𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈

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—Hola Bebé

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—Hola Bebé. — saludo de manera casual, de pronto su voz afligida llega a mis oídos, la necesidad oculta entre palabras es notoria, pero Max simplemente no lo puede ocultar, no puede ocultar cuanto me necesita.

—Sergio, waar ben je lieverd— Suelto una risa y entro con calma al lobby del hotel, Max balbucea cosas que no son del todo entendibles, puedo jurar que esos lindos ojitos azules están empañados y sus mejillas rojitas bañadas en lágrimas.

—Voy en camino, mi amor, no tardo— Y no mentía, estaba a unas cuantas puertas de llegar a nuestra habitación, que por capricho de Max habían accedido a darnos.

El precioso holandés, no era más que un cómplice, dispuesto a ayudarme en lo que quisiera, un alma que se arrodillaría si se lo ordeno, una maquina construida para cumplir mis caprichos y órdenes. Mi mano derecha y peón de hierro. Mi reina y pieza más preciosa de mi tablero.

Entro a la habitación y al cerrar la puerta lo primero que siento son unos delgados brazos envolverse en mi cuerpo. Mi linda reina se encontraba hipeante, asustado y sensible, — Sergio, ¿por qué tardaste tanto con esa perra? — el desagrado en la voz del cachorro es notorio y solo me hace ensanchar mi sonrisa altanera, me doy la vuelta y todo a Max entre mis brazos levantándolo del piso.

Pronto sus piernas se encuentran alrededor de mi cintura y su rostro escondido en mi cuello. Me doy la tarea de mimarlo, su aroma a tulipanes y stroopwafel. invade mi cuerpo entero marcando cada rincón de mi piel, Max siempre ha sido demasiado territorial para mi gusto. Pero es algo de lo que no me puedo quejar, yo mismo no permito que le toquen un pelo, y por eso me deshice del maldito de Jos.

Decidido a devolverle el favor lo comienzo a marcar con mi aroma, tequila y eucalipto bañan por completo a Max quien se remueve feliz entre mis brazos como un bebé. Llego hacia la cama y me ciento en el borde de esta, aun con el lindo omega en mis brazos, los besos llegan y las caricias comienzan. Sus caderas se mueven al ritmo de mis besos por su lechosa piel, la noche apenas comienza.

Nuestros cuerpos se funden, siendo uno solo, los gemidos llenan la habitación el choque de pieles acompaña como una sinfonía erótica ambientando la habitación, éramos un desastre de fluidos y semen. Los labios de Max alrededor de mi polla se sentían como una caricia de ángeles, su carita tierna, mejillas rojitas elevan el placer. Su cuerpo encima del mío saltando contra mis embestidas, sus piernas gelatinosas y su piel marcada. Anudo en su interior y me derramo con indecencia.

Al final de la noche renuevo la marca, mis colmillos profanando la sensible piel de su glándula, donde la hermosa marca perteneciente a mi decora su hombro como una obra de arte. Max cae rendido y me encargo de limpiarlo y mimarlo. —Te amo, bonito.

— Te amo más, sproeten.

Han pasado aproximadamente dos semanas desde lo sucedido, Max sigue receloso y no me deja apartarme mucho tiempo, sin embargo, sabe que no puede retenerme por mucho tiempo. Los gruñidos adorables que suelta cada vez que dirige su mirada a Norris es demasiado cómica, mi reina aun no lo acepta, es demasiado celoso, pero el mismo se muere por acorralar al omega británico y destruirlo

𝐇𝐚𝐭𝐞𝐫 [𝐒.𝐏. 𝐋.𝐍 . 𝐌.𝐕]Where stories live. Discover now