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07/02/2015

Greta suspiró al cerrar la puerta del sanitario de chicas. Las paredes estaban pintarrajeadas de dibujos y declaraciones de amor, además de que había varias  envolturas de tampones tiradas por el suelo. Pero eso no le importó a la rubia, así que se encerró en la cabina más limpia. 

Su cabeza palpitaba con fuerza. Las tres primeras horas habían sido insufribles. En educación física había tenido que jugar baloncesto junto a Nora (una chica marroquí que había repetido año y se sentaba detrás suya en biología) que no dejaba de gritarle y hacerle comentarios hirientes. La clase de matemáticas fue la única en la que tuvo esperanza. Reyna había llegado junto a Fran, pero cuando su amiga la miró, solo se rió y se sentó junto a su novio y sus amigos. Había ignorado completamente a Greta.

Greta tuvo esperanzas de que su mejor amiga le volviera a hablar en el recreo, pero  se esfumó al ver a Reyna marcharse con otras chicas. 

Abrió la bolsa de patatas fritas que había comprado en una de la máquinas expendedoras. El olor a jamón inundó sus fosas nasales y le hizo la boca agua. Llevaba sin comer desde ayer por la tarde, y aquel olor era para ella igual que la ambrosía para los dioses.

Sacó su móvil del bolsillo y empezó a ojear sus redes sociales. Faltaban cinco meses para que se graduara de la ESO, pero muchas de sus compañeras ya estaban comprando sus vestidos. Greta aún no sabía si se iba a graduar. Tenía varias asignaturas suspensas, y su tutora no dejaba de decirle que se pusiera las pilas. Y Greta lo había intentado varias veces, pero le era imposible. Ella no quería cursar un bachillerato de ciencias, pero su padre no le había hecho caso alguno a sus peticiones. En general, nunca le hacía caso. 

El hilo de sus pensamientos fue cortado cuando escuchó la puerta cerrarse con fuerza. Ella dejó de mordisquear la patata que tenía en la boca. El sanitario en el que se encontraba en la última planta, y nadie solía ir allí si no era para follar, fumar o, en caso de Greta, aislarse del mundo. 

Frunció el ceño al escuchar sollozos. ¿Debía salir? ¿Y si empezaba a gritar y alertaba algún profesor?  Estar en uno de los pisos superiores del instituto estaba prohibido, así que si la pillaban llamarían a su padre y desde lo de ayer no estaba dispuesta a volver a discutir con él.

Los sollozos cada vez se hacen más fuerte, tanto que su cuerpo se tensó, incómodo, como si estuviera entrando en una casa desconocida. 

Quédate donde estás, no es tu problema, que se las arregle sola.

Pero Greta no podía dejarla ahí. Sabía de primera mano lo que era llorar y no tener a nadie  quien la abrazara o brindara un mano. Volvió a meter la bolsita en el bolsillo de su sudadera y cogió aire. Estaba muy nervios. Hizo el ademán de abrir la puerta, pero antes de girar el pomo, escuchó como los lloros habían cesado y cinco minutos después, la puerta del sanitario se cerraba con fuerza.La intrusa se había marchado. 

Greta soltó un suspiro y miró su reloj de pulsera. Dentro de diez minutos iba a sonar el timbre, así que abrió la puerta y se acercó al lavamanos. Odiaba tenerlas manchadas de la grasa de las patatas. Cuando abrió con el pie en contenedor para tirar el papel con el que se secó las manos, se sorprendió al ver que no se encontraba vacío. 

Miró asombrada el objeto. Lo reconoció porque lo había visto en un montón de películas, pero no se esperaba encontrarlo tirado en la basura de un instituto. 

Agarró un pañuelo del bolsillo de pantalón y agarró la prueba de embarazo con un poco de asco. Enarcó sus cejas al ver que era positiva. 

El timbre sonó. 


Ya se que es muy corto pero servidora no tiene tiempo :(


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Nita 

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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