Capítulo 22

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— ¿Por qué preguntas eso? — su rostro que ya comenzaba a verse más pacífico se tornó en uno completamente duro. "Bien hecho Rebecca" me recriminé a mí misma.

— Y... Yo — tartamudee nerviosa al sentir su fija mirada — Es que Song me dijo algo así — ya no sabía ni que decirle, regresó su mirada al frente enfocándose en el camino — Lo siento si te incomode con esa pregunta — me disculpé, ya que yo mejor que nadie sabía lo que era hablar de ese tema.

En silencio llegamos hasta el salón de fiesta donde horas antes habíamos dejado a la pequeña. Se estacionó y estaba por bajar pero la tomé del brazo evitando que bajara.

— ¿Puedo ir yo por ella? — le dije en tono de súplica, rodo los ojos y cerró la puerta acomodándose nuevamente en el asiento — ¡Gracias! — le dije con una enorme sonrisa.
Bajé rápidamente y caminé hasta la puerta del salón infantil.

El salón de eventos estaba decorado con globos rosas y blancos, además de pequeños adornos de princesas, muy lindo. Había muchos niños y niñas corriendo de un lado a otro, no lograba encontrar a Song.

— Hola — una señora castaña, ojos cafés me saludó con una gran sonrisa

— Hola — le respondí el saludo — Vengo por Song Chankimha pero no logro verla — le informé mientras agudizaba mi mirada tratando de encontrarla.

— Ah claro — pero que empalagosa sonrisa que tenía esa mujer — Espera que voy a buscarla — se dio la media vuelta para después dirigirse hacía dónde estaban todos los niños.

— ¿Dónde está? — escuché la voz de Sarocha detrás de mí, así que de inmediato giré y levanté mi mirada.

— Fueron a buscarla — sonreí y me acerque a ella.

— ¿Por qué querías venir tú por ella? — preguntó mientras su mirada divagaba por el rosado lugar.

— No lo sé — me acerque aún más y la rodé con mis brazos

— ¿Qué haces? — preguntó dando un paso hacía atrás

— Se llaman abrazos Sarocha — dije obvia — No sé si los conoces — puso los ojos en blanco.

— Si sé que son pero.. ¿Por qué lo haces?— volvió a retroceder tratando de librarse de mi abrazo pero no lo lograba.

— ¿Y por qué no hacerlo?— mi barbilla estaba recargada en su pecho para poder verla

— ¿Sarocha? — una voz femenina se escuchó a mis espaldas — ¿Cómo has estado cariño?— ante su cara de nerviosismo, noté que era hora de soltarla.

— Muy bien y usted — contestó con cortesía pero sin perder su forma ruda de ser.

— También muy bien — la voz de esta mujer tenía alegría, ternura entre otros sentimientos mezclados; se acercó a Sarocha y la abrazó, después se acercó a mí y saludó con el típico beso en la mejilla — Irvin— se presentó

— Rebecca — hice lo mismo.

— Que linda que es tú novia Sarocha — dijo la ahora agradable mujer poniendo su mano en mi hombro.

— Gracias — dije con una enorme sonrisa, tratando de no reír por el tono rojo carmesí que se había apoderado de las mejillas de Sarocha.

— No — tartamudeo — Ella no es... — no pudo terminar la frase cuando el pequeño grito de Song lo interrumpió.

— ¡Beck! — gritó más que feliz, mientras corría hacia mí.

— ¡Hola! — contesté con el mismo tono que ella — ¿Cómo te la pasaste? — le pregunté sonriente mientras la cargaba

— ¡Genial!

— ¿Es Song? — preguntó y Sarocha asintió con la cabeza — ¡Pero qué grande estas! — dijo acercándose a nosotras — Seguro no me recuerdas — acaricio su mejilla — Pero yo te conozco desde que eras una bebé pequeñita — Song sólo le sonrió — Yo era...

— ...Amiga de mí mami — la interrumpió la pequeña como si nada, sólo noté la seria mirada de Sarocha — Vamos Beck ¿me acompañas por mi trozo de pastel? — como negarle algo a esa dulzura, la bajé y de inmediato tomó mi mano para correr hacía dónde estaba el pastel.

— Dame pastel Song — le decía a su hermana quien gustosa comía la gigante rebanada de pastel que le habían dado.

— Song, es demasiado para ti — habló — Compártele a Anong — le ordenó y la pequeña enseguida obedeció.

La luz roja hizo que Sarocha se detuviera, me recargué en el asiento y volteé hacía la izquierda para poder verla, la miraba fijamente esperando a que volteara, finalmente lo hizo y le sonreí, nuevamente reprimía sus ganas de reír pero que mujer tan más antipática eres Chankimha.

Seguí mirándola fijamente, volvió a voltear, esta vez le guiñe un ojo y le mandé un beso sin que los pequeños se dieran cuenta, ahora si dejó escapar una pequeña sonrisa, negó con la cabeza y volteó su mirada al frente.

Puse mi mirada al frente al ver una luz blanca que no era precisamente del semáforo, el cual seguía en rojo, esta luz blanca comenzó a hacerse mayor y con más velocidad se acercaba directamente hacía nosotros.

— ¿Sa....Sarocha? — tartamudeé asustada volteando a verla, esta con el ceño fruncido trato de mover la palanca de los cambios pero no entraba. No era solo una luz, era un auto el que venía a toda velocidad en dirección a nosotros...

Me, Myself and IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora