Capítulo 4.

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Ese mismo día, Sakura tenía la tarde libre. Comprobó en cada piso del hospital que todos tuvieran su tarea antes de ir a cambiarse a su ropa de civil.

Había planeado esta tarde hacía mucho tiempo para poder tener algo de tiempo libre. Estaba cansada por su arduo trabajo, pero feliz. Firmó el último pergamino en su escritorio y se quitó la bata blanca de laboratorio para dejarla en la silla de su oficina.

Todo estaba en orden; estaba lista para irse. Caminó por el pasillo tarareando para sí misma y pasó por el vestíbulo del hospital. Tan pronto como se acercó a la gran puerta del hospital, vio el cabello rubio soleado de su compañero de equipo.

Estaba apoyado en un pilar, de espaldas a ella, con los brazos cruzados sobre el pecho. Debía haberla estado esperando. ¿ Le había dicho que tenía la tarde libre? Al igual que el maravilloso clima soleado, estaba feliz de verlo de todos modos.

—¡Hola Naruto! —dijo ella, llegando a su lado. Entonces lo vio y su sonrisa se desvaneció: su rostro estaba muy lastimado. El joven borró su mirada seria para ofrecerle una sonrisa tímida, pero ella ya lo estaba agarrando del cuello. —¿Qué hiciste? ¡Idiota! ¿De verdad deseas morir tan joven? —El tono amenazante no le inspiró nada bueno y mintió para salvar su vida.

—Me caí de un tejado —dijo él con indecisión. Sabía que era una mentira lamentable. Con una mirada rápida, comprobó si algo parecía grave y lo soltó, pues no veía nada de lo que valiera la pena preocuparse. Se le ocurrió una idea.

"Sasuke."

El pánico en los ojos del rubio era evidente cuando escuchó el nombre que susurró y no esperó más para correr hacia la casa de huéspedes donde se hospedaba su compañero de equipo. Naruto rápidamente la siguió y la agarró del brazo.

—¿Quieres venir a entrenar conmigo? —preguntó con una falsa alegría en la voz, pero sus ojos suplicaban.

Ella liberó su brazo y lo ignoró, continuando hacia su objetivo. El rubio corrió hacia ella otra vez , deteniendose frente a ella para frenarla —. ¡El bastardo está bien, no te preocupes! ¡Ven conmigo a entrenar! Ha pasado tanto tiempo desde que fuimos a entrenar juntos, dattebayo.— Ella levantó los ojos hacia su estúpida sonrisa y se enojó. ¿En qué estado había puesto este idiota a Sasuke para insistir con tanta fuerza en que no fuera a visitarlo?

—Quítate de mi camino ahora, Naruto Uzumaki —gruñó. Por una vez, aunque su tono fuera peligroso, aunque él supiera que se estaba metiendo en problemas, no quería dar marcha atrás. Extendió su mano hacia ella.

—Ven conmigo, por favor... Sakura-chan. —Ella apartó su mano y lo ignoró por completo, pasando a su lado. Él lo intentó una y otra vez, sin éxito.

La siguió hasta que llegó a la casa de huéspedes. En un último intento, le bloqueó el acceso a la puerta del edificio. Pero ella ya había tomado una decisión.

Si tan solo pudiera obligarla. Si tan solo pudiera agarrarla y llevarla lejos para protegerla. Pero ella no quería que la protegieran; era esa mujer increíble, fuerte y orgullosa que él amaba tanto, y nunca podría obligarla a hacer nada.

Levantó la mirada para encontrarse con la de él, de un azul cerúleo. ¿ Por qué tanta tristeza en esos ojos, por lo general alegres? ¿Había sido demasiado grosera con él?

Cómo me enamoré de mi mejor amigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora