4: Si no quieres enamorarte mas, entonces alejate de él.

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El silencio del baño de omegas parecía sofocante. SeokJin se sentó en el suelo frío, acurrucado contra una de las paredes de azulejos blancos que parecían amplificar el eco de su respiración entrecortada. El sonido del agua goteando desde un grifo mal cerrado resonaba en el ambiente, como un recordatorio cruel del peso que ahora aplastaba su pecho.

—Qué patético… —susurró para sí mismo, apretando los ojos con fuerza mientras las lágrimas seguían cayendo, calientes y pesadas, por sus mejillas.

Había sido sincero. Había abierto su corazón de la manera más cruda, sin esconder nada. Y, ¿para qué? Para escuchar a Yoongi decir que todo había sido un error. Sus palabras seguían resonando en su mente, hirientes como dagas que lo apuñalaban una y otra vez. Había creído que el beso que compartieron había significado algo, que tal vez, por un momento, sus sentimientos eran mutuos. Pero se había equivocado. Había sido tan tonto al pensar que alguien como Yoongi, un príncipe, podría mirarlo más allá de esa amistad de infancia.

SeokJin se abrazó a sí mismo, tratando de contener los sollozos que amenazaban con escapar de su garganta. No quería que nadie lo escuchara, no quería que nadie viera lo roto que estaba. Sentía un nudo tan fuerte en la garganta que apenas podía respirar. Las lágrimas caían con más intensidad ahora, y se mordió los labios para ahogar un gemido que casi se le escapaba.

—¿Por qué tenía que decirle la verdad...? —se preguntaba en voz baja, su voz temblorosa. Se odiaba por haberse expuesto así. Por haber dejado que el amor que había guardado por años saliera a la luz, solo para ser aplastado con frialdad.

Los azulejos blancos del baño, antes tan neutros, parecían cerrarse alrededor de él, haciéndolo sentir aún más pequeño, más insignificante. Cada vez que se miraba en el reflejo del suelo mojado, veía a alguien que no reconocía. Un omega débil, patético, que se había aferrado a una ilusión que jamás sería real. Yoongi era de la realeza. Un príncipe. Y él, ¿qué era? Solamente un amigo de infancia, un compañero que nunca sería lo suficientemente bueno para ocupar ese lugar en su corazón.

La burla de la situación lo golpeó de repente, arrancándole una risa amarga que se mezcló con sus lágrimas.

—Siempre he sido solo la "princesa", ¿no? —soltó, su voz teñida de sarcasmo y tristeza. Yoongi lo llamaba así como un juego, un apodo cariñoso de su infancia. Y durante todo ese tiempo, SeokJin había querido ser más que eso. Quería ser algo más que un título infantil, algo más que una fantasía irreal. Quería ser su igual, su amor. Pero ahora, esa palabra "princesa" no hacía más que doler.

Levantó la mirada hacia el espejo que colgaba sobre los lavabos, viendo su reflejo distorsionado a través de sus ojos enrojecidos por las lágrimas. Su cabello desordenado, sus mejillas manchadas por el llanto, su expresión rota. No se reconocía en esa imagen. ¿En qué momento se había permitido caer tan bajo?

SeokJin soltó un suspiro tembloroso, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, aunque seguían cayendo sin descanso. Cada vez que intentaba recomponerse, el dolor en su pecho volvía a intensificarse, recordándole lo tonto que había sido al creer que había alguna posibilidad entre ellos.

—Debería haberme quedado callado… —murmuró, con la voz apenas audible, como si lo dijera más para sí mismo que para alguien más.

Quería arrancarse ese sentimiento de dentro, quería dejar de amar a Yoongi, pero no sabía cómo. Llevaba años acumulando ese amor, guardándolo en silencio, esperando el momento adecuado para confesarlo. Pero ahora, lo único que deseaba era retroceder el tiempo, tragarse sus palabras y no haber dicho nada. Porque, al final, su amor no era más que una broma cruel.

El baño de omegas, ese espacio donde se suponía que debía sentirse seguro, ahora se sentía como una prisión, donde estaba atrapado con sus propios pensamientos destructivos. Se había expuesto, y ahora, lo único que había ganado era el rechazo y la certeza de que Yoongi no lo veía como algo más que un error. Con un último sollozo, SeokJin dejó caer la cabeza contra sus rodillas, exhausto. Había dado todo, y ahora no tenía nada más que ese vacío aplastante en su pecho.

Lunares De Amor | YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora