PRÓLOGO

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Isabel, a sus 18 años se enamoró de un joven llamado Mateo, que estudiaba en la misma universidad que ella

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Isabel, a sus 18 años se enamoró de un joven llamado Mateo, que estudiaba en la misma universidad que ella. Él era un joven que le gustaba mucho el deporte, sobresalía en fútbol, y que era popular entre las jóvenes. Su familia era adinerada y dueña de unos de los restaurante más importantes y lujosos del Perú.

Lo conoció cuando una de sus amigas la invitó a ver el partido en el que jugaba el enamorado de su amiga. Al verlo, Isabel se enamoró de inmediato; fue amor a primera vista.

Desde ese momento, ellos habían empezado a interactuar más. Isabel, poco a poco, se iba enamorando más de él, pero lo contrario sucedía con él, ya que Mateo no sentía nada por ella. Eso se debía a que él estaba enamorado de otra persona, su enamorada, Diana, quien también pertenecía al mismo círculo social de Mateo.

Isabel, sabiendo esto, no se interpuso entre ellos, ya que no habría sido capaz de hacerlo; no era ese tipo de persona. Así que vivió su amor no correspondido en silencio.

Isabel iba en dirección a la biblioteca a entregar un libro, pero en el camino vio a Mateo con Diana, quienes al parecer estaban discutiendo, así que ella se escondió rápidamente para que no la vieran

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Isabel iba en dirección a la biblioteca a entregar un libro, pero en el camino vio a Mateo con Diana, quienes al parecer estaban discutiendo, así que ella se escondió rápidamente para que no la vieran. Estaba a punto de irse, hasta que escuchó su conversación.

—¿Cómo que te vas, Diana? —alzó la voz.

—Si, querido. Me iré a Estados Unidos a continuar con mis estudios —dijo Diana.

—¿No puedes terminar tus estudios aquí? —habló enojado.

—No puedo, mis padres me dieron la oportunidad de irme. Además, como ya es fin de año será más fácil hacerlo —respondió.

—¿Y qué hay de lo nuestro? —preguntó angustiado.

—Bueno, nuestra relación será a distancia. Te prometo hablarte todos los días, así que por favor no lo hagas más difícil.

—"..." —suspiró—. De a... de acuerdo, lo entiendo perfectamente. Te hablaré todos los días —dijo con una sonrisa forzada—. Cómo me gustaría acompañarte.

—Lo sé, pero no puedes, tu padre te necesita aquí.

—Si no fuera porque me necesita, iría contigo sin dudarlo —dijo, acercándose para darle un abrazo.

Isabel, los miró mientras se deban un abrazo; ella se sintió triste por él, pues separarse de la persona que amas debía haber sido realmente difícil.

Después de esto, se retiró a la biblioteca. Entregó el libro y salió a buscar a su amiga Mía para contarle lo sucedido. Mía sabía que Isabel tenía sentimientos por Mateo.

La encontró y le contó todo lo que había escuchado por casualidad. Mía le había dicho que no se hiciera ilusiones con Mateo, algo que Isabel entendía perfectamente, pues sabía que no debía meterse en esa relación.

Como ya estaban de vacaciones, para Diana fue fácil hacer los trámites correspondiente para su traslado; obviamente, Mateo la acompañó siempre

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Como ya estaban de vacaciones, para Diana fue fácil hacer los trámites correspondiente para su traslado; obviamente, Mateo la acompañó siempre.

Llegó el momento en que Diana debía irse. Mateo la acompañó hasta el aeropuerto junto a Isabel y Mía. Ambas se despidieron de ella; no eran muy amigas de Diana, pero lo hicieron porque Mateo les pidió que lo hiciera. Después de despedirse, dejaron solos a la pareja. Ellos se despidieron muy cariñosamente, y luego Diana abordó el avión rumbo a Estados Unidos.

Mateo y Diana se escribieron diariamente durante los cuatro meses, hasta que, semanas después, Diana terminó con él

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Mateo y Diana se escribieron diariamente durante los cuatro meses, hasta que, semanas después, Diana terminó con él. Isabel pasó esos meses consolándolo, y Mateo le tomó cariño por ser una buena amiga.

Tiempo después, Mateo se enteró de que Isabel sentía algo por él, así que se declaró. Claramente, él solo sentía cariño por ella, se sinceró al respecto. A pesar de saber la verdad,  Isabel lo aceptó sin dudarlo.




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