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Tiago Gómez vuelve a mirar al reloj de aguja que había colgado en la pared. Su turno había terminado hace veinte minutos, pero antes de poder despedirse de nadie, había llegado un hombre. 

El mismo hombre que estaba sentado delante de él, a punto de llorar.  Era un hombre alto, de ojos castaños y ojerosos y  tez blanca. Llevaba puesto una camisa blanca arrugada y su espeso cabello castaño estaba completamente despeinado. A pesar de estar completamente desaliñado, era atractivo. Hasta ahora solo sabía que su nombre era Héctor Hidalgo, de cuarenta años, padre de dos niños y una niña. El hombre no había respondido más preguntas.  Solo formulaba una pregunta:

"¿Dónde está mi Greta?"

- Señor- vuelve a decir Sonia, (que fue la que llamó a Tiago  cuando entró el hombre) de forma dulce- Necesitamos que responda las preguntas, para poder averiguar donde está su hija. 

El tal Héctor parece de salir de su trance al escuchar mencionar a su hija. Carraspeó y buscó frenéticamente en los bolsillos de su pantalón vaquero, hasta sacar una cartera marrón. Sacó de ella la foto de una chica y la puso encima de la mesa. 

- Esta...esta es mi Greta.- la voz del hombre se agrietó- Lleva sin venir a casa desde hace dos días. Seguro que ese malnacido... 

Se lleva la mano a la boca y suelta un fuerte suspiro. 

Tiago agarra la foto tamaño carnet  y la mira atento. Es de una adolescente, quizás quince o dieciséis años. La cara de la chica está repleta de pecas. Su cabello rubio que es largo hasta los hombros, está despeinado pero eso no evita que sonría a la cámara. Sus ojos son igual de castaños que los del hombre que le a entregado la fotografía, al igual que el mentón y la nariz. 

- ¿Quiere decir que su hija a desaparecido?- pregunta Sonia mientras señala la foto.

El padre se estremece (como si aquella palabra fuera tabú para él) pero asiente. 

Sonia empieza a teclear con rapidez en el ordenador. 

- Quiero... quiero denunciar la desaparición de mi hija.- de los ojos del hombre, sale una lágrima, como si hasta ahora no se había creído lo que estaba sucediendo.  



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Nita

GretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora