Lo que nunca te dije

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El día siguiente en la Academia U.A. no fue fácil para ninguno de los dos. Bakugou y Midoriya intentaban mantener las apariencias, como si nada hubiera cambiado, pero ambos sabían que ese beso había marcado un antes y un después.

Durante las clases, Bakugou estaba aún más silencioso de lo habitual, aunque en su rostro se dibujaba una expresión que solo Midoriya podía leer: confusión. Por su parte, Midoriya también estaba distraído, incapaz de concentrarse por completo. Sus pensamientos volvían una y otra vez a la imagen de Bakugou acercándose a él, a ese instante de vulnerabilidad que había compartido.

Cuando el entrenamiento terminó, Midoriya estaba guardando sus cosas en el vestuario cuando escuchó una voz familiar detrás de él.

—Deku.

El tono de Bakugou era bajo, pero había una intensidad inconfundible en su voz. Midoriya giró lentamente y lo encontró apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Sus ojos rojos lo miraban con una mezcla de nerviosismo y determinación.

—Kacchan... —Midoriya tragó saliva, sabiendo que esta conversación era inevitable.

—Ayer... —Bakugou comenzó, mirando hacia un lado como si le costara encontrar las palabras—. No podemos hacer como si no hubiera pasado. No soy bueno con estas mierdas emocionales, ya lo sabes.

Midoriya asintió, sintiendo su corazón acelerarse de nuevo. Sabía que Bakugou no era del tipo que hablaba de sus sentimientos, y si estaba allí, era porque esto significaba algo importante para él.

—Yo tampoco soy bueno en esto, Kacchan. —Midoriya intentó sonreír, pero la tensión en el ambiente era palpable—. Pero no quiero que lo que pasó cambie las cosas entre nosotros... al menos no de una manera negativa.

Bakugou lo miró fijamente, sus ojos ardiendo como siempre, pero esta vez había una vulnerabilidad que Midoriya raramente veía en él.

—No va a cambiar quién soy, Deku. —Bakugou dio un paso hacia él, sus pasos resonando en el pequeño espacio del vestuario—. Sigo siendo el mejor, sigo queriendo ser el número uno. Pero... —Se detuvo justo frente a Midoriya, su mirada penetrante—. No puedo negar lo que pasó. Y no quiero hacerlo.

El corazón de Midoriya dio un vuelco. Bakugou no estaba gritando, ni mostrando su habitual agresividad. Estaba hablando con una honestidad que lo sorprendía. Lentamente, Midoriya levantó una mano y la colocó sobre el brazo de Bakugou.

—No tienes que negar nada, Kacchan. No estamos compitiendo en esto. —Su voz era suave, calmante.

Bakugou frunció el ceño, pero no se apartó. Midoriya siempre había sido la única persona que podía llegar a él de esa manera, sin forzar nada. Por eso, le molestaba y lo atraía a la vez. No había nadie que lo hiciera sentir tan fuera de control como Deku, pero al mismo tiempo, era el único que podía calmar la tormenta dentro de él.

—Esto no significa que me vaya a volver un blando, ¿entiendes? —Bakugou gruñó, aunque su tono no tenía la misma mordacidad de siempre.

Midoriya no pudo evitar sonreír. Conocía demasiado bien a Bakugou para saber que esta era su manera de decir que estaba dispuesto a intentarlo.

—Lo sé, Kacchan. Eres tan explosivo como siempre.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, como si las palabras ya no fueran necesarias. Había algo en ese espacio compartido, en esa cercanía, que hablaba por ellos. Sin embargo, Midoriya rompió el silencio.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó, genuinamente curioso.

Bakugou soltó una risa suave, algo que Midoriya no escuchaba a menudo. Era como un sonido extraño pero reconfortante.

—No lo sé, maldito nerd. Nunca he hecho esto antes.

Midoriya sonrió ampliamente, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo, estaban en la misma página. Ambos eran nuevos en esto, y aunque el camino sería incierto, lo recorrerían juntos. Sin más palabras, Midoriya dio un paso más y, para sorpresa de Bakugou, lo envolvió en un abrazo suave. No había explosiones, ni gritos, solo la calidez de un contacto sincero.

Bakugou se quedó rígido por un segundo, sin saber cómo reaccionar. Pero poco a poco, sus brazos se movieron, devolviendo el abrazo de manera torpe pero genuina.

—Solo no te acostumbres a esto, Deku —murmuró Bakugou, aunque su voz tenía un toque de ternura que lo traicionaba.

Midoriya rió suavemente contra su pecho.

—Lo intentaré, Kacchan. Lo intentaré.

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Lo que nunca te dije asta ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora