capitulo 7: Entre el Perdón y el Deseo

10 1 1
                                    

La rutina diaria en la escuela seguía su curso, aunque Ramiro no lograba quitarse de la cabeza todo lo ocurrido con Mateo. Para él, aún era complicado asimilar que el hombre que le hacía sentir tantas cosas seguía en una relación con Sofía. Sin embargo, el tiempo que compartía con Calisa se había vuelto una distracción bienvenida.

Calisa era divertida y auténtica, una mujer llena de energía que siempre tenía una historia o una anécdota interesante que contar. Ramiro se encontraba cómodo con ella, y aunque no hablaba mucho de sus problemas con Mateo, estar a su lado le brindaba un poco de calma. Ambos pasaban los recreos tomando café en la sala de profesores, compartiendo risas y comentarios sobre el comportamiento de los alumnos.

Una tarde, mientras revisaban algunos exámenes, Calisa soltó una carcajada tras leer una respuesta graciosa de uno de sus alumnos.

-Ramiro, ¿te das cuenta de lo bueno que es compartir estos momentos? Hace rato que no me reía así -dijo con una sonrisa, apoyándose en la mesa.

Ramiro sonrió, aunque su mente seguía algo distante.

-Sí, es bueno tener una amiga como tú, Calisa. Me has ayudado más de lo que crees -respondió, dándole una mirada sincera.

El ambiente era tranquilo entre ellos, pero Calisa percibía que algo pesaba en los pensamientos de Ramiro. Se lo había dicho varias veces, y aunque Ramiro no se abría del todo, ella sabía que ese "algo" tenía nombre: Mateo.

Poco después, justo cuando Ramiro creía que podría empezar a dejar de lado el drama, Mateo lo abordó después de clases. Fue directo, sin rodeos.

-Ramiro, tenemos que hablar -dijo Mateo, con una mezcla de urgencia y nerviosismo en su voz.

Ramiro, sin ánimos de discutir, solo asintió con la cabeza y lo siguió al patio trasero del colegio, un lugar tranquilo donde nadie podría escucharlos.

-Sé que estás enojado conmigo. Tienes razón para estarlo -comenzó Mateo, buscando la mirada de Ramiro, aunque este evitaba el contacto visual-. Lo de Sofía /su novia/ es complicado, pero yo... no puedo seguir con ella.

Ramiro lo miró por fin, con una mezcla de incredulidad y enojo en su rostro.

-¿Y cuándo pensabas decírmelo? ¿Después de jugar con mis sentimientos por un tiempo más? -su tono era frío, cargado de decepción.

Mateo dio un paso adelante, tratando de acercarse a Ramiro.

-No es así. Nunca quise lastimarte. Desde la primera vez que te vi, todo cambió para mí. Pero no sabía cómo manejarlo.

Ramiro se quedó en silencio, con los brazos cruzados. Mateo lo observó, frustrado por no encontrar las palabras correctas.

-Te estoy pidiendo disculpas, Ramiro -continuó Mateo-. No es fácil para mí, pero lo que siento por ti es real. Y si me das una oportunidad, te lo demostraré.

El aire estaba cargado de tensión. Ramiro abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, Mateo dio otro paso, acortando la distancia entre ellos. En un movimiento rápido, lo tomó por el rostro y, sin esperar más, lo besó. Fue un beso breve, pero lleno de emoción contenida.

Ramiro se quedó congelado, sus pensamientos se arremolinaban mientras sentía los labios de Mateo contra los suyos. Había soñado con ese momento tantas veces, pero ahora, en la realidad, el conflicto en su interior era abrumador. El beso lo dejó en shock.

Cuando Mateo se apartó, el silencio entre ambos se hizo pesado.

-Lo siento, no quería... -empezó a disculparse Mateo, pero Ramiro levantó una mano, pidiéndole que se detuviera.

-Estoy... -Ramiro vaciló, respirando profundamente-. Estoy confundido, Mateo. No puedo olvidarlo todo solo porque me hayas besado.

Mateo bajó la cabeza, dándose cuenta de que había complicado aún más las cosas.

-Sé que estás enojado, pero no quiero que esto termine así -insistió Mateo-. Quiero intentarlo, pero esta vez de verdad, solo nosotros dos.

Ramiro lo miró con el corazón en la garganta, pero el enojo seguía latente.

-No es tan simple -respondió, con la voz temblando-. No sé si puedo confiar en ti.

Mateo lo miró fijamente, entendiendo que recuperar la confianza de Ramiro no sería algo que lograría con palabras, ni siquiera con besos robados. Pero algo en los ojos de Ramiro le dijo que no todo estaba perdido.

Sin decir más, Ramiro dio media vuelta y se marchó, dejando a Mateo solo en el patio, con el sabor agridulce del beso aún en sus labios y la incertidumbre de lo que vendría después.

Lecciones de amor, entre la historia y las palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora