Cabellos rosados y ojos azules, cabellos dorados y ojos violetas, cuando se juntan son un poema y en los brazos de la realeza se aman sin barreras.
Kira de la Rosa, la dama de compañía más leal a Navier, con un corazón puro y amoroso que solo pude s...
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Las semanas habían pasado en el reino de oriente y en vez de que el rumor de LadyRashta se disipara fue incrementando mediante el tiempo pasaba. Ahora la emperatriz se encontraba sentada en una hermosa silla de flores de jazmín que le había hecho como regalo número diecisiete, siendo lo suficiente cómodo como para poder relajarse y leer un buen libro en compañía de su dama más fiel, yo.
Sin embargo, los murmullos de unas mujeres al otro lado del arbusto que nos tapaba fueron una incesante distracción que solo nos hicieron perder el tiempo al no dejar leer a su majestad con tranquilidad.
▬ Será mejor retirarnos por hoy, su majestad. ▬ Me agaché a su lado con una sonrisa extendiéndole la mano, ella asintió agradecida y salimos de nuestro escondite dispuestas a irnos.
▬ ¿Es ella? ▬ Pregunto la voz de Lady Rashta a unos metros de nosotras.
▬ ¡Chist! ¡No, Lady Rashta! ▬ Una de las mujeres que la acompañaban intento detenerla, pero solo fue en vano cuando ya se encontraba frente a nosotras.
▬ ¡Ah! ¡Hola! ▬ Su sonrisa se expandió al verme, pero yo no podía corresponderle el saludo cuando su majestad se encontraba con nosotras y no la había saludado a ella de manera adecuada.
Navier asintió con la cabeza y se giró para irse, conmigo detrás de ella.
<<¡Ah! ¡O-oiga! ▬ Ante su descaro, la emperatriz la miro de reojo, sintiéndose ofendida.
▬ Debemos irnos.
▬ No, Lady Rashta. ▬ Nuevamente, la intentaron detener viéndola tambalearse por su pie herido.
▬ Hola, soy Rashta. ▬ Saludo con una tierna sonrisa que solo me enterneció.
▬ Hola, Rashta. ▬ Respondió con simpleza Navier solo queriendo irse del lugar, suspiro y se dio por tercera vez la vuelta, sin embargo, antes de que pudiéramos irnos, Lady Rashta se había aferrado a mi vestido rompiéndolo.
