𝐎𝐧𝐞

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DESPERTAR

Una boda...

Jamás creí llegar tan lejos con Edward. Siempre pensé que se terminaría cansando de mí y que se iría, y lo hizo, pero volvió y, aunque no tenía por qué haberlo hecho, lo perdoné y seguimos adelante. Después de todo, entendía por qué lo hizo, entendía que estaba preocupado por mí y mi seguridad. Pero eso ya no importa, no en este día.

Caminé despacio hacia el altar con mi madre tomándome del brazo, el único soporte que tenía para no caerme. Mis piernas tiemblan y el aire no es suficiente. Los nervios a flor de piel y la felicidad más grande que eso.

—No te preocupes, cariño, no estés nerviosa —habló mi madre en voz baja.

Le sonreí y miré a Edward.

Edward. Oh, Edward. Tan hermoso con su traje blanco y su sonrisa deslumbrante; a su lado solo parezco un simple cero a la izquierda, pero él siempre me da valor.

Me paré justo frente a él. Sus ojos dorados se posaron en mí y su sonrisa se ensanchó. El cura hablaba, pero yo no lo escuchaba, solo tenía ojos para él.

De repente, y luego de un minúsculo parpadeo, Edward estaba cubierto de sangre, y yo también. Miré a mi alrededor y todos estaban muertos o moribundos. Volteé a mirar a Eddie otra vez y solo me vi a mí, con una sonrisa macabra.

Tenía la ropa hecha jirones y sucia, el pelo desordenado y lleno de ramas, los dientes negros por la suciedad y un olor moribundo salía de ella.

—Oh, pobrecita. ¿Este no es el sueño que querías tener? —se rió de mí.

—Mírenla, parece una idiota en ese vestido —una voz salió desde las sombras; era Alice.

—¿Ella realmente cree que Edward la ama? Por favor —Rosalie salió a su lado.

—No es muy inteligente —Jasper soltó el cuerpo sin vida de mi madre y se paró junto a Alice.

Uno a uno, los Cullen fueron saliendo de las sombras mientras decían cosas hirientes sobre mí.

—¡BASTA! —grité a todo pulmón—. No vas a hacerme esto el día de mi boda —señalé a mi yo de los sueños.

—Yo no estoy haciendo nada —sonrió—. Estos son tus propios miedos, TUS propios pensamientos sobre ti misma.

De repente, los Cullen estaban vestidos con su ropa para ir a cazar; me miraban con esos ojos negros y, uno a uno, empezaron a correr hacia mí. Empecé a correr lo más rápido que pude hacia el bosque. Las ramas cortaron mi vestido y deshicieron mi peinado.

Jasper apareció de la nada. Al asustarme, tropecé, haciendo que lodo entrara en mi boca y ensuciara mi vestido. Escupí y empecé a correr otra vez hacia lo que yo creía era la playa, pero no.

Aparecí en el claro de siempre; todas las flores estaban cubiertas de sangre y había cuerpos esparcidos por todos lados. Caminé hasta el centro del prado, donde había un espejo.

—No...

Las palabras quedaron en mi garganta cuando me vi. Estaba igual o peor que mi yo de aquí: ropa rota y sucia, dientes sucios, pelo lleno de ramas y lágrimas recorriendo mi rostro. No sé cuándo empecé a llorar.

—¿Qué pasa? —la voz de Edward me asustó y pegué un brinco.

—Yo... No sé qué está pasando —corrí llorando a sus brazos.

—No te preocupes, Line, todo estará bien —me abrazó con fuerza—. No sufrirás... demasiado.

—¿Qué...?

Cuando menos lo esperé, Edward clavó sus dientes en mi cuello y un dolor insoportable atravesó mi cuerpo. Intenté golpear su dura piel, pero nada parecía funcionar.

Mi visión se nubló; estaba por desmayarme.

—No te resistas, no logras nada haciéndolo —habló mi otra yo—. Estos son tus miedos y preocupaciones, déjate llevar —sonrió con malicia.

Me desperté gritando el nombre de Edward tan alto que lastimé mi garganta.

—¿Qué pasó? —un coro de siete vampiros entraron corriendo a la habitación, todos con cara de preocupados.

—Solo... una pesadilla —respondí intentando respirar bien. Edward se sentó a mi lado y acarició mi mano y espalda.

—¿Solo fue eso? —preguntó Carlisle—. ¿No fue una premonición?

—No, no. Sé distinguir una de la otra —respondí segura.

—Bueno, en ese caso debemos seguir estirando los tacones —Alice me paró de la cama de un tirón.

—Primero... —Esme tomó mi brazo y me acercó a ella—. Evangeline tiene que desayunar.

—Me siento una marioneta —le susurré a Jasper y Emmett.

—Te ayudo —Emmett me cargó en su espalda y salió corriendo a velocidad humana de la habitación.

—¡Emmett! —grité mientras me reía—. ¡Ayuda!

—Voy —Jasper corría detrás de Emmett y, detrás de Jasper, iban Alice, Rosalie y Edward, todos a velocidad de humano.

De un momento a otro, todos estábamos afuera jugando a la mancha, hasta que Esme me llamó a desayunar. Ellos siguieron jugando, pero ya al estilo vampiro.

—Nunca los había visto jugar así —sonrió Esme mientras miraba por la ventana.

—Yo tampoco —Carlisle bajó el diario y sonrió—. Gracias, Eva.

—¿Gracias por qué? —pregunté al terminar de masticar.

—Les has dado algo por lo que sonreír —respondió Esme—. Aunque no lo creas, les has dado color a nuestras vidas —me sonrió y volvió a la cocina.

—¿Usted...? ¿Usted realmente cree que soy tan especial? —le pregunté a Carlisle con un poco de pena.

—Si lo dices por tu pesadilla, no te preocupes. Sea lo que sea que hayas soñado, no pasará —me sonrió—. Las pesadillas son el terror de nuestro subconsciente, lo que nos da miedo y no sabemos por qué. Cuando despiertas, eso se va y ya no puede lastimarte —me sonrió y se paró de la silla—. Solo tienes que despertar.

Carlisle se fue a su despacho y yo me quedé pensando mientras terminaba mi desayuno.

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¡Primer capítulo publicado!

¿Cómo están? ¿Qué les pareció el primer capítulo?

Bueno, como saben, tengo fama de no publicar durante días o incluso meses (mis disculpas), así que voy a intentar publicar todos los jueves. También quiero intentar publicar los lunes, pero respecto a eso no les prometo nada jajaja.

Sin mucho más que decir, me despido. No olviden votar y comentar, siempre los leo.

Nos vemos cuando nos veamos.

Lady A.

Despertar: El Inicio del FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora