Era la primavera de 1986 en el Condado de Orange, específicamente en la ciudad Orange. Hanni, con diecisiete años, estaba atravesando por un montón de cosas que la iban atormentando lentamente. Primero, decidió robar el disco Arrival de ABBA en una...
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Robar. Reprobar. Gustar.
Hanni sabía que sus problemas eran una nada misma a comparación de todo lo que pasaba por el mundo. De hecho, en su mismo país natal pasaban cosas terribles de las cuales se preocupaba demasiado y por las cuales sentía que no tenía derecho a sentirse mal por sus propios sentimientos e inquietudes. Pero, incluso si pensaba así, era difícil dejar de sentir aquella opresión en el pecho que le advertía las cosas.
Querer algo que no podía comprar era tedioso.
Estar a punto de reprobar matemáticas era estresante.
Y gustar de una chica era preocupante.
Había enlistado fácilmente esas tres cosas como las que más estaban arruinando su mes y definitivamente no se las podía sacar de la cabeza. A veces lloraba, a veces se enojaba, a veces no hacía absolutamente nada, pero seguían ahí y era horrible querer sacárselo de encima sin saber cómo.
Hanni Pham tenía que solucionar eso sí o sí. No podía seguir viviendo en la cuerda floja de la preocupación, acabaría con su vida más pronto de lo que debería. Es por eso que buscó soluciones en sus tres personas favoritas:
En Tanner Kim, Grace Lee y Vanessa Kang.
O como bien se decían entre ellos con sus nombres originales:
Kim Taehyung, Lee Hyein y Kang Haerin.
Unos asiáticos de lentes que hablaban un perfecto inglés y eran altamente juzgados y criticados por toda la escuela. Aquel grupo de amigos, Hanni lo adoraba y por ende eran sus consejeros principales (aunque eso no significaba que fueran los mejores)
Al primero que acudió fue a Taehyung respecto a su tan anhelada compra que no podía hacer por no tener dinero.
—¿Qué hago? ¿Crees que consiga la cantidad que necesito si trabajo? —preguntó ansiosa.
Taehyung, bajo esos lentes redondos y su cabello rizado cayendo por su frente casi llegando a sus ojos, apartó la mirada del cómic de Spider-Man que tenía en sus manos.
—¿En qué quieres trabajar? No es verano como para tener el tiempo suficiente y trabajar. Prioriza los estudios, mujer —respondió.
Sin más, regresó su mirada a las hojas coloridas.
Hanni resopló y se lanzó a su cama con un cansancio inmenso. De tan solo pensar en qué hacer para solucionar eso quería explotar.
—¡Se van a agotar, Taehyung! —exclamó.
—Podemos ir a New York y ver si hay más...
—¡Tonto! —le lanzó una almohada cuando se sentó. —En eso gastaré más que en el disco en sí.
—Bueno, te estoy dando soluciones —se encogió de hombros y sin apartar la mirada del cómic dejó la almohada en la cama.
—¿Para qué vienes a mi casa si solo lees mis cómics?
