Capitulo 2: bajo el cielo nocturno

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Aquella noche se presentó como cualquier otra; la luna brillaba con una intensidad engañosa, prometiendo diversión en una fiesta que parecía ser la respuesta a todas mis angustias. Era mi primera fiesta de verano, aunque solo faltara un mes para el inicio de las clases. Mis amigos, Jennifer, Álex y Josh, habían insistido en que fuéramos. Tenían una forma mágica de hacer que todo pareciera irresistible, y aunque al principio dudé, su entusiasmo terminó conquistándome.

La fiesta apenas comenzaba y, como era de esperar, Alex ya había captado la atención de varias chicas. Siempre había sido el chico más guapo del instituto, con esa sonrisa deslumbrante y un carisma que atraía tanto a chicos como a chicas. Allí estaba yo, sintiéndome un poco fuera de lugar, como si no encajara en aquel mundo lleno de luces y risas.

Mientras lo observaba charlar con un grupo de chicas a su alrededor, me preguntaba cómo había llegado a ser su amiga. Yo, que siempre había sido un poco distante, no lograba entenderlo.

De repente, él se acercó a mí, sosteniendo una bebida en la mano y una sonrisa que parecía demasiado amplia para ser sincera.

—¿Te gustaría unirte a nosotros? —preguntó con un tono tan amigable que ya sabía que quería algo.

Las miradas de las chicas me atravesaron como dagas, llenas de rabia. Alex sonrió, pero había un destello en sus ojos que me hizo dudar. Sin previo aviso, me llevó hacia ellas.

—¡Alex!, yo no... —intenté protestar, pero él ya había decidido que yo era parte del espectáculo.

Se inclinó y me susurró al oído: —Ayúdame. Necesito salir de aquí antes de que me conviertan en el nuevo proyecto de arte.

—Voy a ir a tomar unas cervezas con los chicos del equipo —anunció, con una sonrisa que decía "tengo mejores cosas que hacer".

Una de las chicas lo agarró del brazo como si estuviera tratando de evitar que se escapara. —Alex, pero no puedes irte tan pronto. Quédate más tiempo con nosotras.

No pude evitar soltar una risa burlona. La chica me lanzó una mirada fulminante.

—De verdad me encantaría, Margaret... o ¿era Catherine? Pero...

—Alex no está disponible ahora —interrumpí

—¿De verdad? Eso es raro; Alex siempre está disponible —replicó otra chica, poniendo los ojos en blanco como si estuviera viendo la última temporada de su serie menos favorita.

Las chicas intercambiaron miradas rápidas, como si estuvieran planeando un golpe maestro en el bingo.

—Entendemos... supongo que ella será tu nueva mascota esta noche —dijo con una sonrisa que era todo menos amistosa—. Pero, para tu gusto, es un poco fea.

—¡Vete al carajo! —mis palabras resonando en el aire como un eco de mi rabia mientras me alejaba del grupo. Sentía el ardor de la confrontación en mis mejillas y la adrenalina corriendo por mis venas. Alex me seguía de cerca, su presencia era un bálsamo en medio del caos.

—Lamento eso, sabes que no es cierto —dijo él en un tono consolador—. Además, si fueras una mascota, serías un pequeño poodle —añadió, sonriendo de tal manera que su rostro se iluminó, como si fuera algo divertido.

—Tus amigas son unas malditas brujas —respondí, dejando que la frustración se desbordara en mi voz. No podía creer cómo me habían dicho.

—Lo sé —dijo Alex, sacudiendo la cabeza—. Por eso pensé que podrías ser mi aliada.

Le lancé una mirada desafiante. —Debes aprender a defenderte o te comerán vivo. Esas chicas no son solo miradas coquetas; son como tiburones con sangre en el agua.

My Secret Dies with YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora