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Prólogo.

Los barrios de Tokyo por la noche eran sin duda aterradores, no había descanso y debió haber visto pasar a más de una patrulla de policía seguir a toda velocidad tras los idiotas que cometían crímenes a ojo público. Era molesto la cantidad de luces que insistían en llamar su atención.

Había escuchado a una mujer pidiendo clemencia mientras era violentada en lo profundo de un callejón por el que tenía que pasar, tuvo la bondad de terminar su sufrimiento y a su agresor incinerandolos.

Paso pateando al hombre que yacía moribundo y siguió su camino, se detuvo un momento a mirar una cartelera de cierto héroe que se había topado hace tantos años.

Cabello rubio y ojos rojos, dentadura afilada y piel suave, así lo recordaba, admiro un momento más el cartel y después se esfumó tras algunos edificios.

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La Mascota de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora