♡12♡Satoru Gojo♡

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Desolación

¿Sabes que es estar completamente solo a sentirse solo?

La única diferencia es la percepción del individuo al que se le pregunte. Las experiencias vividas que te hagan formar un juicio para sentirte de tal manera, es simplemente una ruleta rusa en la que ni siquiera sabes que estás participando hasta que la vida te golpea para bien o para mal.

Así es como se sentía la vida luego de que Satoru hubiera sido sellado. Perdí mi razón de vivir, perdí mi luz, la voz que me alentaba a levantarme de la cama cada día porque sabía que una simple interacción con él me daba lo suficiente para continuar con mi día.

Y ahora que no estaba... Era como ir a ciegas, con amargura en mi corazón de piedra. Odiando a la vida, odiando a quienes no pudieron ayudarlo aunque sé que no tenían siquiera la oportunidad de hacerlo.

Y odiándome a mi misma.

Sabía que debía haber estado a su lado, quizás de haberlo empujado habría Sido yo quien estuviera a en su lugar y el aquí, la pelea habría acabado mucho mejor, Nanami seguiría aquí.

Me siento rota, como si el aire que solía respirar estuviera teñido de su ausencia. Satoru no está, y todo en mí se ha desmoronado. Es como si una parte de mi alma hubiera sido arrancada de golpe, dejando un vacío que no sé cómo llenar. Había luz cuando estaba a mi lado, incluso en los días más oscuros. Pero ahora... Ahora todo es sombras.

No sé cómo lidiar con este dolor. Estoy perdida. Me despierto cada día esperando verlo allí, a mi lado, con esa sonrisa arrogante que siempre me hacía sentir que todo estaría bien. Pero no está, y cada vez que me doy cuenta de eso, me golpea de nuevo, con más fuerza. Es como si el universo hubiera decidido castigarme, como si su encierro fuera un cruel recordatorio de lo impotente que soy.

La rabia crece dentro de mí, retorciéndose, buscando una salida. No es justo. No es justo que lo hayan arrancado de mí, que lo hayan encerrado como si fuera solo una herramienta, una fuerza a la que temen. Él no merece esto. Y yo... yo no puedo soportarlo. Estoy furiosa con el mundo, con aquellos que lo arrebataron de mi lado, pero también conmigo misma. No fuí lo suficientemente fuerte para evitarlo.

Cada paso que doy sin él se siente como caminar por un abismo interminable. Estoy aquí, sola, intentando seguir adelante, pero la verdad es que no sé si puedo. ¿Cómo se sigue adelante cuando lo único que importa ha sido arrebatado de tu vida?

Me aferro a la esperanza, a la idea de que de alguna manera, de algún modo, lo recuperaré. Pero mientras tanto, lo único que queda es este dolor que no desaparece, esta rabia que me consume lentamente, y la certeza de que, hasta que vuelva, estaré incompleta.

Cada día es igual al anterior. Abro los ojos, pero no siento nada. No hay colores, no hay vida en mi alrededor. Me levanto de la cama por inercia, repitiendo los mismos pasos de siempre, como un autómata. Me visto, me lavo la cara, pero todo parece gris, opaco. El espejo me devuelve una imagen que no reconozco: unos ojos vacíos, una piel sin brillo, un cuerpo que se mueve pero que está muerto por dentro.

El café que preparo todas las mañanas sabe a nada. Ni siquiera el amargo logra sacarme de este trance en el que estoy hundida. Hago lo que debo, lo que se supone que debo hacer, pero no hay sentido en ello. Trabajo, me muevo, respiro, pero todo es negro, como si el mundo hubiera perdido su alma y yo estuviera atrapada en una niebla que me asfixia lentamente.

A veces, en esos pocos momentos en los que el silencio es demasiado fuerte, me pregunto si alguna vez volveré a sentir algo. Si alguna vez el vacío que llevo dentro dejará de consumir cada parte de mí. Pero entonces recuerdo que estoy sola. Satoru no está, y desde que lo perdí, no queda nada más que esta sombra de lo que solía ser. La rutina se ha convertido en mi prisión, y cada día que pasa siento que me hundo más en este pozo sin fondo. No sé cómo escapar, ni siquiera sé si quiero hacerlo.

La vida se me escapa entre los dedos, y ni siquiera tengo la fuerza para intentar agarrarla.

No sé cuánto más puedo aguantar. Cada día que pasa, cada noche en la que me quedo mirando el techo en la oscuridad, siento que me rompo un poco más. He tratado de mantenerme firme, de seguir adelante como si todo fuera normal, pero no lo es. Nada lo es. Y me pregunto, cada vez con más frecuencia, cuánto tiempo puedo seguir así antes de que haga algo estúpido.

A veces me siento tan perdida, tan vacía, que la idea de simplemente... dejar de luchar se me cruza por la mente. No quiero pensar en ello, pero ahí está, como un susurro en el fondo de mi cabeza, recordándome lo fácil que sería rendirse. Estoy cansada, tan cansada de fingir que estoy bien cuando todo lo que quiero es gritar, romper algo, hacer que todo este dolor y esta ira se detengan de una maldita vez.

No sé cómo evitar que esos pensamientos se filtren más y más. No sé cuánto más puedo soportar antes de caer en ellos, antes de que esa desesperación me consuma por completo.

Nadie me dijo jamás que el duelo se siente como el miedo.



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©-Yaratzalli 2024

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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