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Había pasado una semana quizá un poco más desde que Hye Jin estaba en casa sin poder ir a trabajar. Todo por culpa de un mal caminar que le dobló el tobillo derecho y no podía ni siquiera bajar el pie porque le latía de dolor. Tenía el pie hinchado y en esa zona se le podía ver un poco el hematoma, tenía un esguince en el pie y odio no poder caminar en esos días.

Su madre se había mudado durante ese tiempo para atenderla y ayudarle en lo que pudiera. El señor Jae, su padre había estado de pasada para dejarle unas tortitas con mermelada que le había echo la abuela parterna como regalo ya que eran sus favoritas, ella enseguida le llamo dándole dándole las gracias mediante una llamada por celular, el papá de Hye Jin le dejo algunos duraznos y unos flanes de leche, nunca se cansaba de consentir a su hija ni aunque ella ya fuera una mujer echa y derecha.

Dos dias más de reposo y ella estaría perfectamente libre de la encerrada que le había provocado su tobillo.

A pesar de que la morena no era muy callejera, se había hartado de estar en casa sin poder siquiera salir al balcón para poder respirar aire fresco y agarrar un poco de sol.

Ahora se encontraba sentada en la sala de su apartamento con un pie elevado y puesto en una banquilla para tener el pie en reposo completo.

— Mamá, —llamó ella desde donde estaba.— estaré bien hoy, de verdad. Puedes irte tranquila.

— ¿Estas segura? —la mujer mayor preguntó con un poco de preocupación.

— Lo estaré, además Yoon Gi llegó hoy de Rusia y vendrá a quedarse, debe estar al llegar. —Ella cerró un poco sus ojos de manera acusadora para pedirle explicación a su hija.

— ¿El hijo de los Min? —preguntó desconfiada.

— Si mamá. —respondió la morena y se mordió la lengua.

Sabía que su madre no entraba sospechar algo así por así, además de que había omitido contarle de Yoon Gi por la misma razón, la señora Jae si sabía que eran amigos, solo que no sabía cuán cercanos se habían vuelto esos dos.

¡Y vaya que cercanos eran! Si es que se conocían todos los lunares del cuerpo.

— No te vayas a meter en nada con ese muchacho. —la señora Jae le acusó con el dedo y Hye Jin rodó los ojos antes la acusación de su madre.

— Mamá, deja ya de pensar esas cosas. Es solo mi mejor  amigo. No tengo nada con el más que solo una amistad bonita. Tú sabes que estuvo ahí para mi en mis momentos de desastre.

Si. Claro.

¿Como pretendía engañar a quien la tuvo por nueve meses en su vientre?

— No puedo negar que le tengo mucho aprecio, su mamá fue compañera mía en el instituto. Pero ten cuidado, ténganlos dos cuidado. —advirtió su madre y ella solo asintió.

Era algo absurdo mentirle tan descaradamente en su cara, pero la señora Jae decidió no interferir en nada de lo que ocurría en la vida de su hija, puesto a que ya era mayorcita y sabía de sobra lo que estaba bien y lo que no.

— Bueno, espero y termines tu reposo completo. Y ve en tenis al trabajo durante los primeros días, para que no sufras otra vez eso. —Hye Jin asintió otra vez y la señora se levantó del sofá para agarrar el bolso, la mochila con sus ropas con todo lo demás que había traído para la estadía en la casa de su hija.

«Knoc, knoc, knoc»

Tres toques inundaron el silencioso lugar. Seguramente se trataba de Yoon Gi. La señora Jae notó una leve alegría en su hija y un brillo de emoción en sus ojos pero decidió ignorarlo y abrir la puerta.

Del otro lado de esta se mostró a un azabache con bolsos en las manos, y las llaves del auto en la boca. Yoon Gi tenía el pelo aún mojado y revuelto, se notaba que se había duchado antes de llegar al apartamento de la morena.

Su vestimenta era completamente blanca, shorts, un abrigo con capucha y unos converses blancos. Ropa que le hacía lucir mucho más pálido pero no dejaba de relucir su postura varonil y su rostro guapo.

La madre de Hye Jin también pudo percibir la mirada del chico hacia su hija, pero se  hizo la de la vista gorda.

— Oh niño Min, has llegado a cuidar a mi princesa. —dijo la mujer y el chico ante eso asintió y se adentró al hogar ya que no podía contestar con las llaves en la boca.

Colocó los bolsos en la isla de la cocina y después sacó las llaves del auto de su boca, camino primero hasta la señora y le besó la mejilla después de eso hizo lo mismo con su hija pero un poco más largo el beso.

Hye Jin se sonrojó un poco ante la mirada de advertencia de su progenitora pero ignoró por completo conectar sus ojos con los de su madre. Era eso o dejar que la mujer le leyera completamente la mente. Y la segunda opción, no era una opción a pesar de que sabía que su madre ya lo sabía todo. Por eso las advertencias antes de que llegara el chico.

— Muchachos me voy. — ellos la miraron asintiendo. — Yoon Gi, te la encargo.

— Queda en buenísimas manos.

Y en buenos dedos. Pensó Hye Jin pero enseguida borró eso de su mente. No estaba en momentos de pensar en sexo aunque lo anhelara más que nada.

La señora se despidió con su mano mientras cerraba la puerta del apartamento de su hija. Y se preguntaba el porqué su hija le escondía la relación que mantenía con el chico aunque no fueran pareja sabían que algo había entre los dos. De todas maneras no entendía las relaciones de ahora, no podía metérsele en la cabeza como los chicos de esta generación podían mantener sexo sin ser nada.

Era algo de locos pero los tiempos habían cambiado y era mejor esperar a que su propia hija le contara por voluntad propia sobre ello a sacar conclusiones apresuradas, aunque estaba segura de su intuición decidió dejarla desarrollarse como lo adulta que es.

Después de unos minutos y de ellos haberse quedado solos, Hye Jin se recostó en el hombro del azabache, o más bien, casi en el pecho.

El era más alto y por ser de complexión esbelta, la cabeza de la chica no quedaba realmente en su hombro. Yoon Gi besó la cabeza de la chica y le acarició un poco el brazo que quedaba sin esconderse.

— ¿Ya puedes ponerte en pie? —preguntó él.

— Si, pero aún cojeo. Espero estar bien pasado mañana.

— Buscaré tu ordenador para ver alguna película mientra comemos algo de lo que he traído. —propuso Yoon Gi y apartó delicadamente a Hye para levantarse en dirección al cuarto a buscar el objeto enunciado.

El celular de la chica sonó y cuando miro la pantalla se tensó un poco por quien era, pero decidí dejar de sentirse así porque de todas formas no estaba haciendo nada malo ni sospechoso.

— Min Jae, ¿qué tal tu día hasta ahora? —preguntó ella apenas descolgó la videollamada.

Yoon Gi detuvo sus pasos y la miró, no estaba nervioso, ni tenso, simplemente sus pasos se detuvieron al oír la voz de quien hacía la pregunta y la mención del nombre de su ex pareja.

— Todo bien, mi pie ha mejorado y mira quien ha aparecido a verme. —Hye Jin comentó con felicidad y volteó su celular para mostrar a Yoon Gi.

Quien sonrió genuinamente y también con algo de incomodidad.

Las chicas hablaron por poco tiempo ya que Min Jae tenía que volver a trabajar y después de eso ninguno de los dos hablo un poco más allá de lo incómodo que había sido el momento, y se dedicaron a buscar cualquier cosa para ver.

A pesar de eso, si había algo que Hye Jin no pretendía ocultar era lo cercanos que se habían vuelto ella y Yoon Gi, y menos a Min Jae. Si que estaba mal tener sexo con él, pero nadie iba a saberlo. Estaba bien con que solamente se supiera que eran muy cercanos ahora, pero nada más, eso que pasaba entre ellos dos seguramente sería temporal hasta que uno de la dos encontrara alguna pareja. 

Además, lo prohibido sabe mejor ¿no?






Creo que lentamente estoy avanzando en esto. A veces se me hace difícil continuar pero lo hago para mi satisfacción y para distraerme de este mundito cruel. Ya veremos qué pasa en el próximo capítulo.

©Adicction / Y.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora