"ʀᴇᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ ᴅᴇʟ ᴅᴇsᴛɪɴᴏ"

CAPITULO # 1.- La historia de Sara King

Su historia comienza con una niña de 8 años que vivía en Toronto-Canadá con sus padres. Todo estaba bien, ella tenía una infancia normal: jugaba, reía, todo era perfecto. Una mañana, sus padres salieron a visitar a un viejo amigo, y Sara no podía ir, ya que tenía escuela, y sus padres tardarían en regresar. Ella estaba triste, pues nunca había estado lejos de sus padres. Ellos se fueron, y Sara fue a la escuela como lo hacía normalmente, hasta que, al regresar a casa, encontró a su niñera algo nerviosa, hablando por teléfono. Sin entender lo que sucedía, escuchó cuando una voz al otro lado dijo... "Lo lamento; el auto simplemente chocó". Eso fue suficiente para que Sara se destrozara en pedazos aquella niña; se puso a llorar, decía para sí misma "esto es un sueño, debo despertar, sí, debo hacerlo".

La niñera le explicó todo, por así decirlo, porque ¿cómo podrías decirle a una niña de 4 años que sus padres murieron, y para empeorar todo, decirle que como no tiene quien se haga cargo de ella, tendría que irse a un orfanato? Pues eso es lo peor que le puede pasar a un infante.

Para su sorpresa, la niña lo entendió a la perfección. Tal vez aún estaba en shock, pero abrazó con un rostro neutro a su niñera y se marchó hacia el que sería su nuevo hogar.

Al llegar se acomodó en la que ahora sería su cama, se recosto y comenzo a llorar. Luego se levantó y con mirada de resignación dijo para sí: "eso es todo, mis padres están en un lugar mejor, yo debo seguir", aunque muy en el fondo desearía que todo fuera un sueño. Parecía ser otra niña más del lugar, pero no hablaba con nadie, jugaba siempre sola, iba a la escuela, volvía y ya no sonreía.

Un día cuando iba de regreso de la escuela, vio llegar a un niño nuevo. Se veía con la misma cara de tristeza de ella cuando llegó, entonces pensó: —Tal vez él también está triste al igual que yo. Sara quizo acercarse al niño; por primera vez habló y le dijo, "Hola, soy Sara, ¿y tú?". El niño le dijo, "Hola, soy Tyler". Las demás personas estaban sorprendidas de que al fin hablara, pero también felices de que quisiera hacerse amiga de aquel niño, que llevaba una cara demasiado triste para un niño tan pequeño.

Sara comenzó a interesarse en ser amiga de aquel niño; tal vez no quería que él estuviera triste así como ella, pero no quería preguntarle qué le pasó; creía que algún día él se la contaría. Por ahora solo quería tener un amigo.