuevo en un paisaje diferente: una pequeña cabaña en una fría noche de invierno. La mujer apareció de nuevo, pero esta vez su figura era de una anciana frágil, mientras que Martín era un niño que la observaba con ojos llenos de admiración. A pesar de la diferencia de edad, la conexión entre ellos era innegable. La mujer cantaba la misma canción que había oído antes, una melodía que resonaba con una tristeza nostálgica.

La escena cambió rápidamente. Martín ahora era un joven adulto, en un entorno distinto, un campo de batalla. La mujer, en esta vida, era una enfermera que ofrecía consuelo y esperanza en medio del caos. Compartieron breves momentos de alegría y compañía, pero sus caminos se separaron una vez más, como siempre. Cada vida era una pieza del rompecabezas, pero el amor nunca lograba florecer.

A medida que las escenas se sucedían, Martín comenzó a notar un patrón. La mujer aparecía en cada una de sus vidas pasadas, pero su relación nunca se concretaba. Siempre había circunstancias que los separaban: enfermedades, guerras, o simplemente el tiempo. En cada ocasión, ella le cantaba la misma canción, pero él nunca lograba recordar la letra completa.

Finalmente, el mundo se desvaneció una vez más, y Martín se encontró frente a la figura de la mujer en el Umbral, su presencia irradiando una luz más intensa que antes.

—En cada vida —dijo ella con una expresión que mezclaba ternura y tristeza—, hemos estado cerca, pero nunca lo suficientemente cerca para que nuestro amor floreciera. Mi tarea es guiarte, pero no puedo estar contigo de la manera en que ambos deseamos.

Martín sintió una oleada de emociones: tristeza, añoranza, amor. Esa canción, la que la mujer siempre cantaba en cada vida que compartían, era la clave. Pero hasta ahora no había podido recordarla por completo. Un velo invisible le impedía conectar con ese recuerdo, como si el Umbral mismo se lo negara.

—Este es tu desafío, Martín —dijo ella con voz suave pero firme—. Debes romper el ciclo. Encuentra la verdad de nuestro amor y recuerda la canción. Solo entonces podré liberar mi tarea y tal vez podamos encontrar la paz que siempre nos ha sido negada.

Martín miró a la mujer con determinación. Sabía que debía hacerlo. Mientras tanto, el eco de la canción resonaba una vez más en su mente, una melodía que aún no podía completar.

La mujer comenzó a desvanecerse lentamente, como lo hacía en cada vida. Pero esta vez, Martín no sentía desesperación. Sabía que, de alguna manera, el ciclo estaba a punto de romperse.

La puerta se abrió sola, y Martín, decidido, avanzó hacia el siguiente desafío, cada vez más cerca de la verdad y del reencuentro definitivo.

"El Amor Más Allá de la Vida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora