5- Comienzos

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Durante la noche Shoto sale de su pequeño departamento que comparte con Uraraka. La chica lo sabe, él suele irse hasta la UA para ver desde lejos a sus amigos. Lo a acompañado un par de veces, pero no tiene la fortaleza mental como para hacerlo todos los días, a comparación de el heterocromino.

El joven bicolor toma su bolso y cambia su atuendo casual por el traje que suele usar. Este consta de un pantalón negro, un chaleco interior y campera del mismo color, con una capucha bastante grande y botas que los ayudan a deslizarse  con más facilidad. Simple, pero útil y cómodo.

Sale por la ventana dando un par de vueltas antes de ir a su destino principal. Pasa por una tienda de esas que están abiertas las 24hs comprando una leche de fresa y algunas galletas con el poco dinero que tenía. Al ser fugitivos no tenían mucho dinero, así que debían moderarse con sus gastos. Se negaban rotundamente a robar, así que se mantenian con lo poco que ganaban en trabajos de medio tiempo o a distancia que conseguían.

Camina tranquilo por las calles  controlando los alrededores del gran edificio en el cual dormían sus antigüos compañeros y amigos.

Sube a un edificio en el cual puede ver toda la zona. Se sienta en el borde del tejado y se coloca los binoculares para poder ver a la distancia.

La brisa fresca peina sus cabellos de dos colores y los mece en el aire. La noche está tranquila, los sonidos de la ciudad y sus luces dan ese ambiente que tanto acostumbra a tener cuando realiza la nocturna actividad. Pacífico.

Ve unos movimientos extraños dentro de los dormitorios y enfoca su vista alargando el alcance de los binoculares y activando sus lentes de visión nocturna.

Estas cosas son geniales...

Piensa agradeciendo la gran calidad de los visores que consiguieron gracias a algunos contactos de su hermano. Podía ver casi tan claro como si fuera de día.

Oh... Es solo denki.

El medio albino ríe al ver al rubio del rayo chocar contra un mueble y caer de cara al suelo.

–Maldita sea, no se ve nada...– lee sus labios intentando descifrar lo que dice su ex-compañero al levantarse– Ja, sigue igual...

Ríe amargo y decide abrir el paquete de galletas que compro llevándose una a la boca.

Se mantiene en silencio pensando en que aran sus amigos al día siguiente o en donde estará su hermano en este momento. La verdad es que hace mucho no veía a Touya, había estado con el hace un año, permitiendo que vivieran con él cuando sus rostros aparecían por toda la ciudad, pero hace aproximadamente 3 o 4 meses había desaparecido. Recibió algunos mensaje suyos avisando que se encontraba bien, pero nunca respondía los que él mismo mandaba.
Solo esperaba que verdaderamente estuviera a salvo.

Revisa la hora al ver cómo el sol se asomaba y dentro de los dormitorios todos los estudiantes empezaban a movilizarse.

6:38, mejor regreso antes de que alguien me vea.

Con esto en mente se levanta y camina de vuelta a su escondite con calma. Sin embargo su retirada se ve frenada por un maullido proveniente de un árbol cerca de donde el pasaba.

Cambia su rumbo para acercarse al felino atrapado en las ramas del gran árbol. Mira a los costados asegurándose de que todavía no había nadie. Seguro de que no lo vean, ayuda al pequeño animal a bajar sujetandolo con delicadeza.

–Hola– lo saluda sonriéndole al gatito que ahora se refriegava contra su lado izquierdo ronroneando. El animal estaba sucio, su pelaje gris por la suciedad demostraba lo abandonado que estaba–¿estas solo?– le pregunta asegurándose de que no tuviera algún hermanito escondido cerca. El animalito lo mira con sus grises maullando como respuesta –pues ahora estás conmigo.

JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora