(Sergio.)
—Eres un completo maldito, Lando Norris. — grité de frustración entrando a mi driver room. Me tenía harto ese maldito mocoso, le había estado dejando pasar todos sus comentarios nefastos y denigrantes por todo este tiempo, pero hoy. Hoy fue el puto punto de quiebre a mi paciencia.
El pequeño niño de papi y mami piensa que no sé por qué razón dice y hace todo el teatrito, pero no sabe con quién se está metiendo. Piensa que por qué nunca le he puesto una mano encima a ninguno de mis compañeros. Que solo porque regalo sonrisas y prefiero no hacer disturbios, se controlar mi temperamento, le voy a dejar pasar todo.
La pequeña perra insolente de McLaren va a conocer al verdadero Sergio Pérez y se va a arrepentir de cada segundo que desperdició en provocarme, en vez de concentrarse en otras cosas. Lo haré sufrir, desear nunca haberme conocido. Lo convertiré en mi marioneta, diseñado para adorarme y venerarme como un puto Dios.
Si tan empeñado estas en obtener mi atención, entonces te la daré, pero no te dejaré ir.
Serás mío y solo mío, Lando Norris.
La noche cayó en Barcelona, el ajetreado día de Clasificación había llegado a su fin y podíamos obtener nuestro merecido descanso. Todos aclamaban al cielo dando gracias por la recompensa del duro día, los chicos se despidieron y cada uno iba tomando su camino para poder llegar a su respectivo hotel y dormir. Yo por mi parte me escabullí de todos, de manera sigilosa como un gato, caminando y fronteando entre el paddock, dispuesto a desaparecer de la viste de todos.
Al asegurarme que nadie me había seguido — O eso pensaba yo — me dispuse a tomar mi camino. La primera parte del plan seria ejecutada hoy, la piel me hormigueaba de emoción, había esperado este momento toda mi vida, desde que lo conocí supe que esto pasaría, su mirada me lo decía.
La excitación recorría mi cuerpo y el simple pensamiento de tener su alma y cuerpo a mi merced producía líneas eléctricas recorriendo mis venas, sus ojitos llenos de devoción miedo y lágrimas eran la imagen perfecta, su linda boca suplicando piedad, que me detuviera, en placer desbordando de su cuerpecito frágil ante mis toques. Recorriendo con mis manos su linda cintura, sus detalladas curvas y ese maldito trasero que rebota con cada paso.
Mi respiración se vuelve errática y mi pene salta en excitación ante mis fantaseos, mierda, debo parar o me correré de solo imaginarlo. Camino despacio hacia mi coche estacionado a unas cuantas calles del circuito, ensimismado en mis pensamientos que no noto a la sombra que persigue mis pasos con un silencio magistral. Camino unas cuantas calles más y doblo hacia uno de los callejones oscuros a mi izquierda, expectante a que mi cazador doble en la misma dirección en mi búsqueda y persecución.
Antes de que pueda si quiera levantar la mirada, mi gran mano se enrosca alrededor de su cuello y de un movimiento ágil y limpio lo estampo contra la sucia pared de cemento, el aire se le escapa de los pulmones y un gemido sale acompañado de una maldición. Esa linda tonalidad británica llena mis sentidos como un cantico de sirena, la mejor sinfonía tocada por el mismo vivaldi.
—checo... — Su mirada retadora se posa en la fría mía, hago más presión con mi mano en ese lizo y marcable cuello color canela, su aroma dulce llena mis fosas nasales, tan delicado, lindo e inocente, pero con esa lengua tan filosa que dan ganas de cotarla en pedacitos.
—¿Qué haces siguiéndome, precioso? — Pregunto con voz terciopelada acercándome a su oído, mi lengua recorre la marcada línea liza de su mandíbula hasta el lóbulo de su oreja en donde dejo una mordida, Lando gime en respuesta.
—Yo... yo no. — Se calla y sus mejillas se encienden en un rosa demasiado lindo. No sabe que escusa inventar y es tan adorable como se pone nervioso ante mi presencia que hasta me dan ganas de morderle los cachetes.
Lando tiembla ante mis caricias, mi palma afloja un poco el agarre en su cuello y la contraria se desliza por su costado, metiéndose dentro de su suéter color café y su camisa entallada que marca su perfecta figura, en mis planes no estaba tener este acercamiento tan pronto pero el imbécil me puso las cosas más fáciles.
Entregándose él solito y poniéndose en el camino del lobo.
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𝐇𝐚𝐭𝐞𝐫 [𝐒.𝐏. 𝐋.𝐍 . 𝐌.𝐕]
RandomComo alfa, siempre tuve el control, o eso creía. Él me adoraba, me seguía ciegamente, un omega que me daba todo lo que quería: su amor, su devoción, su cuerpo. Juntos éramos imbatibles, o al menos eso pensé hasta que algo cambió. Una noche, todo se...