1

13 3 0
                                    


Se están todos peleando por sentirse parte de algo y yo me siento de Marte

Siempre hay algo que me aleja y solo sueño escaparme

Marte (BabixDenom)



Tres meses antes. 

Martes, 7/02/2015

Greta terminó de abrocharse la sudadera. A pesar de estar a finales de marzo, en Santander aún hacía mucho frío, y ella era muy sensible a los resfriados, aunque le gustaba enfermarse. Pero aquel año no podía volver a faltar tantos días al instituto. Agarró el peine verde que se encontraba en su tocador y volvió a cepillarse sus mechones rubios. 

Estaba muy nerviosa, ya que no había podido dormir en toda la noche. Reyna se había vuelto a enfadar con ella y no le respondía ningún mensaje. Tenía la esperanza de que al llegar a clase le  volviera a hablar antes del recreo. 

Soltó el cepillo y se colgó en un hombro su mochila roja. El reloj de su pared le indicaba que faltaban diez minutos para que comenzaran las clases así que salió rápidamente de su habitación y bajó las escaleras, encontrándose a sus dos hermanos pequeños peleando delante de la entrada con espadas de Star Wars. De fodo escuchó como su padre discutía con alguien por teléfono. 

- ¡Me voy, nos vemos luego!- exclamó Greta, pero ninguno de los tres machos le respondió. 

Abrió la puerta azul y salió a la calle, corriendo lo más rápido posible para no llegar tarde a su primera clase. 

Greta no se describía como una buena estudiante. Realmente, era todo lo contrario. No le gustaba estudiar, ni hacer los deberes. No participaba en clase, tampoco en los trabajos. Y no era porque no le gustase aprender, si no por que le era imposible seguir el ritmo de algunas asignaturas. Se confundía en la sintaxis, le costaba contar mentalmente, y no conseguía recordar las fechas en historia. 

Aunque nunca se paró a pensar si su problema con las asignaturas, tenía que ver con su miedo a poner un pie dentro del instituto. 

Empezó a juguetear con sus uñas al llegar a la verja negra de la  entrada del IES Luis Cernuda. Todos los estudiantes sonreían y gritaban mientras entraban. Había algunos que iban solos, cubiertos con un gorro de lana, otros escuchando música por sus auriculares. 

Greta amaba escuchar música, que pena que sus auriculares hubieran desaparecido. 

La rubia se quedó varios minutos parada enfrente de la verja negra, observando como los adolescentes  entraban en la institución. A simple vista, eran todos diferentes. Personas bajas, altas, rubias, morenas, con sudadera, con camiseta corta... Pero para Greta eran todos exactamente iguales. Eran igual de maleducados, para encajar. Igual de arrogantes, para encajar. Igual de ignorantes, egoístas, hipócritas y envidiosos... para encajar.

A Greta, pensar en eso le daba ganas de darle un golpe en la cabeza a cada uno. ¿Por qué debían de ser malas personas para poder impresionar a otros? ¿Cómo podrían soportar aquel remordimiento, dentro de diez años?

Pero hacía tiempo que dejó de pensar en ello. Cada uno era el navegante de su destino, y ella no podía hacer nada por ellos. 

Soltó un largo suspiro al escuchar el ruidoso timbre sonar, indicando que era hora de entrar. Ya no se podía permitir más tiempo. Caminó lentamente dentro del centro, subió las escaleras como si ayer hubiera estado toda la tarde haciendo ejercicio, y abrió la puerta de su aula como si esta fuera la entrada al infierno. 

Todos sus compañeros se encontraban hablando y gritando. La profesora aún no había llegado. Ninguna de las personas que había dentro se fijó en ella, así que caminó hasta su asiento, donde se sentó y sacó sus libros y apuntes. 

Miró el asiento vacío que había a su derecha.

Reyna nunca llega tarde sino es que esta con ese capullo-piensa Greta sin apartar la vista de la puerta blanca, a pesar de que la profesora ya haya entrado al aula junto a un chico alto y muy rubio. 

Greta no prestó atención a lo que decía la profesora. Solo se limitó a mirar la hoja en blanco de su cuaderno. No habían pasado apenas cinco minutos y ya quería llorar. Lo peor, es que no sabía el motivo exacto. Sabía que Reyna la dejaba sola cuando se enfadaba par castigarla. Lo llevaba haciendo desde que se conocieron, pero no se había acostumbrado lo suficiente. Tampoco sabía si lloraba, por el simple hecho de que sabía que aquel no era su sitio que para todas estas personas ella era una desconocida y...

Sus pensamientos cesaron cuando escucho la silla de su derechas deslizarse. Greta levantó la cabeza esperanzada, pero frunció el ceño al ver al chico nuevo tomar asiento. Miró a la maestra y cuando esta le correspondió, Greta señaló con el pulgar al asiento de su amiga.

- Él no puede sentarse ahí- murmuró. Algunos se giraron para mirarla, aunque otros seguían hablando- Ahí va Reyna. 

- Pobrecita, se siente indefensa cuando no está su novia para defenderla- bromea un chico de piel morena que se encuentra sentado en la última fila. Todos sus amigos empezaron a reírse como urracas mientras hacían una tijera con sus dedos. 

Greta sintió ganas de vomita, pero se limitó a poner los ojos en blanco. 

- Bueno, Greta, no pasa nada porque cambiemos de sitio a Reyna. Además, con ella siempre te distraes.- dijo la profesora, ignorando el comentario del chico y las obscenidades de sus amigos. 

La mujer dio la conversación por terminada y empezó a escribir en la pizarra. Greta suspiró, pero se estremeció al sentir un aliento cálido cerca de su oído.

- Eso, rubita- musitó en voz baja el chico nuevo- prometo que seré el mejor compañero de mesa de la historia.


Greta :(

Vota y comenta :)

Nita

GretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora