Capitulo 7: Juramento inquebrantable

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Disclaimer**:Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K. Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora. Yo solo los tomo, los mezclo y agrego cosas.

**Aclaración**: La siguiente es una historia que habla de sufrimiento y violencia de todo tipo hacia la mujer. Sugiero discreción. Aunque este fanfic está basado en el argumento de una novela turca, el siguiente Dramione tomará su propio rumbo dentro del universo de Harry Potter.

Dato: no me gusta deformar las palabras para mostrar que una persona tiene algún acento en particular, así que no lo haré. Sin embargo, siéntete libre de leer algunos diálogos con marcado acento búlgaro.

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Capítulo 7: Juramento inquebrantable

Malfoy Manor - 13 de mayo

Habían pasado siete días desde que Blaise, Theo y él habían salido de la vieja cabaña de los ancianos muggles en Serbia, llevándose con ellos a la pequeña Enya. Siete días desde que había regresado a la casa de sus padres, y todo, absolutamente todo, su mundo se había puesto al revés. Porque, si alguna vez pensó que su vida, luego de haber encontrado a Granger, ya no sería la misma, nunca pudo realmente dimensionar el nivel de destrucción que causaría haberla dejado ir. Ahora mismo se sentía como tierra arrasada. Sentía un vacío que no tenía sentido, dado el poco tiempo que había pasado junto a ella; más aún, teniendo en cuenta que supo odiarla mientras crecían.

Tanto él como la niña habían caído en una suerte de mutismo agónico, del que solo salían durante la noche, cuando Draco debía calmar las pesadillas de Enya con cuentos de príncipes que rescataban a la princesa del sucio monstruo. Terminaba dormido, sentado en el suelo junto a su cama, tomando su mano para demostrarle que él no se iría. Por alguna razón que no podía explicar, la pequeña se había convertido en una especie de ancla al mundo real, y solo por ella se mantenía en la mansión, aun cuando deseaba huir de todo y, sobre todo, de sí mismo.

Era la primera vez que se sentía de aquella forma. Ni siquiera su estancia en Azkaban lo había mantenido tan agobiado como el saber que había jurado dejar librada a su suerte a la madre de la pequeña bruja, de la cual ahora era padrino. Ni siquiera había tenido tiempo de disfrutar ese título, pues, aunque en el fondo adoraba la idea, ser el tutor de Enya significaba que Granger no estaba allí para ella, ni para él. Sabía que ella aún estaba viva, pero eso no lo consolaba, pues un monstruo como Krum jamás la mataría, ya que no había lugar para ese tipo de piedad en él.

Aún podía sentir el agridulce sabor de los labios de Hermione. Aquel casto y fugaz contacto con la bruja había sido el último clavo en su ataúd. Ahora que sabía qué se sentía besarla, su mente no dejaba de decirle que aquella sería la primera y última vez que lo haría. Incluso en sus pesadillas aquel instante se repetía una y otra vez, dejándole ver todo lo que nunca tuvo y ahora jamás tendría, solo porque había sido un cobarde que la dejó ir. Si no hubiera estado tan aturdido, él habría podido hacer algo. Incluso lanzarle un Avada Kedavra habría sido mejor que dejarla en manos de su peor pesadilla.

—Deberías afeitarte. Pareces un inmundo muggle sin hogar —dijo Lucius mientras tomaba asiento junto a su hijo, quien observaba fijamente a la niñita que jugaba en silencio con una muñeca de trapo, mientras Narcissa desenredaba sus cabellos bajo un rayo de sol que se colaba por los altos ventanales del salón de té. Igual que los últimos siete días, Lucius no recibió respuesta alguna.

—Tu madre está preocupada, Draco. Casi no comes, duermes menos aún. Apenas sabemos de dónde salió aquella niña, y ni hablar de lo que pasó en Bulgaria. ¿Acaso piensas dejarte morir por inanición?

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