Blay llegó a la casa de Kye en un estado de urgencia, su corazón acelerado por la preocupación por Lay. Al abrir la puerta, encontró a Lay sentado en el suelo de la sala, abrazando sus piernas, con los ojos hinchados de tanto llorar y el rostro pálido. Era evidente que Lay no estaba bien.
— Lay, Dios mío — Blay se arrodilló a su lado. — ¿Qué pasó?
Lay apenas podía hablar, su cuerpo temblaba. Sus ojos estaban perdidos, y no parecía darse cuenta de que Blay estaba allí. La situación dejó a Blay aún más preocupado.
— Yo... No sé... No sé qué hacer — murmuró Lay, su voz frágil y casi imperceptible.
Blay, al ver el grave estado en el que estaba Lay, intentó calmarlo, pero sabía que aquello estaba más allá de su capacidad para ayudar en casa. Necesitaba atención médica.
— Lay, te voy a llevar al hospital, ¿vale? — dijo Blay, con una voz suave pero firme. — Estás muy alterado, y necesitamos asegurarnos de que estés bien.
Lay no respondió, simplemente cerró los ojos y dejó que Blay lo guiara hasta el coche. En el camino, Blay llamó al hospital para avisar que iban en camino, y condujo lo más rápido que pudo, manteniéndose calmado para no alarmar aún más a Lay.
En el hospital, Lay fue atendido de inmediato. Estaba en un estado de estrés intenso, con la presión descontrolada, y el médico recomendó que se quedara en observación. Blay se quedó al lado de Lay todo el tiempo, sosteniendo su mano y asegurándole que no estaba solo.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, Kye, tras horas de tensión en la comisaría, finalmente fue liberado por falta de pruebas concretas. Aun así, fue informado de que tendría que responder a la denuncia presentada por el padre de Lay. Su alivio al ser liberado fue inmediatamente eclipsado por la preocupación por el estado de Lay.
Sin perder tiempo, Kye fue directo al hospital, donde sabía que Blay había llevado a su novio. Al llegar, encontró a Blay sentado en la sala de espera, con una mirada preocupada.
— ¿Dónde está él? — preguntó Kye, ansioso, sin ocultar la tensión en su voz.
— Lo están examinando. El estrés fue demasiado para él, Kye. Nunca lo había visto así... Te necesita más que nunca — respondió Blay, con el cansancio y la preocupación visibles en su rostro.
Kye asintió, pasando la mano por su cabello y sintiendo el peso de la culpa y la preocupación acumulándose.
— Todo esto es culpa de su padre. Está haciendo todo lo posible para separarnos — murmuró Kye, su voz cargada de frustración. — Pero no lo voy a permitir. Nunca voy a abandonar a Lay, aunque tenga que enfrentar todo esto solo.
Blay miró a Kye con seriedad, pero también con un cierto alivio.
— Entonces ve con él. Te necesita ahora, Kye. Muéstrale que van a superar esto juntos.
Con una determinación clara, Kye se dirigió a la habitación donde estaba Lay. Al entrar, vio a Lay acostado en la cama, con los ojos cerrados, la respiración más tranquila que antes, pero aún con un aire de vulnerabilidad. Kye se acercó, tomando la mano de Lay con cuidado.
— Estoy aquí, Lay — susurró Kye, con la voz suave, como si temiera despertarlo de una pesadilla. — Y no me voy a ir a ninguna parte.
Blay entrou en la habitación con una expresión seria y preocupada. Miró a Lay acostado en la cama, aún inconsciente, y luego dirigió su atención a Kye, que estaba junto a la cama, agarrando la mano de Lay con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir.
— Kye, tenemos que hablar — dijo Blay, intentando mantener la calma, pero la tensión en su voz era evidente. — Si esto continúa, Lay no lo va a soportar. Ya está al límite. El médico dijo que, con su estado emocional, no sería sorprendente que intentara... algo contra sí mismo.
Kye cerró los ojos por un momento, con el corazón pesado por las palabras de Blay. Sabía que Lay estaba bajo una enorme presión, pero escuchar aquello en voz alta era casi insoportable.
— No puedo dejar que eso suceda, Blay — respondió Kye, su voz temblorosa, pero decidida. — Tengo que hacer algo. Si no demuestro que su padre está detrás de todo esto, podría terminar en la cárcel. Y si me encarcelan... — se detuvo, la idea le rompía el corazón. — No quiero perder a Lay.
Blay se acercó más, poniendo una mano en el hombro de Kye.
— Lo sé, amigo. Y estaré contigo en esto. Pero tienes que ser rápido. El padre de Lay es poderoso, y no se va a rendir fácilmente. Quiere quebrar a Lay, Kye. Quiere separarlos a toda costa.
Kye miró a Lay, con sus ojos llenos de dolor y rabia al mismo tiempo.
— Nunca aceptó nuestra relación. Desde el principio, ha hecho todo lo posible para separarnos, y ahora está utilizando esto para incriminarme y destruir la vida de Lay. Pero voy a demostrar que él está detrás de todo esto, Blay. Voy a descubrir qué está planeando. No importa lo que me cueste.
Blay suspiró, sabiendo que la situación era delicada y que el tiempo corría en su contra.
— Solo no pierdas de vista lo que es más importante, Kye — dijo suavemente. — Lay te necesita. Más que nunca. Si siente que está solo en este momento, no sé si podrá manejar todo esto.
Kye apretó la mano de Lay con más fuerza y respiró hondo, tratando de mantener el control.
— Nunca lo dejaré. Aunque tenga que enfrentarme a su padre o a quien sea. Prometo que sacaré a Lay de esta situación.
Blay asintió, sintiendo la seriedad y el desespero en la voz de Kye.
— De acuerdo. Vamos a descubrir cómo desenmascarar a su padre. Pero hasta entonces, tienes que mantenerte fuerte, Kye. Y, sobre todo, tienes que darle a Lay una razón para creer que todo va a estar bien. Necesita sentir que estás luchando por él.
Kye asintió, con un brillo de determinación en sus ojos.
— Lo haré. Por Lay.
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𝗘𝗌 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝗔𝗺𝗼𝗿? > Pausada <
RomansaLay se encontraba en medio de una tormenta emocional después de una acalorada discusión con su padre. Habían tenido diferencias de opinión sobre su relación con Kye, el amor de su vida. Mientras su padre le instaba a reconsiderar su compromiso con é...