—¿Crees que la chica de allá me besaría? —murmuró. Me hizo salir de mis recuerdos. Me incorporé y vi a la chica que le sonreía.
—Elía tiene razón —dije sin expresión alguna—. Eres un adolescente deseoso de sexo.
Lanzó una carcajada. Comprendí que no se había molestado ni un poco por mi afirmación. Ambos se sonrieron y se me revolvió el estómago. Siempre me sorprendió que se fijaran en la cara de pervertido que tenía. Digo, sabía que él era interesante o agradable. No me atrevía a decir que era un galán, pero siempre tuvo una actitud que hacía voltear a cualquiera. Esa no era razón suficiente para lanzarse a sus pies.
¿O sí?
Bajamos y fuimos directo a mi casa. Seguro que Elía ya nos esperaba. Agradecí de nuevo que la distancia que recorría cada día fuera tan corta. Joan estaba más pensativo de lo normal. Solamente podía deberse a una cosa. El viento movió su cabello y alargué una mano para despeinarlo. Le sonreí cuando me miró.
—Todo está bien en casa —dijo alzando un hombro.
—Odio que hagas eso —solté sacudiendo la cabeza. Me tomó la mano y le dio un beso. Chasqueé con la boca para quejarme.
—Es fácil leerte.
—Lo haces de nuevo. —Me quejé apartando la mano.
Al menos conseguí que su mente no se hiciera nudos con sus problemas. Abrí la reja del jardín y, antes de que pudiera abrir la puerta, Elía se adelantó. Oh, no.
—Ya llegó mi futuro yerno. —Se acercó y lo abrazó con alegría.
—Elía, sabes que solo es mi amigo —dije irritada.
Algunos se atrevían a decir que teníamos algo más que una amistad. Supongo que lo intuían por la manera en la que siempre nos tratábamos. Nunca fue desagradable estar con él e incluso tenía sus beneficios. Los chicos no se me acercaban porque lo usaba de pretexto. Así me enfocaba en la escuela y no me preocupaba por caer de nuevo en las redes de alguien como Silas.
—Por favor, ¿me vas a negar nietos con ojos bonitos? —susurró sosteniendo el rostro de Joan. Sacudí la cabeza y dejé caer mis cosas al suelo.
—Serían igual de lindos porque soy perfecto —siguió el juego y ella se echó a reír.
—Por esa razón me cae tan bien. —Lo soltó y fue directa a la cocina.
—Son incambiables. —Me cubrí el rostro. Deseé que el momento incómodo terminara.
—¡Hay que atacarlos! —gritaron mis hermanos al mismo tiempo.
Se acercaron corriendo y me abrazaron para luego hacernos cosquillas. Joan tomó a Leo para alzarlo. Hice lo mismo con Onuris y ambos se rieron con fuerza. Una vez que se calmaron, fuimos a la sala para mirar la televisión hasta que Elía nos llamó para comer. Nos sentamos y todos hablaron de cosas sin importancia.
—Joan, cuando sea grande voy a ser un superhéroe —anunció Onuris sonriendo con singular alegría.
—Y yo, seré su enemigo —interrumpió Leo, quien trataba de tomar una papa cocida de su plato con el tenedor.
—¿Por qué? —preguntó a Onuris entrecerrando los ojos.
—Los superhéroes y sus enemigos siempre hacen cosas juntos. Parece muy divertido —contestó, y Leo consiguió atravesar la papa. Intenté no reírme.
—No podrán serlo —solté para hacerlos enojar.
—¿A que sí? —dijeron al unísono y se movieron en sus lugares.
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Audrey Saga de los Dream Games
Science FictionUna adolescente común vive agobiada por su realidad y los problemas que la rodean. Por varios días, un hombre aparece en sus sueños y le habla de una realidad llamada los Dream Games. Ella deberá navegar en sus sueños y descifrar lo que se está crea...