Capítulo seis.

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Con un fuerte grito, Kaiser hizo un desastre en su habitación, tirando al suelo todos sus libros, golpeando la mesa, dándole una patada a la silla. Quería destruir todo lo que estaba a su alcance.

Nada lograba llenarlo, solo podía pensar en lo mucho que necesitaba lastimar, al que sea, a lo que sea.

Y todo por culpa de un omega.

No podía olvidarlo, ni un segundo desde que llegó a esa casa; lo único que podía hacer era pensar en su aroma y en sus lindas expresiones, por eso lo había hecho llorar y no se arrepentía, porque le encantaba verlo así, como si fuera adictivo. Pero al mismo tiempo había otro problema.

No podía quedarse mucho tiempo al lado de Yoichi porque su aroma lo aturdía, y no de la forma en la que se imaginaba. Sentía que si se quedaba un segundo más bajo las feromonas dulces de Yoichi, iba a sacar su animal interior, su Alfa interior.

Uno que estaba dormido desde hacía tiempo, y sabía que con la llegada de ese chico, estaba comenzando a despertar otra vez. 

Esa idea no le agradaba para nada, pues no estaba interesado en esas mierdas del romance y los destinados. Para Kaiser, nada de esa basura existía, porque los omegas eran malos y mentirosos. Solo sabían seducir alfas por diversión y, aunque tuvieran hijos, los dejaban abandonados para conseguir más dinero.

Exactamente igual a su madre. 

Por eso Yoichi merecía ser tratado de esa manera, no importaba si su aroma era el más delicioso que existiera. No iba a caer en la trampa de ese sucio omega.

Incluso si eso significaba sentir dolor por no tener cerca su aroma y su piel, ya que su Alfa interior estaba rugiendo por la necesidad de tener cerca la suavidad de Yoichi.

Es tu omega, deja que se entregue a ti.

Es tuyo, él te pertenece. Nos pertenece.

—¡No, no, no! —gritaba haciendo un peor desastre en su escritorio tirando la pequeña lámpara que había encima—. ¡No caeré!

Era lo que su voz decía, pero poco a poco se estaba entregando al deseo de su voz interior, ese deseo de acorralar al omega bajo su cuerpo y no dejarlo escapar nunca. 

Luchar contra la naturaleza era en vano. En su interior lo sabía.

Y pronto caería en el fondo del abismo.

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Los siguientes días fueron un infierno para Kaiser.

Al sentir brevemente el aroma de omega en el aire, pensaba que en cualquier momento iba a volverse loco. Era un olor fugaz que apenas duraba un par de segundos y no era suficiente para satisfacerlo. Necesitaba más de ese aroma.

Si eso era mejor o peor para su vida, no tenía ni la menor idea. No quería pensar mucho en eso, solo olvidar todas las horribles —o hermosas— sensaciones que le estaba provocando la llegada de Yoichi. 

Ni siquiera lo había visto en esos últimos días, ni mucho menos había hablado con él. El chico corría cada vez que lo veía cerca, como si lo estuviera evitando, y por alguna razón eso le molestaba. Incluso si él fue el causante de que Yoichi se alejara. 

Lo había lastimado para alejarlo, pero ni siquiera eso sirvió para estar mejor. Más bien, se sentía como un alfa miserable, todo el tiempo.

—Maldita sea —gruñó debido al dolor de cabeza.

Ese dolor interno iba creciendo, y a medida que pasaban los días, se sentía agotado, enfermo. Su cuerpo estaba reaccionando al dolor que le provocaba estar lejos del aroma que lo hacía sentir bien.

Through the Dark (Kaisagi • KIIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora