Cabellos rosados y ojos azules, cabellos dorados y ojos violetas, cuando se juntan son un poema y en los brazos de la realeza se aman sin barreras.
Kira de la Rosa, la dama de compañía más leal a Navier, con un corazón puro y amoroso que solo pude s...
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Hace unos días la emperatriz Navier había salido por asuntos diplomáticos y, sin embargo, eso fue más que suficiente para que su majestad el emperador trajera a una esclava al palacio como su reemplazo. Laura y Eliza, mis compañeras de trabajo, fueron asignadas junto a mí para bañarla y vestirla, claro que ellas se ofendieron y en este momento se encontraban quejumbrosas mientras yo solo esperaba a la emperatriz con un ramo de flores echas por mí.
▬ ¡Vaya! ¡No puedo creer lo del emperador! ▬ Exclamo Laura abriendo las cortinas de la habitación.
▬ Sí... solo deberíamos atender a la emperatriz... ▬ Agrego Eliza doblando las sabanas.
▬ Vamos, no fue tan malo. ▬ Dije yo, poniendo las flores en un jarrón pequeño en el tocador de la emperatriz, sabiendo que le encantarían.
▬ ¿No es tan malo? Es evidente que es una esclava que se fugó... ¡Ah! ▬ La emperatriz entro a la habitación luciendo su porte hermoso y elegante que la caracterizaba a pesar de encontrarse con un camisón de pijama.
A ella hasta una bolsa de papas le quedaría bien.
▬ H-hola su majestad. ▬ Saludo nerviosa Eliza.
▬ Es un gusto tenerla de vuelta, su majestad. ▬ Sonreí acercándome a ella con emoción mientras recibía su bata para colgarla y guardarla.
▬ I-iré a preparar el baño. ▬ Se excusó Laura dirigiéndose al susodicho.
Agarre la tetera y una tasa de té, serví la infusión de vainilla y se la entregue a su majestad mientras Eliza le desenredaba el cabello y Laura solo se quedaba de pie mirando al suelo, en un total silencio.
▬ ¿Paso... algo en mi ausencia? ▬ Inclino la cabeza hacia un lado.
▬ ¡Sí! ¡Algo muy grave! ▬ Exclamo Laura viendo la oportunidad de desahogarse con la emperatriz.
