Capítulo 10

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«Las canciones siempre recordarán lo que en nuestra memoria falle» Fue lo que dijo la abuela de Harry cuando este le llamó para preguntar cómo le había ido en su partida de bingo el pasado fin de semana. En aquella llamada, más allá de las palabras afectuosas intercambiadas, hubo cierta mención de un "alguien" que Harry no pudo mantener en el anonimato.

«Se trata de mi vecino, Louis» Había confesado Harry tras un largo relato de los acontecimientos de los últimos días, y no omitió nada, ni siquiera el acuerdo al que habían llegado con su grupo de amigos.

La respuesta de la abuela fue: «Oh sí, le recuerdo, es el muchacho que cuida del cachorro que te arrastró en el parque, ¿cierto?»

«Calcifer se disculpó, o eso creo» argumentó Harry, y la mujer carcajeó antes de agregar: «Louis debe gustarte mucho como para llamarme a estas horas»

Harry rascó su nuca fijándose en la hora que marcaba su portátil, dos de la mañana. Su abuela estaría durmiendo después de tomar su medicamento para la tos y ahí estaba él, importunándola. Pero si había una persona que podía aconsejarle sabiamente, esa era la matriarca de los Styles.

«Siento haberte despertado» Se disculpó apenado.

«No pasa nada, hijo. Además, no podía dormir porque me tomé un shot de coñac» soltó una risita divertida por su pequeño acto de rebeldía que iba en contra de los amargos y asquerosos jarabes para la tos.

Harry solo pudo sonreír, extrañándola justo en ese preciso momento. Y pensando que ella y la señora Davies podrían ser buenas amigas.

«Vamos, hijo, háblame de tu novio» dijo la señora.

«No es mi novio»

«Pero te gusta» le rebatió con seguridad.

Harry habría refutado aquella conclusión si se tratase de otra persona, pero a su abuela no le había mentido nunca. Así que solo guardó silencio mientras la escuchaba hablar de sus memorias junto a su difunto esposo, recordándole (como hacía desde que era un niño) que las conexiones reales llegan para incrustarse en la vida de una persona, así como las plantas se aferran a la tierra esparciendo sus raíces. Así tal cual se siente el amor.

Y es que como la señora le había dicho: «Tu "algo" desconocido se llama amor. Ese omega te gusta. Por eso no olvidas esa canción, Harry, le diste un significado y ese es Louis. El como ocurriese solo tú lo sabes, pero me alegro de oírte así de emocionado»

«Pero él me odia y, además, creo que se siente atraído por otra persona» confesó Harry.
«Te diré dos cosas mi niño» aclaró su voz «Primero, no puedes sentirte desplazado porque Louis haya continuado en su vida amorosa después de que ninguno insistiera en arreglar el mal entendido en su cita. Y tú también saliste con otras personas, eso no está en discusión» zanjó la señora «Y yo pienso que nunca hubo odio entre ustedes. Es normal que sean estúpidos a su edad, pero el sentimiento es mutuo. Solo necesitan un coscorrón de mi parte»


La abuela intentó emular un tono más serio en la última frase, pero se rindió al instante y ambos rieron. Ella tenía esa cualidad, de despojarse de la vergüenza y señalar todo lo que pensaba (incluso si tenía que llamar tontos a sus propios nietos)






Al finalizar la llamada, recordó las palabras de la abuela y en aquellas anécdotas que le hicieron pensar directamente en Louis. Porque al igual que el omega, su abuela conservaba gran parte de sus recuerdos románticos (trágicos o dulces) en una avejentada colección de vinilos, incluso podría ponerle una anécdota a cada canción, como aquella que bailó junto a su marido el día de su boda.

El día opuesto L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora