⍣• Capitulo 04 •⍣

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Mariel

Unos días después

Estoy parada frente al espejo de mi habitación con una sonrisa en mi rostro, ya que hoy cumplo 18 años. Mi madre me ha preparado una fiesta de cumpleaños, pequeña, claro, y también vendrán pocas personas, como mi mejor amiga Brenda y mis abuelos, tíos y primos. En total, vendrán alrededor de 15 personas a mi fiesta.

La fiesta será en el patio trasero de mi casa. Mi madre ha hecho un delicioso pastel de chocolate y también ha cocinado dos de mis platillos favoritos. Ayer me dio una caja de regalo que contenía un precioso vestido de tirantes de color rojo, el cual ahora llevo puesto. Mi cabello se encuentra recogido en una coleta alta y mis labios están pintados con brillo labios de color rosa.

Escucho voces afuera, me asomo por la ventana de mi habitación que da al patio trasero de la casa y entonces veo que ya han comenzado a llegar los invitados a mi fiesta, con varios regalos.

Bajo de mi habitación y me encuentro con Brenda, quien trae un precioso vestido color negro. Su cabello se encuentra suelto y sus labios pintados de rojo. Me da un cálido abrazo y felicita por mi cumpleaños, para luego darme una bolsa de regalo. Lo abro enseguida, llena de emoción, y veo un perfume. Me echo un poco en la mano para luego oler su aroma, quedándome fascinada. Huele a rosas.

—Gracias, amiga, me encantó el perfume —le digo, dándole otro abrazo.

—Me alegra que te haya gustado, bebé —me dice cuando la dejo de abrazar—. Por cierto, estás bellísima, Mariel. Ese vestido está hermoso.

-—Gracias, amiga. Tú igual estás hermosa. Y sí, mi vestido es hermoso. Me lo regaló mi madre —le digo, dando unas pequeñas vueltas con una gran sonrisa.

— Qué suerte tienes, amiga. Tienes una buena madre que te cuida y te consiente —dice.

-—Sí, lo sé. Tengo la mejor mamá del mundo. Pero ahora vamos a la fiesta —le digo, tomándola de la mano para luego caminar hacia el patio, donde la música está algo fuerte y donde ya se encuentran la mayoría de mis invitados.

Cada uno de ellos se acerca a mí, me da un abrazo y un "feliz cumpleaños", para luego entregarme el regalo que han comprado para mí, los cuales dejo en la mesa de regalos, para luego regresar con mi amiga y mis primas y ponernos a bailar al ritmo de la música de Ariana Grande.

—Estas son las mañanitas que cantaba el rey David a las muchachitas bonitas —cantan todos mientras me rodean y miran mi delicioso pastel de chocolate con fresas.

— Despierta, Mariel, despierta. Mira que ya amaneció. Ya los pajaritos cantan. La luna ya se metió.

Terminan de cantar y mi madre prende las velitas del pastel.

— Pide un deseo, cariño —me dice mi madre, y le sonrío para luego cerrar mis ojos.

Deseo estar siempre así, rodeada de mi familia y que mi madre me permita adoptar un gatito.

Soplo todas las velitas del pastel y todos aplauden. Luego, mi mamá comienza a repartir un pedazo de pastel a cada uno de los invitados.

Después de comer ese delicioso pastel y la tan deliciosa comida que preparó mi madre, jugamos uno de los juegos que elegí. Después de una hora, abro todos mis regalos.

Estoy tan feliz bailando con mi tío Fernando cuando escucho el timbre sonar. Veo que mi madre va a abrir y sigo disfrutando de mi fiesta. Unos minutos después, la veo regresar con una caja de regalo.

-—¿Quién me ha enviado ese regalo, mamá? —le pregunto.

— No sé, hija. Al abrir la puerta, solo lo vi ahí y lo tomé. Lo revisé, pero no tiene ninguna nota. No será de Ernesto —me dice mi madre.

—No creo, ese cretino es un vil codo —le digo, para después tomar aquel regalo y subir a mi habitación.

Al llegar, enseguida lo abro y me encuentro adentro un hermoso y costoso vestido color vino, y también un estuche de terciopelo. Al abrirlo, me quedo muy sorprendida, ya que adentro del estuche se encuentra una costosa gargantilla con diamantes incrustados.

¿Quién me habrá mandado tan costoso regalo? Me pregunto, para luego buscar dentro de la caja algún tipo de nota, y encuentro una tarjeta.

"Espero que te guste mi regalo. Estoy seguro de que te verás bellísima con ese vestido y también de que esa gargantilla se verá muy bien en ese cuello tan bello que tienes, princesa...

Atentamente: tu dueño."

Al terminar de leer lo que dice la tarjeta, un escalofrío me recorre el cuerpo entero. Tiro la tarjeta al bote de la basura de mi habitación, para luego colocar esa caja hasta abajo de mi cama.

—Tranquilízate, Mariel, hoy es tu cumpleaños. No puedes permitir que un imbécil te arruine el día. Quizás se equivocaron de dirección y ese regalo no es para ti —me susurro a mí misma, para luego salir de mi habitación y regresar a mi fiesta.

Durante el resto del día, intento no pensar en ese regalo y me concentro en divertirme. Bailo con mi hermanita unas cuantas canciones, y al llegar la noche, todos los invitados se van. Ayudo a mi madre a recoger toda la basura que dejaron, que es mucha.

Después, me pongo mi pijama y me meto a mi cama. Unos minutos después, entra mi querida madre.

—¿La pasaste bien, cariño? —me pregunta, sentándose a un lado de mi cama.

Asiento con la cabeza.

—Sí, me divertí mucho. Gracias, mami, por todo lo que me has dado.

—De nada, mi amor. Y que bueno que te la hayas pasado muy bien. Ese era el plan —me dice, para luego darme un beso y las buenas noches, y luego apagar las luces y salir de mi habitación.

Estoy a punto de dormirme cuando mi móvil suena, indicándome que alguien me está llamando. Lo tomo y veo que es una llamada del idiota de Ernesto. Desde que terminamos, ha estado mandándome millones de mensajes en los que me ruega que le dé otra oportunidad. Le he dejado claro en varias ocasiones que no quiero, pero no entiende y sigue molestando.

Pero eso ahora mismo se acaba. Lo bloqueo en todos lados, para luego apagar mi móvil y cobijarme con mi sabana, quedándome dormida en un rato.

EN LAS GARRAS DEL MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora